lunes, 30 de marzo de 2009

El pulso de los días

Es menos intermitente que el pulso de estos posts, qué duda cabe. Trabajo bien regularmente (de 9 a 3) en mi vilipendiado campus San Joaquín, llego a casa a encontrarme con uno que otro desorden y mucho tiempo libre. A veces hago otras cosas en las tardes. Detalles más adelante.
Leí Silk, de Baricco y... me gustaría decir que no me gustó nada pero sería una mentira. Digamos que lo entiendo, lo encuentro dije, monono, chiche y todos los equivalentes, pero, fuera del ejercicio de la nouvelle no se me hace la gran cosa. Quizás muchas expectativas para tan pocas nueces. Desde el día de mi cumpleaños releo constantemente City, que es de esos que se ponen mejores con el tiempo.

La semana pasada fuimos a Radiohead y estuvo in-cre-í-ble. Fui el día Jueves, el día que el tracklist reflejó más lo que había sido este tour del In Rainbows a nivel mundial. Mis amigos que fueron el Viernes me cuentan que ese día la cosa estuvo más cargada a los temas más antiguos. Me parece espléndido, pero me deja especialmente contento de haber ido el Viernes. La velada hubiera sido plus cuam perfecta si sólo hubieran tocado Last Flowers, pero eso ya es mucho pedir. Me sorprendió, gratísimamente, encontrar el climax del recital en Wolf at the Door, más que en Idioteque. Se puede dar una idea de lo que fue el show acá. Y el momento con Wolf at the Door es este, completito con vendedor de bebidas a luca(!!) y todo. Yo estaba unos cuantos metros más adelante.

La semana antes pasada inicié el proceso de mutilación de mi cuenta de facebook. Lo hice por una cuestión de economía, la verdad. Teniendo muchas cosas que hacer, muchas cosas que quiero hacer, y muy poco tiempo para ellas, sentí la necesidad de recortar tiempo de los lados más inútiles. Y adivine cuál fue el primero que se me vino a la mente.

Cosas choris: la consola para remezclar samples de Harder, Better, Faster, Stronger. Pruébela usted mismo y vea cuantas frases gramaticalmente correctas puede hacer.

La semana anterior a la anterior de la anterior a la antes pasada estuve en Valparaíso. Compré un par de sombreros y "Extraordinary Popular Delusions and the Madness of the Crowds". Todo un clásico. Después caí en un estado de pobreza camboyana de la que salí hace poquito.

La semana anterior escribí el post anterior. Formaba parte de una serie de posts inspirados en cartas aleatorias del tarot. La segunda carta que saqué fue el Arcano I, el Mago. Curiosamente, esto fue hora antes de partir al recital de Radiohead, así es que esa historia tendrá que esperar.
Por siempre, muy probablemente.

La semana anterior me quedé pensando: ¿La gente dirá ahora "juntémonos en el Moai"? Escuché un clásico "Juntémnos en el pilucho", pero la duda persiste.

lunes, 23 de marzo de 2009

5 de Espadas - Derrota


Comienzas el día perdido, con un pie en la realidad y en otro en una maraña de sueños. La noche anterior no pudiste dormir mucho y tu cuerpo le envía a tu cerebro todas las señales de haber corrido una maratón con el gentil auspicio de las nuevas tenidas deportivas de plomo.
Plomo ¿Quién era el plomo con el que soñaste? ¿Habría sido el de la otra noche? Era alguien que no conoces hace mucho, con quien te encontraste hace poco, quizás en la fiesta esa.
Estás cansado, te levantaste así, un poco más tarde de lo habitual más encima. Lo suficientemente para creer ciegamente que sólo es cosa de apurarse, de correr un poco, pero que llegarás a la oficina a tiempo. Lo suficientemente tarde, también, para hacerte encontrar con todos y cada uno de los escolares de tu ciudad. Todos caminando en el mismo sentido. El sentido contrario, por supuesto. Pequeñas bestezuelas vestidas de azul y blanco, pequeños cuerpos torpes obstruyendo tu camino, desestabilizando tu precario itinerario.
Llegas a un semáforo, el último que está saturado de esas criaturas de metro veinte con sus mochilas y sus útiles que apenas les dejan ver por donde van. Luz verde. Al frente tuyo, un niño muy pequeño comienza a cruzar, lentamente. ¿Cómo es posible que, apenas con un mes de clases, ya saquen la vuelta de esa manera? Cuando tú eras niño te encantaba ir al colegio. O al menos no te parecía algo abominable. En el colegio no hay nada que hacer. Jugar a la pelota y mirar a tus compañeras y sería. Nadie te echa de menos si faltas y puedes faltar una semana entera y no perderte de nada útil. El niño frente a ti trastabilla un poco. Lleva una mochila con ruedas pequeñas a la rastra ¿Por qué es que no pueden llevar sus cosas en las espalda? ¿Tienen acaso mucho peso a cuestas ya? ¿Se les deforma la espalda de pensar en cómo pagar tantas cuentas? ¿O es que el Sábado pasado estuvieron peleando con el nuevo novio de Carolina, que llegó tarde, llegó mal y hubiera sido mejor que no hubiera llegado nunca, a amargarles la fiesta a todos, a llevársela del brazo escándalo mediante? Eso era. Por algo así debe ser que este pergenio no puede ni llevarse dos cuadernos y una caja de lápices de colores en la mano. Eso es. Camina torpemente y bloquea tu paso de puro abatido por la vida. Engancha la ruedita izquierda de su mochila contra tu pie porque, claro, el pobre sabe que nadie se acuesta con él sino es por despecho. Así cualquiera anda mal por la vida. Como el tarado que llegó el otro día a la fiesta.
Tu pie choca contra la mochila y no hay tiempo para mucho, sientes el roce inevitable contra la punta de tu zapato y el tiempo ya no está más, sencillamente. A esto uno viene al colegio, a poner el pie firme, en el patio, en la sala, a hacer la zancadilla, a tirarle los útiles al más chico y al que te molesta.
El niño trastabilla y cae, haciéndole pronta compañía a su mochila. Es tan pequeño, con suerte debe saber leer. Te mira con cara de no entender nada. Seguro que, honestamente, no entiende nada. Piensas en detenerte, preguntarle si está bien, pedirle perdón. Piensas en el miedo a los desconocidos que va a tener y cómo el pobre no tiene culpa de nada. Pero te levantaste tarde, todavía tienes que correr a la pega, no dormiste bien, el Domingo en la tarde no te respondió el teléfono. Dejas de pensarlo, ahí está el niño indefenso. No lo piensas más, te das vuelta hacia él, te acomodas y pateas.
Y pateas.
Y pateas.