domingo, 5 de abril de 2009

Adole-escencias: KISS/Radiohead

En medio de tanta pirotecnia, baterias por los cielos, cantantes voladores, bajistas que escupen fuego y sangre y un show que fue una fiel muestra de lo más state-of-the-art en lo que a rock respecta, yo no podía dejar de pensar en El Otro concierto. Ese que era más mío, forjado a base de coleccionar discos, bajar lados B y presionar una y otra vez el botón de rewind. A mi lado mi padre, quien tenía ante sus ojos al grupo del que coleccionó los discos, le pidió a su hijo que le bajara los lados B y del que se encontró comprando, a lo largo de las décadas, los mismos albumes en distintos formatos.
En eso suena "Nothing to lose", y en mi cabeza Thom Yorke hace un contrapunto cantando "No Surprises". Y es inevitable no pensar en como han cambiado los tiempos. No pensar en lo que era tener quince hace treinta años, diez años, ahora. Buena parte de mi caracter se forjó con el peso del fin de la infancia encima a ritmo de Radiohead, que sigue siendo la mejor manifestación artística de la depresión y la asfixia del mundo post-postmoderno. Thom Yorke no le pide a su público que haga palmas, ni canta nada que suene remotamente parecido a "come on mama". Su poética se aleja del todo lo que el rock traía para ofrecernos, cantandole a los moretones que ya no sanan y a los corazones que se llenan cual basural.
Me gusta mucho Radiohead. Tengo la semi-certeza que no voy a ver a otro grupo así de bueno en mi vida. Un grupo capaz de evolucionar sin reinvenciones forzosas, capaz de entregar sonidos tan diversos en su estilo como parejos en su excelencia, disco tras disco tras disco. Y sin embargo...

Ahí está el sexagenario Gene Simmons cantando cosas más frescas, más ingenuas, más simples y con más vida...
I wanna rock'n'roll all night...

Y sin embargo el tiempo ha pasado y no en vano. Y la música de Radiohead sigue ahí, impecable, viva, auténtica de una forma que Coldplay, U2 y compañía no podrían alcanzar ni en cuatro reencarnaciones más. Pero su poética sigue siendo un diagnóstico. Ahora, a mis 28, no puedo dejar de ver reflejado el mundo que me rodea en sus canciones. Pero no puedo darme el lujo de querer vivir ahí tampoco. Por más que ahora sí tenga moretones que, en efecto, se resisten a sanar del todo.

Nada más sano en estos días que una dosis de complejo de personalidad múltiple. Nada mejor que mezclar, remezclar y rememorar mezclando lo mejor de distintas épocas, circunstancias y, por sobre todo, actitudes. Por eso es que, por sobre todas las cosas, y teniendo en claro que por más que se viva teniendo un trabajo que te mata de a poco, hay que estar siempre listo y dispuesto para seguir gritando e irse de fiesta todos y cada uno de los días.

2 comentarios:

Jesusísima dijo...

por qué no fuiii

LV dijo...

¿a uno, otro, ambos?