lunes, 26 de diciembre de 2011

CERO

Decía más o menos así:

First. Entry. Ever. Again.

Como si siempre estuviéramos empezando, de nuevo. Como si siempre estuviera empezando de nuevo. Sin palabras inaugurales. O con palabras inaugurales breves, intentando negar su naturaleza inaugural. La inauguración como un acto de violencia, rupturista, separando el antes del después. Fundaciones. Comienzos.



Y ahora que se acaba todo, pienso en Oroboros, la serpiente que se come a sí misma. Ñami Ñami. Yummy, Yummy, Yummy, I've got love in my tummy. Uno habla de la ruptura de las inauguraciones porque se supone que no puede hablar del cierre, porque no existe tal cosa como el cierre. La vida se vuelve un vector en una sola dirección y cada uno de sus elementos va lanzado hacia el futuro. Incluso la muerte no se lleva las cosas, porque el lenguaje las resucita. Algún día olvidaremos las palabras y tendremos que repensar todo esto, pero eso será más adelante, cuando ya hayan llegado los extraterrestres de Inteligencia Artificial.

"Las películas de Spielberg siempre se entienden y dejan claro su mensaje. Las películas de Kubrick, en cambio, no se entienden y te dejan pensando. Te dejan con una pregunta" decía Terry Gilliam, expresando su preferencia por las últimas. Me pasa lo mismo.


¿A usted no, mi querido lector?

domingo, 25 de diciembre de 2011

UNO

Al final del día, literal y casi figurativamente, siento que la regla de oro sigue siendo la misma:

Nunca pedir disculpas, nunca dar explicaciones.


Pocas cosas más molestosas que un texto que pide explicaciones. Las explicaciones son propias de las personas inseguras, y de las personas en sí, individuos acechados por la certeza de su finitud. Un texto es, idealmente, imperecedero y eterno, y, como tal, arrogante.

Así es que recuérdelo, mi lector casual. Recuérdenlo, pequeños textos del mañana que recién hoy toman forma. Son las palabras de este humilde espacio, en el ocaso de su vida.

Usted no tiene que explicar. El lector tiene que entender. O aprender a usar google.
Usted es Dios.

♪ Y nadie lo puede negar 

miércoles, 21 de diciembre de 2011

CUATRO, TRES, DOS

Como apretar el botón tras haber perdido en el Street Fighter, para cambiar de personaje.

Exactamente, para cambiar de personaje.

martes, 20 de diciembre de 2011

CINCO -

Damas y caballeros,

o

Mi querido lector,

Esto es algo que lleva harto tiempo rondándome. Me ha rondado varias veces, como usted que lleva tantos años viniendo acá bien sabrá. Pero de un tiempo a esta parte, tal como los Velvet Underground, encontré una razón. Una razón diferente, más profunda, secreta incluso, para dejar de lado este humilde espacio que tanto he querido y que tan bien me ha servido. 
No pasa tanto por la misantropía general que mi trabajo temporal como traductor termina generándome (es difícil mirar al mundo a través de las redes sociales, o es difícil mirarlo y querer tener alguna relación con él), o por mi deseo de enfocar mi aporte a la creciente masa cultural: días tras día se apilan exponencialmente los referentes, los significantes se iteran hasta explotar y quedarse vacíos de tan vacías mentes que los usan y abusan. Pasa por esas cosas, pero pasa de largo.

Empecé por estos lados hace seis años y han sido los años más intensos de mi vida. Coincidencia o no, los miro y me doy cuenta que desde ese despegue no he parado y aún en mis períodos más estáticos y oscuros he tenido la suerte de encontrar las dificultades que me han temperado y hecho crecer. La estructura de la vida es a veces la de un videojuego y hay que pasar por las peleas más terribles para subir de nivel y poder hacer cosas nuevas. Bryan Lee O'Malley lo captura tan bien en su Scott Pilgrim.

En los próximos meses está pronto a cerrarse un gran ciclo que empezó, coincidentemente, hace esos seis años. Si algo nos han traído de vuelta las teletecnologías es la sensación de que la vida es una narración, que construimos nuestra cotidianeidad intentando ilusamente seguir de la mano la jornada del héroe de Joseph Campbell. Tenemos bandas sonoras, momentos decisivos, rogamos por la elipsis que purga la monotonía y lentamente empezamos a recordar en montajes, aspirando a remezclar la memoria. Como parte de este gesto, voy a cerrar este humilde espacio y me voy a dedicar a otras cosas. No me engaño al punto de creer que será el último blog que tenga, pero espero que el próximo sea distinto. Yo mismo voy a ser distinto y, francamente, usted también lo será, mi querido lector. Está en la naturaleza misma de las cosas. (O: En la vida hay dos cosas ciertas).

Me quedan algunas poquitas cosas por decir, así es que puse el reloj en cinco. Antes de fin de año terminaremos el conteo y de ahí a otras cosas.





















En serio.


lunes, 12 de diciembre de 2011

Mi Momento Mandrake

Mandrake, abogado criminalista experto en chantajes, es llamado a solucionar un caso en especial. En medio de una fiesta-orgía, organizada por un potentado brasileño en honor de un gurú tántrico recientemente arribado al país, el chef, otra eminencia carioca, se ha encerrado con una de las invitadas en una de las piezas de la mansión tras consumir una cantidad absurda de éxtasis y viagra para acompañar a las líneas de cocaína que lleva horas metiéndose. La invitada, la hija de una vieja "amiga de la familia" se desmaya y el chef, ido como está, la da por muerta. En medio de su pánico, traba la puerta y llama al anfitrión por teléfono. . .

Mandrake llega a escena con una de sus dos parejas estables, la mayor de ellas, Berta (quien merece un post aparte). La deja en medio del espectáculo del gurú en cuestión y parte a negociar con el descontrolado cocinero. Como prueba de identidad, el chef le pide que pase por debajo de la puerta sus documentos, entre los que va su carnet de socio del Vasco da Gama. Para mayor identificación, el cocinero le pide a Mandrake que cante el himno del club.

Y Mandrake canta.


Un abogado cantándole el himno de un club de fútbol a un chef jalado a más no poder que se ha encerrado en una pieza mientras afuera en la mansión el mayor experto en sexo tántrico del mundo da una charla a ricos, poderosos y bien conectados ad portas de una orgía.

Eso es televisión. Bajo mis estándares.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Los mejores planes

Yo caminaba por Buenos Aires y este relato se empezaba a armar. Había escrito ese primer post y en mi cabeza se redactaba el siguiente, para ese día: otra historia del presente hilada con una historia del pasado, un poco más reciente de mi historia con esta ciudad. Así, eventualmente, lograría construir una narración completa en que cada post evocara una visita distinta a esta ciudad que siempre me hace cariño. Todo iba perfecto, un plan definido. Todo lo que uno necesita para lanzarse a escribir ¿o no?

Pero claro, llegué a casa a las 4 y media de la mañana ese día. El día siguiente salí a cenar con mis anfitriones; al siguiente no llegué a casa, al sub-siguiente llegué a las cinco de la mañana.

Los mejores planes se plantan como una estructura y albergan en su interior su propia destrucción. Así, atomizados, se vuelven algo mucho más grande de lo que jamás podrían haber sido.

Esto es válido para escribir, vivir, lo que sea.



Criatura metafórica.
Además, el segundo alienígena en
aparecer por acá en igual número de posts.
(En mi cabeza, la metáfora anterior se ve como una criatura tentaculosa haciendo explotar el andamiado de un edificio.)

Mi viaje ha sido perfecto, querido lector, de todas las formas que yo podría haber deseado. De todas las formas que deseé, en efecto. La clave con los deseos es pedir una resolución y entregarse, sin aferrarse a una posibilidad cierta. Ese fue mi consejo zen-chulo del día.

Mi consejo zen-chulo del día de ayer, o de la noche de anoche más bien fue decirle a Catalina

"La única forma de hacer es haciendo"

Acto seguido ella y su amigo, con quienes me había juntado a cenar, se largaron a reír imposiblemente y acordamos todos que sería una gran frase para una polera.

Y es cierto. En tantos niveles.

O solo lo será cuando haga la polera. En sus dos versiones: letras normales para lucir en la calle y letras invertidas para enfrentar al espejo.

Estoy en pleno proceso de corcoveo con las redes sociales. Detalles más adelante.
Soy un hombre feliz.


Saque sus propias conclusiones.

martes, 29 de noviembre de 2011

Recursivamente de viaje

Llegué a mi ciudad favorita del mundo. Del mundo que conozco, claro. Y estoy un tanto cansado, en parte porque anoche me acosté tarde, hoy me levanté temprano, viajé y la experiencia del viaje (iterada como nunca este año) ha perdido un poco su encanto... un poco como jugar al arco: cuando es un partido importante lo piensas desde antes y los nervios, los ricos nervios, hacen lo suyo desde antes para que todo tenga una pátina de sabor...la vida misma se hace más crocante. Pero los años pasan y juegas uno y otro y otro partido importante y de repente los ricos nervios no llegan sino hasta que la pelota rueda. Si es que.
Ahora me pasó un poco parecido, escribo desde aquí, pero es tan parecido a desde allá. Han sido casi cuatro años y esta ciudad ha cambiado tan poco que me doy cuenta por la familiaridad tras mis olvidos que soy yo el que ha cambiado tanto más...

Pero basta de lloriqueos. A este blog siempre la ha sentado ser una crónica de viajes. Así es que allá vamos...

Llegué tremendamente temprano al aeropuerto, las cosas de irme en transfer, pasé rápidamente por todos los trámites de rigor y me encontré sintiendo que era más joda (salvo por la PDI) volar a Copiapó que venir acá. Al pasar, el cartelito de "pasajeros a Estados Unidos serán especialmente registrados y no deben llevar wuawua wuawua wua wua" prosiguió la profesora de Charlie Brown, mientras el cartelito mismo me guiñaba un ojo.

Me senté a leer, frente a mí una muchacha británica, con cara de angustia, de aburrimiento y de no saber qué hacer con tanta espera, se contorsionaba en el sillón al tiempo que leía un best-seller y luego otro. Yo trabajaba. Sí, trabajaba, atacado por mi recientemente cultivado sentido de la ética profesional. Eso sí los ojos me decían que parara, que me iba a doler la cabeza, que iba a tener mi mítica jaqueca de despresurización.

Paré de trabajar y leí un par de cómics. Nunca aprendo.

El vuelo estuvo tranquilo, sin mucho que reportar. El asiento a mi lado (vacío al momento de chequearme) lo ocupó un chileno extremadamente gentil, que me ofreció el diario cuando lo terminó (a pesar de verme leyendo en el iPad - Thomas Pynchon Gravity's Rainbow), y después me pidió el lápiz para llenar los formularios de rigor. Más tarde aterrizaríamos y me preguntaría si acaso tenía señal, le dije que sí pero que había activado el roaming antes de partir. "Naturalmente", me respondió con el tono cortante de esa gente que ha sido tímida pero se ha decidido a ser sociable. ¿Así le sonaré yo a los demás? Pensé. No le dí mucha vuelta al asunto y me bajé del avión.

Pero antes...


Mi compañero de asiento, una vez en la loza del aeropuerto
Pero antes quiero reparar una vez en mi compañero de asiento. En algún punto próximo al aterrizaje se nos informa que por disposiciones sanitarias se aplicará un insecticida "que no es nocivo para los humanos" y que aparentemente están obligados a esparcir, por ley. Pasaron las azafatas, y ni me di cuenta casi, ni siquiera tenía un olor molesto. Mi compañero, en cambio, comenzó a toser. Y a toser. Y a toser.
Minutos más tarde seguía tosiendo. Supe entonces por qué era tan generoso y mezclaba los intentos de amabilidad con un cierto además cortante.


Mi romance con esta ciudad comenzó siendo yo un niño, por las razones más ridículas e infantiles de la vida. De niño me cargaba la piscina y las actividades de agua en general. No sabía nadar y me aburría sobremanera esa actitud de "pasémoslo bien, pero esta es la forma de pasarlo bien". Tras unos cuantos días conociendo la ciudad, mi padrino y su entonces novia (hoy su señora, sentada en el sillón frente a mí) nos invitan a un día de piscina, la diversión total y bla, bla, bla. Lo que sí, era un medio día de piscina, según como estuvieran las cosas. En algún momento alguien dice "si amanece nublado no importa, con tal que no llueva hasta las dos. Si llueve más allá de eso, no vamos y hacemos otra cosa". Y yo, pequeño e inocente, miré a los cielos, hice las súplicas del caso, hablé con las autoridades pertinentes y me entregué a mi suerte.
Mi suerte me sonrió, las autoridades pertinentes hicieron lo que tenía que hacer y los pequeños dioses de esta ciudad cumplieron: Amaneció nublado, no se despejó, llovió hasta exactamente las dos y cuarto de la tarde. Después hubo un día esplendoroso.

Hoy, a sabiendas que hacía un calor horrible, crucé los dedos y esperé que, dentro de mi semana acá, me tocara al menos una microminitormenta, para alegrarme la vida.

Me esperaba al bajar del avión.
Ni el granizo destructor, ni el monzón que corta todo. Lo justo para bajar las temperaturas de aquí al jueves al menos. Y para darme la bienvenida.


Ahora me voy a dormir, porque el dolor de cabeza me persigue. El router rechaza a mi computador, pero me puedo conectar por cable. Mejor así, la experiencia del viaje dilatado.


Aunque tengo el servicio de roaming activado.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Or Else

                                                      








                                                                           This
                     Is the process whereby pain of the past in its pastness
                     May be  converted into the future tense

                      Of Joy










- Robert Penn Warren

viernes, 25 de noviembre de 2011

Nocturnas de Cierre


Viernes en la noche. Trabajo en la soledad del departamento, bajo la sola luz de una lámpara de escritorio. Frente a mí, la ciudad matizada con mi propio reflejo a contraluz en el vidrio. Me hace falta un cigarro, un trago, y que la puerta se abra de pronto para que la rubia o colorina de rigor entre desmayándose. Ya no las hacen así, Phil Marlowe. Pero al menos Chet Baker canta "I fall in love too easily" de fondo.


Pausa. Ahora Ella le responde All too soon".

La razón por la que trabajo un viernes en la noche es porque la próxima semana vuelvo a ir a mi ciudad favorita. Han pasado tres años y medio, un poco más. La última vez fui como un hombre comprometido y volví como un hombre menos comprometido para volverme un hombre completamente no comprometido a los pocos días. A veces el universo opera así.

Todas estas coincidencias corren por vuestra propia imaginación.

Terminados esos once posts con mi equipo de primeras líneas y novelas, viene siendo hora de remozar este humilde espacio. La letra es muy grande, el diseño poco práctico. Voy a descolgar el Rothko y todavía no sé qué irá en su lugar. Pero vienen cambios.
El post 700 fue el primer "aniversario" que no celebré. A veces el contenido puede más que la forma. Pero menos de lo que usted cree.

En fin, vuelvo al trabajo y de ahí al sueño. Todo el propósito de este post es que usted escuche a Chet y a Ella. Ojalá de noche, ojalá con un buen vino en la mano. Ojalá en la mejor de las soledades o en la más deliciosa de las compañías. Que no son tan mutuamente excluyentes, tampoco.


ONCE - Matadero 5

All this happened, more or less.


Slaughterhouse 5 parte, más o menos, en el pueblo de Schenectady, NY. Yo estaba en el pueblo de Schenectady, NY cuando tomé el libro y empecé. Había leído Breakfast of Champions y quería saber más de Vonnegut, cuyo estilo intenso, con frases breves, acción rápida y referencias que se abren como muñecas rusas, me pareció de lo más agradable, como se reconoce un paisaje cercano a casa.

Iba en la mitad del libro el día que fuimos con el curso entero al cine a ver la película de The Namesake, el libro que leíamos para el seminario sobre literatura india. Ese fue el día que Vonnegut murió, cosa que sólo fue más chocante porque la prensa ultraderechista norteamericana casi organizó una fiesta pública a propósito del deceso. Al día siguiente salí, caminé dos cuadras y al doblar rumbo al emporio de siempre, miré la sede de la Asociación de Veteranos de Guerra, edificio que aún hoy recuerdo a la perfección, solo porque sale en Slaughterhouse 5. Como una cajita mágica, bloques enteros de Schenectady, NY se abren en mi memoria al recordar la novela, que parte ahí, pero transcurre mayoritariamente en Dresden. Y en el planeta Trafalmadore, obviamente.

Por qué es la número 11: El 11, puntero izquierdo o atacante por izquierda, no es cualquier cosa en mi vida. Es el número tradicional de los ídolos máximos de la U en el período formativo de mi vida (Galvez, Puyol, Salas). Un once, por ende, no sólo debe ser rápido, sino además encarar y tener remate. Por lo general zurdos, los número once desordenan defensas, confunden y maravillan con planeada improvisación. Igualito que Vonnegut, que además era bien zurdo. Al menos ideológicamente.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Nueve - Don Quijote

En algún lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.


El Ingenioso Hidalgo en persona. La línea repetida hasta el hartazgo, salvo que no puede hartar nunca. ¿Por qué? Tres palabras: No. Quiero. Acordarme. El narrador por sobre el texto, el nacimiento de la novela (en Occidente), el momento fundacional con cara de español terco. Cervantes escribiendo a todas luces, probando desde la nada y la humildad. Cuando fuere a escribir ese prólogo para el segundo volumen de las aventuras del Ingenioso Hidalgo, lo escribiría sobre la ola de su éxito, dando cátedra de cómo escribir una novela, entregando consejos. Aquí no, aquí está el desplante soberbio (propio de la personalidad del novelista estándar, o quizás fundando también lo que se volvería la personalidad del novelista estándar) diciendo "No quiero acordarme". Aquí mando yo.

Lo leí en el colegio, con un profesor que antes de asignarnos la novela nos exorcizó todos los demonios del prejuicio literario y se encargó en sus clases de que pudiéramos aterrizar los capítulos para hacer algo fundamental: pasarla bien con el libro. Y lo pasé bastante bien. Un poco muy bastante bien porque nunca le tomé el peso literario, si es que lo tiene; consciente de su peso histórico la respeto, pero, francamente, la respeto más porque es una Novela Muy Entretenida.

Si estás en esto y el lector no quiere dar vuelta la página, dedícate a otra cosa. Consejo Fundacional.


Por qué es número 9: Porque es alto y rápido. No le veo mucho futuro con la pelota en los pies, pero es un buen cabeceador. De los tres libros de mi ligera delantera, es el más pesado y con más prestancia para hacer cosas como recibir una pelota y meterla en el arco rival (los otros dos punteros son mejores para conducir la pelota (Narnia) y rematar desde lejos (Vonnegut).

martes, 22 de noviembre de 2011

Siete - El viaje del Explorador del Amanecer

There was a boy called Eustace Clarence Scrubb, and he almost deserved it


La mejor presentación en una línea, en la primera línea. (Sí, mejor que la de Lord Jim). Es más, estarán los que postulan que la línea es un cuento en sí. O al menos coquetea con ser medio limerick. En mi versión, cómo no, se llama Eustaquio. Eustaquio Scrubb y una nota al pie de página donde el traductor se esforzaba por explicarnos el juego de palabras. Yo tenía ocho años y me faltaban dos para empezar a aprender el idioma y unos cuatro para hacerme cargo del juego de palabras... el que repaso ahora, pese a saberme la línea de memoria, como pasándole una mano de pintura al significado (lo mismo me pasó con el Dark Side of the Moon, el primer disco con letras que tuve, y las primeras canciones que me supe de memoria en inglés sin tener tan claro qué significaban. Hasta el día de hoy cantarlas es sentir como la deliciosa ignorancia recibe un baño de sentido. Sí, un baño de CHOCOLATE de sentido). 

De niño me sentía bien identificado con el tal Eustaquio/Eustace. Más que nada porque él, como yo, andaba siempre solo y parecía gustarle, despreciando un poco al resto de la humanidad como mecanismo de defensa. Creo que quince páginas después de esa primera línea, Edmundo, su primo, lo trata de "pedante", presentándome esa palabra, tan útil, a mis ocho añitos. De adolescente y ya de adulto me vino a gustar/servir para explicar cosas/acomodar la metáfora de su transformación en dragón y aaah, el alivio de rascarse una piel para inevitablemente verla volver a crecer. La mejor imagen de los siete tomos de Narnia. Lo que no es poco decir.

Nunca he vuelto a leer las Crónicas en su idioma original. No me nace, no me sale, estoy demasiado encariñado con la traducción de mis primeros años. A veces pienso que sería, en efecto, como leerlas de nuevo como si fuera por vez primera y corro el riesgo de mirarlas con mis ojos de treinta años, más chicos y más críticos, incapaces de encontrar algo completamente bueno, incapaces de encontrar algo completamente malo. Es un riesgo que no quiero correr con Narnia. Intenté hace unos años, tengo que confesarlo, pero no llegué hasta la III (que fue la segunda de mi vida). Y esa edición completa ya no es parte de mi biblioteca, porque estaba conviviendo con mis libros, como yo convivía con su dueña.


Por qué es la número 7: En un esquema 4-3-3 el Siete es el puntero derecho. Habilidoso, veloz, dispuesto a centrar o encarar. Medio generoso, medio egoísta. Hmmm, como el protagonista principal de El Viaje del Explorador del Amanecer. Este libro va en ofensiva porque, como buen relato semi-infantil, prodiga imágenes y fantasías, todas las que pueden crear, pero que no son muy buenas defendiendo. Un buen libro infantil es un artefacto tan frágil. Y tan, o más, mucho más, poderoso que sus contrapartes que descansan en las secciones de "adultos".

lunes, 21 de noviembre de 2011

Interludio: Las Expresiones.

Interrumpimos nuestra programación un poco en luz de la contingencia y un poco porque esto me ha dado vueltas por la cabeza desde que el Alcalde de la comuna de Providencia, el ex-CNI Cristián Labbé comunicó que realizaría una suerte de homenaje a su otrora camarada, el asesino y torturador convicto Miguel Krassnoff. 

En medio de la agitada escena local, del movido año de protestas e indignación generalizada al punto de la efervencia, el gesto de Labbé se siente, naturalmente, como una provocación al medio. Un ejercicio menos que atinado de su libertad de expresión, y un claro error en tanto política edilicia. El dedo del medio para todos los que, dadas sus avasalladoras políticas autoritarias, lo han ridiculizado y pedido su salida a gritos. El gesto de un auténtico hijo de puta. De los de verdad, de esos que nacieron así, se educaron y perfeccionaron así. A niveles, ciertamente, indignos. 

Hace unas horas se realizó una contramanifestación en forma de "funa" al evento, donde una vez más las fuerzas del así llamado orden público hicieron de las suyas y descargaron todas sus manías (de nuevo: qué clase de credenciales psicológicas hay que tener para aceptar un trabajo que incluye en su descripción "apalear gente") y su comandad furia entre los manifestantes. Hay prensa herida, embarazadas expuestas a gases abortivos. Lo peor de lo nuestro. Lo cada vez más cotidianamente peor de lo nuestro.

Los partidarios de Labbé, que cada día son menos, en verdad es él mismo y alguien más que le presta ropa de turno, hacen apología del acto diciendo que el edil está en su derecho y que en Chile perseguimos al que piensa diferente y le hacemos la vida imposible y bla, bla, bla.

Y tienen razón. En las dos cosas

Lo irónico es que la persecución al que piensa diferente ha sido instigada una y otra vez por el mismo Labbé y qué decir por el "homenajeado" del día; pero sí, este es un país donde todavía no aprendemos a disentir. Todavía prevalece la idea, tan de la dictadura, de que tiene que haber Una Razón, Una Verdad, Una Forma de Hacer las Cosas (como el ex-ministro de educación que decía que marchar "no es la forma de dialogar"). 
Y el alcalde está en su derecho de homenajear a quién quiera, siempre y cuando no comprometa su condición de elegido por la ciudadanía, como en este caso. Y he ahí la falta, más allá de la falta de tacto que, siendo sinceros, no le podemos pedir mayormente a un ex-CNI. Esta es gente cuya descripción de trabajo era "seguir, secuestras, torturar y asesinar gente". Esta es gente que, si nos hubiéramos hecho cargo de las heridas de la dictadura como corresponde, estaría toda siento tratada en psiquiátricos. 

Y hoy se paran, delante de todos, a pedir la tolerancia que nunca han tenido con nadie más. La que les hace abusar de su poder y sofocar manifestaciones a punta de violencia, Con toda la cara de palo del planeta, o como futbolistas bien adiestrados, se tiran al piso y lloran.

Y uno tiene que concederles la razón.


Porque de eso se trata la tolerancia, de eso se trata la libertad de expresión. Valores y situaciones a todo evento que, sí, permiten que los abusadores las explotan y hagan trampa con ellas y a veces se rían en nuestras caras. La salida al círculo vicioso de las recriminaciones empieza por poner la otra mejilla y aceptar que el Otro, ese retorcido y odiado otro que sabemos que no está haciendo esto de buena fe y que lo hace sin ningún afán de cambiar sus siniestros modos de vida, puede tener la razón. 

Lo que pasó en la funa de hoy me asusta, ciertamente. Me asusta el ímpetu de mis conciudadanos de salir a sabotear, sin importar lo justa que pueda ser su causa, la manifestación de alguien más. Me asusta ver los odios, de tantos años sin hacernos cargo de nuestro pasado, volviendo a atormentarnos de la peor manera. Y si hace unos meses me encontraba avalando la destrucción de propiedad pública por parte de gente oprimida y enrabiada, hoy me encuentro temiendo los odios desatados y personificados en las manifestaciones, por pacíficas que sean.

Porque una cosa es liberar la rabia rompiendo un paradero y otra, más sutil, más aceptada y más profunda es salir a sabotear la manifestación de alguien más. Idealmente, una puede terminar potencialmente el día que cese la opresión; la otra es una máquina de movimiento perpetuo. La misma que nos puede llevar a donde estábamos hace casi 40 años. 

No, no está bien rendirle homenaje a un torturador. Pero sabotear un homenaje, intentar interrumpirlo y cortarla... es algo que la CNI estaría feliz de endosar, creo yo. Si el homenaje o el homenajeado te ofenden, vas y haces un homenaje a alguien contrario; o realizas un anti-homenaje exponiendo al asesino por sus crímenes. De eso se trata la democracia.

Creo yo.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

DIEZ - El Napoleón de Notting Hill

The human race, to which so many of my readers belong, has been playing at children's games from the beginning, and will probably do it till the end, which is a nuisance for the few people who grow up.

Es una gran primera frase, una que dice de inmediato con qué clase de libro estamos lidiando. En promedio (según la edición) después de leer esa línea te esperan 300 o 400 páginas de aventuras, metáforas, esbozos teológicos, y muchísimas frases increíbles, a tal punto que una vez terminada, cuesta recordar que todo empezó con una sonrisa ante esa primera frase.

Uno de los libros definitivos de mi vida, del tipo que me llevaría a la isla desierta o al sarcófago. Chesterton escribe un futuro alternativo, 80 años después del 1904 donde está publicando, donde en realidad todo es igual a su era, con algunos pequeños cambios en el sistema político. La historia sigue al más excéntrico e iluso de los reyes de Inglaterra (electos al azar en este futuro) y sus medidas para reencantar al ciudadano común con la vida.


Esta es la novela de la lista que me hizo llorar. De emoción, de bien escrita que está. Una de tres en toda mi vida y mi más o menos amplia experiencia lectora. La quise leer desde mi primer día en la Universidad, pero estaba pedida, y estuvo pedida todo el semestre. Ese primer día me llevé otra de Chesterton a casa, y fue recién en mis vacaciones de invierno del año siguiente que pude sacarla y leerla. Después me compré la onerosa edición en español (particularmente onerosa para mis ingresos de esos días) y fui muy, muy feliz, devorándola una tarde de lluvia. Esta abajo, en la bodega. La voy a ir a buscar en cuanto termine de escribir esto




Por qué es la número 10: Por que el diez es el armador de juego, el genio y figura, quien controla los ritmos y determina todo lo que pasa en el ataque de un equipo. Porque Maradona nos enseño que diez es de D10S y Chesterton es un tipo no sólo vinculado con lo divino teológicamente sino con Maradona en tanto máximos exponentes de un arte. El mismo Borges decía que toda su escritura en prosa la había aprendido de Chesterton. Seguro que mentía, pero elijo creerle.

Ocho - Aventuras de Huckleberry Finn

You don't know about me without you have read a book by the name of The Adventures of Tom Sawyer; but that ain't no matter.



Otra del curso aquél con Marten (la última eso sí). Esta viene un poco fuera de tono. El invierno despuntaba y las aventuras de Huck Finn son, claramente, un libro para leerse bajo la sombra de un árbol cuando la primavera y el verano se entremezclan como los colores en una paleta pictórica. Aún así, es pedazo de libro, de esos que no paran de entretener y entretener y entretener. De los que, en retrospectiva hacen que uno quisiera tener el día entero para perderse en ellos, y así descubrir una vez más ese milagro por el que la vida en las páginas se vuelve más grande que la vida fuera de ellos.


Por qué es número 8: Porque Huck Finn, quién aspira a ser al Auténtico Héroe Americano (aunque si lo fuera, dicho país sería un lugar tanto mejor) puede cubrir y correr y crear. El segundo volante de contención se caracteriza por avanzar más hacia el ataque que su compañero, y quién mejor que Huck para hacerlas todas, corriendo sin parar.

Seis - El Extranjero

Mother died today.




Si hubiera sido "My mother died today" todo habría sido mejor. La frase me ha perseguido por años, como el comienzo de una película en blanco y negro, como un cortometraje compuesto de chillidos, como despertarse en medio de la noche con esa canción de Armenia dell soundtrack de Heat...


Se hacía un silencio en el disco y yo me desperté cayendo en la trampa de creer que ese segundo de silencio era la señal de que el disco había terminado hace horas. La falacia clásica del ser humano. Después vinieron los sonidos de taladro, los aullidos. La sensación de miedo en medio de la noche más segura. Un mareo general. Yo tenía dieciséis años y leíamos El Extranjero para nuestra clase de filosofía, de todas las clases.


Un compañero, que ya sabía que yo estaba con depresión me dijo años después que cuando nos tocó leer El Extranjero pensó que hacía me habría de sentir yo. Le sonreí, semihalagado, como todo aquél que se siente descubierto, mencionado y recordado en medio de un libro; y le saqué mi clásica historia sobre cómo Camus también era arquero y había postulado que jugando al arco pudo observar lo mejor de los seres humanos. Cuando insiste con la mención le digo que sí, que se sentía así un poco.


Mentira, nunca lo terminé de leer. Eran otros años




Por qué es número 6: De los volantes de corte, el 6 es el menos creativo, el más brutal. El que pega más y da pases cortos, con las nobles excepciones de los que han deslumbrado en el puesto. El Extranjero ni siquiera me dejó pasar a mí, en mis años más lentos. Pero la frase queda, aíslada, como los horrores del mundo.

Cinco - El Buen Soldado

This is the saddest story I have ever heard.



No creo que lo sea. Ciertamente no es la historia más triste que yo haya oído, aunque está ahí. Hay que tener desplante para empezar así. Una frase que te bota de entrada y te pone alerta. En retrospectiva te hace pensar ¿cuántas historias tristes has leído? ¿cuántas has vivido? ¿qué es una historia triste? y, lo que más me pregunto ahora ¿dónde está el punto en que una historia tiene que terminar para ser triste?


Solución 1: No hay historias realmente tristes, porque toda historia bien contada es una alegría. Todas esas lágrimas en fuente son de las experiencias humanas más ricas, de las que te mueven y te con-mueven hasta sacarte de la órbita común del desplazamiento terrestre y hacerte apreciar tu propia vida ahí, orbitando 28 cuadros después del segundo en que entraste a una sala de cine. (Me es infinitamente más fácil llorar en el cine o con una película que con un libro, curiosamente. He llorado con dos libros en mi vida... y uno viene más adelante en el equipo).


Solución 2: Las historias son tristes cuando las arrastramos y las vivimos día a día, cuando estamos tan inmersos en ellas que no le vemos salida posible.


Otro de los libros del curso de Marten, El Buen Soldado es una de esas raras novelas masculinamente femeninas o femeninamente masculinas. Los estereotipos y las relaciones se mezclan, en recuerdos poco confiables. Un libro donde todo es inestable y donde todo eventualmente se va al carajo. De la manera más deliciosa y terrible posible. Lo leí apurado, en días de lluvia y bibliotecas ajenas. Lo leí deseando estar bajo otra lluvia, en otro lugar, con todo el tiempo del mundo.


Algún día.



Por qué es número cinco: Necesitaba otro lateral rápido y avezado, capaz de cumplir múltiples funciones y con resistencia para un partido largo. La novela de Ford no tiene mucha explosión pero sí velocidad y si se desdobla en sus avances, Es más la novela que está constantemente cubriendo la banda que la novela que encara el arco rival, pero cumple su función a cabalidad.

Cuatro - Ulises

Stately, plump Buck Mulligan came from the stairhead, bearing a bowl of lather on which a mirror and a razor lay crossed.

Siempre he pensado que esta es (junto con la de Historia de Dos Ciudades) la primera línea más reconocible de la literatura inglesa. Será porque la cantidad de gente que empieza y empieza y vuelve a empezar el Ulises de Joyce se encuentra con Buck Milligan todas esas veces que dicen "ahora sí que lo termino". 

El Ulises es tremendo. Pretencioso sí, pero cuando tienes el talento para acompañar tus pretensiones eso no tiene nada de malo (Stereo 3 dixit). Un libro escrito para escritores, escrito para todos, para recordarnos que cuando escribimos la página es nuestra y nadie nos puede decir que hacer y podemos hacerlo todo. También un libro que, al final del día, es tremendamente entretenido sacándole todas las pretensiones del caso. El mismísimo Harry Marten nos contó aquella anécdota hace todos esos años. Que lo define muy bien. Al libro y a Harry, claro. 

En algún punto de su día Leonard Boom camina por la playa cerrando los ojos para percibir más intensamente con sus otros cuatros sentidos. En algún punto del 2006 Harry Marten nos pregunta cuán extraño es eso y yo levanto la mano y digo que yo lo hago todo el tiempo. Cuando Marten pone su cara de "alumno extranjero no cuenta" se levantan un par de manos más (la voleybolista(!) y el director del periódico estudiantil de noticias falsas) y la clase toma un giro personal e interesante. Yo cierro los ojos y estoy, en varios puntos de todos esos años, caminando de vuelta a casa de la escuela, pasando por un pasaje amplio que conozco bien y donde nunca transitan autos. Cierro los ojos.


Por qué es número 4: Porque es Impasable, como todo buen central. Porque por peso y combatividad (todos los problemas con la censura en Estados Unidos) de todo este equipo nadie más que Ulises puede pararse de stopper. Y vaya si no ha sido el stopper de tanto alumno de pregrado. 

Tres - Lord Jim

"He was an inch, perhaps two, under six feet, powerfully built, and he advanced straight at you with a slight stoop of the shoulders, head forward, and a fixed from-under stare which made you think of a charging bull."



Una y otra vez volvimos a esta línea en la clase de Literatura Moderna con Harry Marten ese otoño. La mirada fija desde abajo, como un toro arremetiendo. La clase era a primera hora, yo sufría por llegar a la hora, generalmente con mi mejor pelo de Robert Smith, signo inequívoco de que me acabo de levantar.
Marten comenzaba sus clases haciéndonos hablar de cualquier cosa relativamente letrada. Ese dia nos había preguntado por nuestros placeres culpables, esas cosas que "como estudiantes serios del mundo literario" (dicho con toda la ironía del que sabe que no se puede ser un estudiante serio del mundo literario y tener placeres culpables). Kait Evans, seleccionada de voleyball, cara de ardilla, inusualmente fue la primera en hablar y decir que leía los libros de la serie Gossip Girl. Esto fue el año antes de que lanzaran la serie de televisión, por ende "serie" quiere decir "serie de libros". Confieso que mi primer capítulo de Gossip Girl lo vi precisamente por culpa de esta clase, en que comenzamos a discutir Lord Jim.

Como primera línea no se qué tan buena sea pero "a fixed from-under stare which made you think of a charging bull" es mi ideal platónico de cómo describir a un personaje. Tengo claro que el efecto del toro arremetiendo lo da la caminata, la disposición de la cabeza y en general la línea entera. Pero para mí son los ojos. 

Por qué es número 3: Pareja de Centrales...las mejores parejas de centrales son fuertes, pero con distintas fortalezas. Quintano despejaba por arriba todo lo que Figueroa limpiaba por abajo. Lord Jim es el líbero, impetuoso, dispuesto a salir a cortar el avance rival, o limpiar lo que su compañero de saga deja más o menos aturdido a sus pies.

martes, 15 de noviembre de 2011

Dos - Versos Satánicos

"To be born again," sang Gabriel Farishta tumbling from the heavens, "first you have to die".

Otra de esas verdades incontestables. Algo tiene que acabarse para que pueda empezar algo mejor en su lugar. O no necesariamente mejor, pero... ok, "distinto".

Por si esto no bastara la novela abre en medio de la caída estrepitosa de dos personajes despeñándose cielo abajo tras el accidente del avión que los llevaba. Y se queda ahí. Todo. El. Primer. Capítulo. Y es una delicia. Es un viejo truco narrativo: empezar a contar cuando el evento ya está en curso, dejar de contar antes de que termine. La mejor forma de no dar la hora (aplíquese a las fiestas también). Y qué mejor momento de ponerlo a prueba que durante una caída a toda velocidad.

Chispeante, cómica y veloz en formas que la tanto más laureada Midnight's Children no lo es, Satanic Verses sigue siendo mi novela favorita de Rushdie. Controversias islamistas aparte, está llena de destellos de elegancia que van formando la textura de una historia así, a chispazos en la oscuridad.

Llegó por amazon al departamento de Dr. Johow donde la escalera de caracol no nos dejaba subir los muebles grandes. La leí el último verano que vacacioné con mis padres, el último verano en el Sur. La leí a martillazos, a sesiones de lectura mientras todos los demás jugaban en la playa, levantando la vista para disertarle de Rushdie al amigo o familiar del familiar que llegara preguntando por lo que leía. Todos leían best-sellers, yo leía un best-seller de una década y media atrás nomás. Y pedazo de libro.


Porqué es la número 2: Los laterales tienen que ser rápidos, capaces de ir a apoyar arriba y contener el avance rival abajo. Satanic Verses tiene la ductilidad necesaria y, por sobre todo, el ingenio del lateral para, cuando nadie lo espera, lanzarse en una jugada arriesgada y genial que termina en gol. Como esa secuencia inicial. O como el  momento en que, como parte de los "milagros" en la novela, Inglaterra se empieza a convertir en un país tropical y, en medio de una larga enumeración, Rushdie dice que "sus jugadores de fútbol empezaron a tratar mejor la pelota". 'nuff said.

Uno - HIstoria de dos Ciudades

"It was the best of times, it was the worst of times".

La primera vez que la leí tenía seis años y me la encontré en la edición más mal traducida de la vida. Tirada en algún rincón de la casa, en esos libros que eran parte de alguna colección por fascículos de alguna revista para cortar. Editaba Zig-Zag y veinticuatro años después pude tomar el ejemplar en una biblioteca de una escuela en el Norte y asquearme de la traducción, de nuevo. Pero antes...
Antes yo llegaba temprano a mis clases de inglés en el Británico de Providencia, tenía diez años y me arrancaba siempre a la biblioteca, donde la bibliotecaria de turno me esperaba con unas revistas Look & Learn de las que yo leía principalmente los cómics y algunos artículos sobre aviones. Una de las tiras comenzaba así, como el libro que me harían leer en la escuela en un par de años

"It was the best of times, it was the worst of times".

Y yo a mis diez supe que ESA era la mejor forma de empezar un libro. Lo supe nomás. La fragilidad y la intensidad, el balance en lo contradictorio que con los años me haría entender que en efecto así es la vida y cada momento es siempre, el mejor de todos y el peor de todos.
Cuando por fin leí la novela me impactó que fuera de Dickens, porque no se parecía en nada al resto de sus novelas que yo conocía. Los personajes eran tan adultos y la sola presencia de la guillotina cambiaba todo. La pensé, y ahora, habiéndola medio olvidado la recuerdo, como la novela adolescente de Dickens, no adolescente por inmadura, sino por la compleja forma en que el mundo se mezclaba en su percepción diluyendo buenos y malos.

¿Qué más adolescente que pensar que cada minuto es el mejor Y el peor de los momentos, no?

Porqué es la número 1: Porque es la mejor de todas y porque todo buen equipo comienza por un buen arquero. Naturalmente.

Pasión de multitudes, pasión de uno.

No me pregunte por el título, fue algo que pensé en la tarde cuando, en medio de mi maratón de la traducción, hice la nota mental de escribir esto.

Estaba yo en medio de mi maratón de la traducción cuando me distraje con un rebote de links que me llevó medio a medio a esta lista de las 100 mejores primeras líneas de novela. Hice clíck campante, esperando encontrarme con el Mejor Comienzo de una Novela en la Historia, es decir, la línea inicial de Dickens para "Historia de dos Ciudades en su justo número uno. Al no verla en el número uno bajé la vista y la pantalla en desesperación y pánico al bajar y bajar (en parte fue culpa del formato de la página) hasta que la encontré, saludándome desde el puesto número 9. Top ten, pero apenitas.

Por alguna razón que no alcanzo ni quiero alcanzar a explicarme esto me shockeó profundamente. Medio aturdido, empecé a leer las demás (hice la nota mental de leer a Pynchon, a quien tengo postergado de años) y fue cuando vi el comienzo de Pride & Prejudice de la señora Jane Austen que me empezó a salir el humo de Frankenstein Junior por los oídos. No es una mala línea, al contrario, pero siempre he tenido un recelo especial con la sobrevalorada escritura de la señora Austen. Habiendo pasado relativamente sin pena ni gloria, la muchacha fue redescubierta por un movimiento femenista que la ensartó y la subió a una bandera de lucha sin importar que su desarrollo de argumentos sea más bien básico y que no escriba ni tan bien como para ocultarlo. Como una Corín Tellado desplazada en el tiempo, en el lugar preciso en el momento justo, Austen siempre se me ha antojado como un invento. Y esto me afecta visceralmente, me di cuenta hoy.

Afortunadamente, palié esta impresión con los comentarios derivados de esta en twitter y de ahí pasé a otras cosas, pero en este, el día del fútbol, que por ser de selección no me importa mucho, me encontré liberando o canalizando todas mis pasiones en la vieja y querida pasión literaria. Que sí, ciertamente es para compartirla, pero parte de un punto tan personal que no puede sentirse sino irrestrictamente íntima y privada, a pesar de ser tan abierta. En esa dicotomía se forjan las mejores pasiones.

Curiosamente, y siguiendo con la numerología del mes y del día, de la lista de frases tengo once favoritas. Once que juegan en un 4-3-3 que se ordena así:

Historia de dos Ciudades


Versos Satánicos        Lord Jim          Ulysses        El Buen Soldado


Aventuras de Huckleberry Finn      El Extranjero

El Napoléon de Notting Hill


El viaje del Explorador del Amanecer           Don Quijote              Matadero 5


Con cada uno de ellos (y de ellas) tengo una relación especial. Cada uno guarda una historia, una circunstancia, parte de mí. No están dispuestos casualmente en la cancha. Ulysses es un central casi impasable y si logras superarlo seguro que Lord Jim lo cubre y te corta de inmediato. Por las bandas corren endemoniadamente Changez y Edward Ashburnham (¡a pesar de que ambos tienen problemas cardíacos en sus respectivas novelas!). Y nadie, nadie-nadie podría ser el armador de mi equipo sino el Gordo Chesterton con su Napoleón de Notting Hill. El fútbol de Maradona en su mejor momento tenía chispazos de Chesterton: sensato, refrescante, sorprendente dentro de lo cotidiano al punto de hacer de la sorpresa algo cotidiano. 
Mi trío de ataque es veloz, porque siempre me han gustado los equipos que juegan con tres en punta a alta velocidad.

Los detalles vienen ahora, más adelante.

domingo, 13 de noviembre de 2011

El cero.

Niels Bohr
Karol Vojtila
Albert Camus

y

yo.

(Camus es la pista más obvia y evidente)

sábado, 12 de noviembre de 2011

UNO (2.0)

Llueve. 
De esas lluvias que se apegan a los vidrios, cambiando la calidad de la luz, deslizándose por los vidrios como pequeños pulpos de juguete o como alguien aferrándose desesperadamente a un cerro, inevitablemente yendo cuesta abajo.

Adentro está todo en cajas, ya. Casi todo, el hervidor de agua, la radio, el computador se resisten, pactan secretamente la hegemonía de los artículos caseros. El televisor se fue al exilio, junto con su dueño. Cosas de hombres. 

Pocas cosas desinfectan el alma mejor que una buena mudanza. Con todos los pasos característicos de una buena desinfección. El momento en que la herida se limpia, el ardor de aplicar una suerte de purgante, el momento en que la herida aparece viscosa, más abierta que nunca. El dolor y el alivio. El departamento, así desinfectado de todo trazo de la memoria, se vuelve un espacio diferente. Los recuerdos se cristalizan desde los bordes, prometiendo formar una costra que dará paso a la respectiva cicatriz: así, casi invisible, quedará la marca que diga que Este Lugar Ya No Es El Mismo. Las mejores cicatrices son así, sólo las pueden ver los que saben que están ahí.

Tamara y Pamela hablan en voz baja. Los departamentos vacíos tienen esa acústica especial que amplifica todo, dándole un toquecito metálico a cualquier exclamación de sorpresa. Prefieren evitar perturbar el orden de las cosas lo más posible. Pamela sabe todo lo que le está costando esto a Tamara, todo lo que le costó finalmente asumir que las cosas ya no iban a cambiar y que por ende era hora de partir a otro lado, a cualquier otro lado. Tamara sabe que Pamela podría haber ido a cualquier otro lado, pero eligió estar ahí con ella. A pesar de todo.

Dos horas atrás, cuando la lluvia recién era de esas cosas que pueden apreciar los que han vivido por años en climas desérticos, Tamara peleaba contra una de las cajas, la que tenía escrito en plumón a un costado "Cachureos". Era la primera caja que había armado, cuando todo esto todavía podía disfrazarse de aventura, y el mejor testigo era que había dibujado cuidadosamente el rótulo, imitando el logo del programa de televisión infantil que más le recordaba a su infancia. No era su favorito, ni con mucho menos; Tamara siempre fue de ver los documentales en la cama con sus papás, pero era el programa que sus compañeros veían, al que habían ido en un paseo de escuela y, ciertamente, el que más tema de conversación le daba en sus citas o con sus amigos.

A MÍ ME COMIÓ EL TIBURÓN DE CACHUREOS

Debería haber una polera, deberían haberle regalado una polera con ese estampado y la foto del momento mismo en que el individuo cubierto con un traje de goma espuma de dos metros y medio se abalanzaba sobre su presa, un niño mitad sorprendido mitad taciturno (100% confundido) que dejaba de escuchar el griterío de los más de cincuenta otros niños en el estudio y se encontraba en un espacio encerrado, sintiendo una extraña humedad, producto ciertamente de la transpiración de quién fuera que estuviera debajo de ese traje, sintiendo que el único grito que persistía era el suyo, palpando una oscuridad profunda que parecía volverse viva y ponerle la mano en la boca para decirle:

- Ya, cállate, cállatecállate. Porfavorcállate, cállate si no pasa nada.

La vida estaba llena de experiencias así de desilusionantes, demasiadas voces cortando la tensión genuina con un "si no pasa nada", pero para Tamara esa había sido la primera.

- Supe después que al tipo que estaba dentro del traje lo metieron preso por pedófilo.

Mentira, pero otra de las cosas que Tamara había aprendido gracias a Cachureos y a contar repetidamente su anécdota era que a la gente no le interesan las historias donde el protagonista no pasa por mayores riesgos. Como tal, lentamente iba agregando detalles, cada vez cambiando más un rasgo, atenuando menos una sensación. Todo dependía de la audiencia. A veces el hombre del traje la manoseaba en la oscuridad, lo que podía traducirse en su pudor y recato hacia todas las cosas relativas al sexo o en su liberalidad y enfrentamiento franco de todas las cosas relativas al sexo. Todo dependía del contexto.

- Hueón, a  me intentó violar el tiburón de Cachureos, ¿qué mal nos va a hacer intentar esto?

Otras veces, como cuando conoció a Pamela, no había un hombre tras el traje, sino una mujer.

- Y ahí, con siete años, me di cuenta que las mujeres siempre íbamos a estar en segundo plano en este país. ¿Cachai o no? No podían decir que había una mujer detrás del traje porque sino nadie se iba a asustar. Habrían tenido que ponerle chapes y una rosita o algo. Así no se puede.

De esa conversación habían pasado diez años ya. Tamara, la universitaria, trataba de hacerlas de la mujer madura y concientizadora; y creía, genuinamente a sus veintidos años, que era su responsabilidad esparcir la mayor cantidad de historias sobre la desigualdad y el machismo, para así algún día acabar con esas cosas. Era su cruzada personal, y personalmente además esa, de todas las noches, quería impresionar a Pamela, la escolar de diecisiete, que miraba todo con sus ojos enormes, como si respirar le pareciera un acto sorprendente, o como si la hubieran estado perpetuamente descubriendo en Algo Malo.

No era tan así, pero Tamara tenía claro que esa era la pendeja con la que se estaba acostando Eduardo. 

(aquí vamos de nuevo)


jueves, 10 de noviembre de 2011

Doblemente Directo a DVD: State of Grace y Mandrake.

La mejor forma de ver televisión por estos días está siendo no ver televisión en directo. Esperar, estudiar e investigar hasta encontrar una historia buena y luego devorarla al propio ritmo. En un mundo donde el consumo dicta los gustos e impone tendencias, vivir en un país extremadamente poco relevante para la contingencia televisiva mundial tiene sus ventajas: no estamos votando con nuestros bolsillos en nada.

NOTA: ESTO NO ES DEL TODO CIERTO - VEA "Los 80", VEA "Los Archivos del Cardenal". PREFIERA LA FICCIÓN NACIONAL ANTES QUE EL REALITY O EL CONVENTILLEO.

Anoche, mis últimos rebotes investigativos me llevaron a pasar seis(6) horas con State of Play (BBC, 2003), la serie que sigue las intrigas de lo que parte como un suicidio y un asesinato sin relación alguna y termina siendo flor de conspiración política. Ambientada en la actualidad inglesa, cuenta con un reparto de la puta madre. Porque no hay otra forma de decirlo.
John Simm, Bill Nighy, James McAvoy y David Morrisey figuran como los nombres prominentes, los que saludan desde la caja del DVD, pero de fondo están Phil Glennister, Kelly Macdonald, y Marc Warren, entre otros. Todos los hallazgos pasaron a ser favoritos, como Macdonald, a quien debo a ver visto como el fantasma de Ravenclaw en Harry Potter, pero olvidé; y los que ya eran favoritos entraron en la selecta categoría de más favoritos. Simm, Glennister y Nighy llevan un tiempo en esa órbita en todo caso.
La fuerza de State of Play reside precisamente en su caracterización. El misterio ayuda y está bien construído en formas que recuerdan anacrónicamente a Frobydelsen (2007), mi serie danesa favorita. Sí, es la única serie danesa que he visto, pero igual nomás. Cada uno de los ya mencionados añade un toque y una capa de drama a la serie, con complejidades que van más allá de un mero argumento. De hecho, en el último capítulo uno podría argumentar que la trama se viene un poco abajo, pero a esa altura ya no importa mucho. A esa altura uno ya sacrificó sus horas de sueño (empecé a las 12, pensé en parar a la altura del capítulo 3, pero habría sido un crimen, y recién el último capítulo lo vi por cumplir y terminar lo empezado, a pesar del sueño) invirtió tiempo en los personajes y se siente satisfecho de verlos llegar a más o menos buen puerto. El misterio se soluciona no de forma inesperada, sino de la forma en que uno siempre pensó que iba a terminar, pero que por lo mismo jamás creyó que fuera a ser la salida. Una carta robada.
Si gusta de la intriga, las buenas actuaciones, el sarcasmo y el humor en los mejores y más terribles momentos (Nighy se roba la película, con un personaje al que ya nos tiene acostumbrados, desde Love Actually hasta su rol invitado en Doctor Who, pero que aún así hace reír y genera quizás la mejor tensión de la serie cuando choca con Glennister como un policía que podría ser el nieto de su personaje en Life on Mars) vaya por allá. Es más, si quiere venga por ella y la vemos juntos, que me la quiero repetir YA.




Habiendo dormido poco y ostentando una cara más propia de un futbolista post-bautizo que de un ciudadano trabajador y respetable; llegué a casa a la hora de almuerzo tras hacer unos trámites y justo cuando pensaba qué iba a ver a la hora de almuerzo (no quería ver 30 Rock, cansado como estaba, necesitaba una historia más lineal o si no me iba a doler más la cabeza) sonó el teléfono y Gonzalo me anunció del otro lado que me había traído los DVDs de Mandrake, para que los copiara y dejara de hacer intentos de ver la serie en portugués sin subtítulos (por alguna extraña razón, no hay una versión pirata con los subtítulos dando vuelta).

Problema solucionado. La oficina de Gonzalo queda a tres cuadras de casa. Mandrake hace de las suyas de fondo mientras escribo esto.

La primera vez que ví  Mandrake tenía 24. Seis años después sigue siendo uno de esos estándares con los que juzgar a las demás series. Mandrake, abogado y vividor en el más profundo y mejor de los sentidos de la palabra, pasa por una serie de aventuras y desventuras, todas involucrando sexo, drogas y mujeres increíblemente atractivas. Mandrake, como todo buen ciudadano, las ama a todas por igual y paga el precio que aquello conlleva.

De nuevo, la fortaleza de la serie está en sus personajes. En algún punto el primer capítulo da una cátedra de cómo presentar a siete desconocidos y volverlos queribles en una escena de cinco minutos. Mandrake, la serie, trata a su espectador como si este fuera inteligente, sin sobre-explicarle las cosas. Planos generales en los que los personakes se miran y entienden, perqueños guiños que dicen más de lo que está pasando por sus cabezas que todos esos acercamientos, repeticiones y diálogos trillados que componen la basura nuestra de cada día en la televisión.

Mandrake tiene toda la onda de un policial negro, por más que no haya mucho policía involucrado. También lo tienen, a su modo, State of Play y Frobydlsen. Brasil, Inglaterra y Dinamarca. Los tres nos entregan sus versiones, con lo que es distinto y lo que nos une, en el mundo occidental. Sexo, contradicciones, intriga, la dicotomía entre la profunda y solidaria preocupación por el otro y el desapego alienante de los tiempos modernos.


Y es tremendamente entretenido.

martes, 8 de noviembre de 2011

Interludio Pop

Pop del dulce, en tantos sentidos. Realizado con 288.000 gomitas de dulce, este video está dedicado, sentida y amorosamente, al segmento de nuestros lectores que gustan de los huevitos de almendra. Los que, curiosamente, ocupan un lugar más o menos similar a las gomitas en mi ránking personal de dulces.

Sin más ni más: Kina Grannis, In Your Arms.


GULA

La gula, por estos días, es absolutamente cultural. De la otra hay también, ciertamente, pero me hallo mucho más concentrado en engullir artefactos culturales, al punto que la boca me queda manchada, la ropa estropeada y hablo con la boca llena, babeando, a ritmo vertiginoso y velocidad ininteligible, arriesgando la asfixia en cada frase.

El fin de semana pasado estuve, por segunda vez en el año, visitando a mis amistades en el puerto principal. Esta vez bajo el marco de Puerto de Ideas, donde pretendía ver a Kristeva y terminé viendo a un astrónomo hablar del Tejido del Universo. Oh, sí.

Mientras tanto traduzco. Y también edito la segunda parte de la novela. La primera y la tercera están casi listas y la verdad la idea es hacer una suerte de copia master de la que sacar las cosas que no funcionen un poco más adelante. Mientras tanto, la próxima novela está tomando forma, con un par de personajes, una idea inicial y una de las líneas argumentales más o menos bien delíneadas. Repito: Oh, sí.

Se aprecia, ¿verdad?
Mientras tanto escucho. Desperté un día con "You Are" de Lionel Ritchie y empecé a perderme en el camino del Motown. De Lionel a los Commodores a los Jackson Five. La vida tiene más ritmo así.
Mi compañía de esta semana es "The Complete Nº 1's", un set de diez discos con...bueno, con los números uno del sello. En cualquier ranking. Es bello, musicalmente hablando. La presentación del box-set también, como se aprecia en la ilustración. Quizás, algún día. Oh, sí.

Mientras tanto leo. Leo y leo, la verdad. Cómics, naturalmente. Alias y Powers de Bendis, Incognito y Criminal de Brubaker. Lo mejor de los cómics independientes de Brubaker es que vienen con pequeños ensayos sobre el género y otras cosas interesantes en sus últimas páginas. Y cada ensayo tiene mil referencias y así me voy perdiendo en esta gula.

Así fue cómo terminé dedicado a escuchar los radioteatros de The Shadow, con Orson Welles como The Shadow. Y esto recién empieza. Oh, sí.

Asimismo es como estoy viendo The Thunderbirds. Viejos favoritos, tan viejos que sospecho que me gustan por memoria genética. Mi papá veía los Thunderbirds cuando era chico, así es que me declaro biológicamente condicionado para emocionarme con la fanfarria de inicio.

Leí "Torso", la novela gráfica de Bendis sobre el caso que le tocó a Elliot Ness después de Capone. Si lo suyo es el policial negro, vaya por ella. Está contada con más de un recurso interesante. Se lee más rápido y es tanto mejor que una película. Por cosas como esa es que me gustan tanto los cómics. La compresión de la información, oh sí.

Todos los días almuerzo viendo un capítulo de 30 Rock. Ahora entiendo porque, cuando veía The Office, me llamaba tanto la atención de que las dos series fueran nominadas a todos los premios y fuera 30 Rock la que se llevaba todos los premios. Es de esas series bien escritas de una forma en que hacen parecer natural y fácil ser una serie bien escrita.

Tengo en reserva, por si me da mononucleosis o algo así, un par de series de animé, en particular una que se llamaba S.Cry.Ed. que dejé interrumpida hace...¿10 años? y que recuerdo me gustaba mucho por el dinamismo del dibujo y la construcción de la historia. Veremos qué tal.

La lista de películas pendientes, eso sí es. . .

Rebecca, U-Turn, The Limey, Conversations with Other Women(de nuevo, sí), Psycho, Vertigo, Dick Tracy, Bulworth, Lolita, Carlos, Dressed to Kill, Fever Pitch, Made in Dagenham, Paprika, Save the Tiger, The Graduate (todavía), I am a born Liar, Il Deserto Rosso, Ichi the Killer, The Damned United, The Wrecking Crew, Star Trek...

Y si bien he visto algunas, siento la necesidad de revisitarlas, fijarme en otras cosas. Algunas por razones puramente técnicas, otras por hacer la más profunda de las catarsis.

Lo último que vi fue The Art of Football from A to Z, el especial que John Cleese hizo para la TV alemana antes del mundial 2006. Absolutamente grato y recomendable; y si usted tiene una mínima idea de quien es John Cleese le va a encantar. Eso sí, mi copia pirata venía con subtítulo en sueco, lo que no era problema con el inglés de Cleese, ni el portugués de Kaká o Pelé; me trajo un dolor de cabeza pequeñito con el francés de Platini o Henry, un poquito más que con el italiano de Collina. Con el alemán de Ballack, Beckenbauer y Wenders hice lo que pude y con el holandés de Van Nistelrooj me rendí nomás. Aún así, fue grata experiencia.

Querido lector, me pasa cuando escribo de estas cosas que me alargo y me alargo por siempre. Así es la gula. Espero que, al menos, tanto nombre dando vueltas y tanta referencia le sirvan en algún momento de ocio. Ya le podré dar mayores orientaciones y ya me las podrá dar usted a mí.

Por lo pronto, un hit Motown para mover las patitas. Los Jackson Five se anotaban flor de número 1 el 70 con The Love You Save. El "mover las patitas" no es tan gratuito, porque era precisamente lo que [El Autor] de este humilde espacio hacía ayer en el metro, camino a almorzar con una amiga. Oh sí.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Seriales DOS

Porque la vida, como los cómics semanales, se suspende en un eterno segundo acto, sin saber cuándo, oh cuándo, viene el desenlace. Cada momento puede o no conllevar un pequeño apocalipsis, una catástrofe enana o el final de los finales. Nada es tan terrible y definitivo, y por ende todo es así de terrible y definitivo.


Hasta que se acaba.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Sólo quiero decir...

Que a pesar de mi desprecio consumado por Flaubert, nada es tan malo como para ser comparado con las cosas que están pasando en X-Men mes a mes (salvo las cosas que pasan en otros cómics similares y de peor laya). No hay hipérbole que resista, mucho me temo.

martes, 1 de noviembre de 2011

Seriales.

Adoro las historias seriales. Y serializadas. Me gusta la forma en que imitan la forma de la vida misma: conocer a alguien es entrar en su vida en el capítulo 14 y tener que retroceder a hacer lecturas detalladas, escuchar anécdotas como flashbacks y construir una imagen del otro que se parece mucho más a comprender lo que está pasando en los X-Men este mes que a una novela de Flaubert. Uno podría ponerse puntillosamente deconstructivista y decir que toda novela remite al pasado y bla, bla, bla. Pero no. La ficción serial, particularmente cuando uno llega a la función para encontrar que esta ya ha empezado, cuando se requiere precisamente del esfuerzo consciente para llegar al pasado (un viaje que es más realizable pero igual de sacrificado que el viaje al futuro, ciertamente) tiene un gustillo especial. Al menos para mí.

Esto porque este ha sido, por paliza, mi año más serializado. Si existe tal cosa como Alguien Escribiendo Esto, estos meses, estos diez meses completos y contando, parecen ser una colección de historias intersectándose en ángulos imposibles, inverosímiles a veces, sobre un espacio muy reducido. Como si Alguien estuviera ordenando su pieza, su casa, su vida, y se hubiera quedado repasando su colección de revistas antiguas, distraídamente: el deporte acá, las del corazón por allá (y qué divertido era el término "revistas del corazón" durante los 50s), las de actualidad, las políticas y así. Todo entrecortado, esperando el momento de gracia en que todo haga sentido.

O no.

Después del Gran Colapso del Disco Duro Removible, quedaron, me doy cuenta, tres canciones de los Pet Shop Boys en mi iTunes. El remix Blank & Jones de Love Comes Quickly (mejor que la versión del disco), Left to my Own Devices (cortesía de algún cuento de Fresán y de que, por sí sola, una Gran Canción), y To Face the Truth. En alguna red social alguien menciona el Behaviour como un #discoperfecto (sí, esa red social) y yo me quedo pensando, reviso mi discografía y encuentro que, después del Gran Colpaso del Disco Duro Removible, quedaron, me doy cuenta, tras canciones de los Pet Shop Boys en mi iTunes. Siento que ya he hablado de las otras dos por aquí y tengo la duda de no haber hablado de To Face the Truth... un vistazo rápido en google me dice que no, así es que aquí os va.

To Face the Truth es una de esas canciones para llegar a casa. Sábado en la noche, tarde, mas no al final de la noche. Completamente sobrio, encontrar la casa vacía o, si hay alguien más, descubrir que duerme. Salir al balcón y escucharla suave. Es una canción para cuando los invitados se van o para cuando uno está escribiendo. Una canción, por fuerza de asociaciones en mi vida, para las noches de Noviembre. 


Uno tiene, siento, una cierta obligación de aportar con su visión de las cosas al mundo, de tomarlo, tranformarlo y devolverlo de forma ligeramente distinta. Citar vs retweetear. Cortar y pegar menos y parafrasear más. Usar menos expresiones formulaicas o usarlas para cosas que las pobres jamás pensaron que alguien las usaría.

Otra Torre está, ahora sí que sí, a un mes de estar lista. En serio. Enserio. En-serio-en-serio-en-serio. Trabaje moderadamente en ella este fin de semana, y tengo el hilo bien enrollado y depurado y pronto podré cortarlo. Algo así como dos años después de haberme sentado a escribir furiosamente esa primera parte, como el primo gordito de la novela de Jo, corriendo sin seguirle el paso. Y claro, cinco años de la primera vez que me senté y escribí lo que era la primera página y ahora está ahí, comenzando el primer capítulo. Es una novela profundamente adolescente, en tema y ejecución, me doy cuenta ahora, y está bien que así sea. La próxima será mejor.

De la próxima tengo la primera escena y a sus dos protagonistas. Eso y una eventual gira por el mundo. Y hartas tardes de lluvia. Y una gata en celo. Detalles... bastante más adelante.



viernes, 28 de octubre de 2011

Special Topics in Calamity Physics. También: Norman Mailer y Ali vs Foreman

La portada del paperback,
para que no te le pierda de vista.
Acabo de terminar "Special Topics in Calamity Physics" de Marisha Pessl, a primera vista un libro listillo,  escrito por una autora ídem. Una novela debut y, como tal, una novela donde la autora se juega todas sus cartas, como si fuera a ser la última novela. De su vida. De la humanidad también, a ratos. Eso es lo que más le juega en contra a Special Topics, la verdad sea dicha, pero es un defecto entendible y, por lo mismo, perdonable. Ahora bien, su atención al detalle y las referencias excesivas (sí, excesivas, lo que, si usted me conoce querido lector sabe que eso las vuelve cuantificablemente HARTAS) terminan jugando un rol considerablemente más importante.

Porque de las 500 páginas de novela, Pessl pasa las trescientas primeras construyendo lenta y meticulosamente, gracias a una narradora odiosamente torpe y tímida, luego muy poco confiable, el mapa del terreno donde se terminará desarrollando el desenlace de la novela. Lentamente, haciéndonos la finta de que está construyendo un bildungsroman, Pessl mantiene nuestra atención con la pirotecnia de las referencias múltiples, las anécdotas en masa, generando así el clima de saturación y desorden perfecto para lo que viene después.

Lo que viene después es la novela de misterio, asesinato e intriga, que se desarolla en cien de las páginas restantes. Tiernamente anticipada a lo largo del relato (las referencias a policiales son marcadas y, muy en particular a las novelas de Robert Conroy, monstruosos tomos de mil páginas o más, los que, en palabras de la propia Pessl, se vieron prontamente opacadas por las historias de Conan Doyle tanto más accesibles). Todo el aburrimiento y tedio anterior se ve así justificado, podemos captar el plan mayor de la novela y nos dedicamos a ver como lo improbable derrota a lo imposible y esta novela se transforma así en un policial de los buenos.

Pero antes...

Antes del fin, durante las últimas cien páginas o menos, Pessl se da otra vuelta de tuerca y se dispone a resolver un enigma que, al menos yo durante las primeras trescientas páginas, había ponderado y desestimado por improbable. Como ya nos pintó la escena desordenada y caótica y más encima hizo estallar la bomba que alteró todo, Pessl queda así con el campo abierto para contarnos lo que sea y hacer que se vea plausible. Tal y como Hannah Schneider, uno de los dos grandes focos de la novela (el otro siendo el papá de Blue, porque la narradora misma se las ingenia para ser tan insignificante como ella misma cree que es). En este último giro, Pessl abusa del verosímil, pero, a sabiendas de que ya pasamos cuatrocientas y tantas páginas con ella, que nos dio lo que queríamos recién, satisfaciendo las expectativas que ella misma generó a la perfección; se permite darnos un poquito más. Total, al que no le guste, puede cerrar el libro antes.


Special Topics in Calamity Physics es una experiencia satisfactoria. Lo que sí, es demasiado satisfactoria. Lo que nos lleva, mi querido lector, a lo prometido. Norman Mailer. Muhammed Ali. George Foreman. The Rumble in the Jungle. 1973.


"En el momento en que Alí dio el golpe de knockout, Foreman empezó a trastabillar y caerse. Y Alí lo empezó a seguir, con su mano derecha cargada para un golpe más. Pero no lo tiró. Fue como si no hubiera querido arruinar la estética de la caída de este hombre,con un torpe puñetazo que arruinara todo".(Mailer, 1996)*

Y ese es quizás el mejor consejo literario que le he escuchado a Mailer en mi vida. Lo tengo presente siempre. Siempre-siempre, en verdad. Es un gran consejo para la vida también. Y es una de las cosas donde Special Topics in Calamity Physics se cae. El pequeño cuestionario al final del libro, pisoteando hasta deformar la incredulidad y sensación de final abierto y algunos de esos esfuerzos por hacer calzar todo hacen que Special Topics desafine un poquito.

Pero es sólo un poquito. Vaya por él, piérdase en él. Sonríase con él. Téngale paciencia a la autora, que en verdad está construyendo una trampa para quitarle el piso y que usted se desplome, sonriente de montaña rusa, unos cuantos pies más abajo.


*La cita de Mailer viene del excelente documental "When we were kings" sobre la famosa pelea entre el entonces campeón mundial George Foreman y el recientemente salido de la cárcel Mohammad Ali. Vealo también.