miércoles, 26 de enero de 2011

CERRADO POR VACACIONES MENTALES.

Damas y Caballeros, conscientes de que el desgaste mental de [El autor] termina por producir posts de calidad menos que mediocre y no queriendo ocupar su dedicado tiempo de lectura on-line con tandas de prosa mal escrita y peor aliñada de esas que al parecer son tan comunes en las interwebs, vamos a declarar a este humilde espacio de vacaciones. Volvemos el 8 de Febrero, con nuevas metáforas rebuscadas, más generalizaciones hiperbólicas, y más, mucho más.

Lecturas de Verano: 

Entre ayer y hoy no pude dejar de leer Y: The Last Man de B.K Vaughn y Pía Guerra. Esto no tiene nada de nuevo y sorprendente, siempre había escuchado buenas cosas de la serie, pero la premisa (todos los machos de todas las especies de la tierra desaparecen) me había sido presentada en formas siempre medio zonzas y que no hacían mucho por convencerme a tomar la serie. Empecé con el número uno y cuando llegué al 60 y final hoy en la tarde pensé que, en verdad, no debería haber dormido y debería haberlos leído de una sentada. Vaya por ella a su dealer de comics pirata amigo (búsquela en torrent, debiera ser fácil). Es una historia compleja, increíblemente bien contada, y su premisa sencilla tiene lo mejor de las premisas sencillas: encanta en lo intrincado que se vuelve todo. La metareferencia está en el cómic a The Last Man, la novela de Mary Shelley (sí, esa Mary Shelley, niños) que trataba el mismo tema. 

Para leer en un día también, especialmente si anda de vacaciones en el campo - Lost at Sea, la otra novela gráfica de Bryan-Scott Pilgrim- Lee O'Malley. El equipo técnico de este blog nos recomendó que no la subiéramos, así es que espero que la pueda encontrar por ahí. Quizás más adelante la encontrará por acá.

La Canción Pegote de la Temporada: Why, Amanda Fuckin' Palmer, of course, con su Map of Tasmania. 



Nos vemos en un par de semanas, mundo querido.


PS  - Hoy cumple años la Jesu Blanco, quién por años detentó el título de comentarista y Lectora oficial de este humilde espacio. La inmensa mayoría de esos comentarios quedaron atrapados en la versión bligoo de este blog, pero la memoria puede todo lo que el cyberespacio no soporta. Celébrenla en su día, visitando su blog y dejando comentarios que la presionen a volver a escribir. 

domingo, 23 de enero de 2011

Tres grados de confusión.

De vuelta en Santiago. Flotando un poco en un lugar donde hace calor y hay luz, mucha luz. No entiendo nada mucho ni tengo nada tan claro.Ni remotamente. En muchos sentidos. Vamos de a poco.

Mientras tanto, the Three Degrees vaticina el inicio de la colonización espacial... hace cuarenta años

viernes, 21 de enero de 2011

En seis roncolas y algo más.

EL LUGAR: Sign of the Whale, el bar donde terminamos el semestre pasado con un happy hour hiperbebido y súperbailado, ocasión en la que participamos todos en el concurso para ganarnos otro happy hour. Kate, mi mejor amiga por estos lados, resultó ser la ganadora. Nos juntamos antes a "cenar" (yo venía rodando de almuerzo con Jo y café con Kait) antes con Caroline, que no podía ir después al evento, así es que me despedí de ella y de ahí Kate y yo  partimos al lugar en espera del resto de las huestes del Masters en Inglés.

RONCOLA 1 - Qué rápido se bajan estas cosas. Los vasos pequeños, la cantidad de hielo que les ponen, si estuviera pagando más de los dos dólares que nos concede el happy hour, me quejaría. Llegan Regina y Kristy y de fondo suena The King of Wishful Thinking de Go West. Esto es lo que más me gusta de ir a bares gringos, en vez de rellenar con baladas, ponen todas mis favoritas ñoñas de los 90. Hora de ir por la segunda, porque la primera no me ha hecho nada.

RONCOLA 2 - En una suerte de accidente en el continuo espacio-tiempo, mi vaso parece haberse rellenado como en un efecto del Chapulín Colorado: en un cuadro está vacío, en el otro está lleno. Envalentonado por mi sobriedad, me la tomo con un grácil movimiento de muñeca, dejando de lado las bombillas que tanto les gusta poner a los tragos acá. Kate me sigue desde lejos con su primer whisky. Regina va a al bar y vuelve con un trago en cada mano, argumentando que no puede tomar si tiene la otra mano vacía. En eso, me doy cuenta que quizás puede ser que haya pisado el acelerador un poquito demasiado antes de tiempo. Suena Jesse's Girl. Rick-motherfuckin'-Springfield. Mi canción favorita del muchacho, también de Gonzalo, cuando la descubrió en ese verano 80ero que tuvo. Al lado mío, un compañero a quién no había visto jamás, canta emocionado. Me da un poco de melancolía, sí, quizás fui un poco demasiado rápido.

RONCOLA 3 - Pero, pico, la vida es para vivirla mejor, así es que la tercera roncola viene con el auspicio de la brevedad de la vida. Me doy cuenta que esto es una experiencia difusa y me propongo escribir un post al respecto en mi blog que tanto me gusta. ¿No es Matt Fraction un alcohólico en recuperación? Sí, voy a escribir un post, uno que parta con "EL LUGAR Sign of the Whale" y después describa trago a trago mi experiencia. Sí, es un alcohólico en recuperación, pero cuando escribió Last of the Independents no tenía la parte de "en recuperación". Mi compañero que recién conocí se parece un poco a él. Alguien grita "Wooo-hooo" y del otro lado Kate me hace el gesto de que es su tercer whisky, le digo que estamos empatados y viene corriendo y grita, en español de Speedy Gonzalez "¡Privileeeegio!" y después "¡El Buuuuuuus!" Porque claro, en el bus de ida le había enseñado a pronunciar "privilegio". Suena mi teléfono y es Jo que está cerca y que tiene algo para mí.

[Mi segundo encuentro con Jo en el día fue bien lindo y no tiene espacio como tal en un post como este. Como tal, vámonos de fast-forward]

...frío, porque andaba en camisa, con la respectiva calefacción emparafinada en el torrente sanguíneo, pero el efecto se había empezado a ir. La mejor excusa para ir rápido por ese cuarto trago.

RONCOLA 4 - Pienso en Hemingway, el resto es fácil. Kate me mira con cara de ¿por dónde anduviste? y yo grito "¡Viva Hemingway!", la asamblea grita "¡Viva!" y de ahí en más la cosa se desborda. Un amigo de mi amiga me dice que el primer disco que le regalaron sus papás fue uno de Peter Cetera. "That's so gay" le dice la novia de otro amigo. Todos nombres borrosos. ¿A quién se parece ella? Me dice el amigo que ya ha admitido que sí, es de lo más gay escuchar a Peter Cetera (¿y la canción de Karate Kid?, le digo yo). La muchacha es bien idéntica a Keri Russell, y descubro que se llama Keri en verdad y que no es buena cosa recordarles el parecido. Será porque los crespos de la Keri Russell de verdad están mejor hechos.
Alguien dice que quiere ir a Sudamérica y tener pelo largo como el mío. Le digo que muero por cortármelo, pero que Sudamérica es un buen lugar en el mundo. Empiezo a articular un pensamiento poscolonial antidominancia gringa y recuerdo que este es el amigo que trabaja para la cancillería. En efecto, quiere ir a Sudamérica porque ya lo tienen asignado a un tour breve por Afganistán.

RONCOLA 5 - Esta sí que es la última. Gente que va y gente que viene. Parece que ya no voy a ver a Katie Y., así es que le mando un mensaje del corte ¿Cómo se te ocurre no haber venido? A los dos segundos, aparece por la puerta y no hay muchedumbre que me esconda. Me mira con cara de "Te voy a coquetear toda y cada vez que mi pololo no esté mirando", la miro con cara de "Consíguete un pololo que no sea de tu porte" y pienso en agregar un "ahueoná", pero no creo que la mirada de para tanto. Fin del asunto, vamos a ver el partido de hockey con los amigos de los amigos de la amiga. La amiga en cuestión se pasea bailando y cada tanto nos movemos, pero en lo que solía ser una pista de baile ahora hay una gran mesa con gente dándoselas de formales. "Fuck'em all" por aquí, "Fuck'em all" por allá.
Angus el escocés canta a mi lado, tomando cerveza. "Nunca subestimes el sentimentalismo de un escocés" se me ha dicho. Lo leí. En un cómic. De Grant Morrison. Quizás en dos cómics. De Grant Morrison. El tipo que se parece a Matt Fraction abraza al pololo de Katie Y, abraza a Angus que me abraza a mí, que abrazo a Joel, es una ronda y el seudo Matt Fraction canta Wonderwall como si se le fuera el mundo.  Se deshace el grupo y empieza a sonar una voz familiar, Peter, que parece no sacarse nunca su gorrito de niño repartidor de diarios canta emocionado. Sé que he escuchado esto antes. ¿Dónde, oh dónde? Después el coro.


Someday.
Love.
Will.
Find.
You.



la conchadesumadre

Cierro los ojos y en vez de ver oscuro me veo en un ring y dos recuerdos salidos de no sé donde me pegan en un lado de la mandíbula y después en el otro. Pienso en mi mandíbula como hocico y me acuerdo de la sensación de acomodarla cuando está desencajada. Hay algo de irrealidad en todo esto. Viene Kate. A despedirse.

Uno, dos, tres, cuatro, doce abrazos. Las promesas de reencuentro. Le doy las gracias por llamarse Kathryn y no Katherine o Caitlin u otra cosa así. Me dice que es su sexto whisky, nos quedan dos minutos de happy hour.

RONCOLA 6 - Si Jo no hubiera aparecido...¿habría sido la número 8? Se siente un poco como un exceso y el cuerpo me dice "¡no, no!" cada vez que intento darle la orden de mover el brazo y empinar literal y figurativamente el codo. Empiezan las despedidas, necesito tomar aire. El abrigo, la chaqueta, antes un vaso de agua. Dos. A lo lejos hay un McDonald's, necesito una hamburguesa con queso, de las más baratas con asquerosas. Pero no me da para ir a McDonald's, me doy una vuelta innecesaria en la dirección correcta y juego a ser lo más respetuoso de las señales del tránsito, pienso que no tendría los reflejos para esquivar a un caracol y me imagino el atropello con la voz de David Simm de fondo "My name is Sam Tyler". Camino, me doy otra vuelta innecesaria y otra más. Si se me cruza un Mcdonald's entro. Se me cruza un lugar de crepes. Llevo 19 años sin vomitar y no voy a romper el record por un crepe.Llegar al metro, llegar al metro.
El consulado uruguayo. Si me cruzo con alguien con acento, me voy a poner a cantar "Victoriiiino, Victoriiiino". No pasa. Hace frío, pero tampoco tanto, se está nublando, eso se siente como Abril, Marzo del 2008. El circuito La Reina-Ñuñoa. Me acuerdo de la Jose. La plaza frente a mí se parece a tantas, tantas otras. Las plazas como las pozas en Narnia VI, y el topos del espacio inmutable, mientras pasamos por el tiempo. Eso es volverse viejo. Llego al metro, me siento. Me sonrío y nos sonreímos con desconocidos en la complicidad de saberse volviendo a casa después de esa noche. Sigo escribiendo este post en mi cabeza.
Puta que odio el feminismo de segunda ola.

miércoles, 19 de enero de 2011

La persecución.

Me persiguen ciertas canciones. Me persigue una época, un estilo, cosa que podría tener sentido si mis rumbos fueran los de siempre, sino estuviera yendo a lugares por primera vez.


EXHIBIT A - J. Chocolatier

Día gélido en DC. Bien literalmente: amaneció con una capa de hielo cubriéndolo todo, forzando a la gente a caminar lento y cuidadoso. Cámara lenta instantánea para todos los Washingtonians de a pie. Un chocolate caliente para agarrarse a cabezazos de lo rico. Un local pequeño en una casa antigua, redecorada con maderas cubriendo sus ladrillos bicentenarios. El día y la decoración daban la impresión de que al salir a la calle me esperaría Bariloche o Pucón. Pero no.

Adentro me esperaba Bowie con Suffragette City. Queen con Crazy Little Thing Called Love. Otras del registro. Una que se escapó a la norma. Bizarre Love Triangle, versión original. Un aire ochentanoventas en general.


EXHIBIT B - Thunder Bar & Burger

Hora de almuerzo. Falafel en sandwich con salsa de yoghurt y vegetales. De fondo Judas Priest - Breaking the Law. Después KISS - Heaven's on Fire. Una suerte de continuación con guitarras de la tanda anterior. Oh, AC/DC con Whole Lotta Rosie fue la joya del montón.

Quizás la que me persigue sea esa onda Radio ConciertoFuturoPasado. Ese gusto por la reminiscencia que, cuando deriva en atasco, es signo indiscutido de una vejez interior profunda. Madurez, para mis amigos sensibles en las butacas de allá atrás.

Las pinzas.

o

Puras pescadas.

Es un gusto que me toque música de calidad más o menos certificadas dondequiera que voy por estos días, pero aún así prefiero arrancarme a Baked and Wired, donde además de tomar un chocolate delicioso, salgo siempre con un grupo nuevo. El último fueron Sleigh Bells, que tendrá post pronto.

Eso sí, dentro de todo, en la chocolatería de esta vez tuve una desconocida de unos viejos conocidos. Y ni tan viejos. Pacientes y sacrificados lectores, The Shins les cantan Australia y se ríen de este post al tiempo que les guiñan el ojo, agradeciendo haber pasado por la lectura para llegar este momento:


"La persecución está, siempre, en la mente de quien se cree perseguido".

lunes, 17 de enero de 2011

Cosas (ah, y Veronica)

Outside there's a box car waiting. . .

Mientras escribo esto, mi pieza está casi completamente cubierta de ropa, hay un par de maletas abiertas, me miran como un niño que no quiere comerse toda la comida. Yo las miro de vuelta y les digo, sí, te lo vas a tener que tragar todo, pero es cosa de comer lento, como alguna vez me dijeron por ahí que era la clave para atacar platos grandes. Han sido días ocupados en hacer trámites, vender cosas, decidir qué hacer con cosas y muchas otras cosas. Cosas que buscan cosas, cosas que encuentran cosas.

Cosas encontradas: Casanova, no Giacomo sino el comic de espionaje y ciencia ficción escrito por Matt Fraction. Originalmente publicado en forma independiente y luego por Image, en blanco y negro y en formato pequeño, Casanova está siendo reimpreso por Marvel, ahora en colores y cada tanto con páginas extra. Dar sinopsis es, siempre, reducir una historia cuyo único sentido es precisamente no ser reducida, sino contada y recibida, si todo sale bien, al ritmo con el que su autor tenía en mente. Usted, mi querido lector, hágase sus propias opiniones leyendo Casanova, de todas las cosas. Es rápida, chispeante y como los mejores cómics, nah, como los mejores artefactos de la humanidad, trata a su audiencia como individuos inteligentes, sin darles todo en bandeja, pero con la elegancia de no dejarte atrás ni intentar demasiadas jugarretas vacía que puedan pasar por técnica.

Una de esas jugarretas clásicas es jugar a las muñecas rusas, usar un recurso una y otra vez para sorprender cambiando la perspectiva de la historia. Como esos agentes de Misión Imposible sacándose máscara tras máscara, o en Heroes cuando les dio por usar los futuros alternativos como una forma de crear historia tras historia en la que el mundo se acababa, haciendo que al final diera lo mismo cuál era el argumento de fondo. Cuesta involucrarse con personajes cuando sabe que no sólo van a estar bien al final del día, sino que todas sus peripecias serán borradas de golpe y plumazo, como si nada. Alicia en el País de las Maravillas tiene que ser la única historia que funciona con un final del tipo "y entonces despertó". Y aún así, no puedo dejar de pensar que si hiciéramos el ejercicio de cambiarle al final tendríamos una mejor historia. Tarea para una tarde de vacaciones, mal que mal, los derechos de autor para Alicia expiraron hace unas cuantas décadas ya. Y sería mejor que lo que le hicieron a Huck Finn.

A la tercera temporada de Veronica Mars le pasa algo así, aunque en maneras más sutiles, pero eso es material para otra entrega de nuestra adventicia columna De Una Sentada.


DE UNA SENTADA : VERONICA MARS

O en varias sentadas, la verdad, pero en menos de tres semanas, lo que es bastante poco considerando que este escribano a) tiene una vida en la que no está mirando una pantalla y b) Veronica Mars tiene tres temporadas las que suman un total de 62 capítulos de 40 minutos. Doscientas cuarenta y ocho horas para escribir este reporte, no deja de ser una marca. Particularmente considerando esa tercera temporada.
Porque la primera temporada que sigue las andanzas de una adolescente que solía ser popular pero ya no lo es más y que las hace de investigadora privada particularmente obsesionada con la muerte de su mejor amiga funciona como reloj. Tomando más de una o dos movidas del libro de Twin Peaks (el misterio principal es una adolescente con una suerte de doble vida, la identidad del asesino) pero reemplazando todo lo sobrenatural por lugares comunes de drama adolescente, la primera temporada cuenta con un marco claro y definido que sostiene el desarrollo de personajes interesantes y situaciones verosímiles dentro del contexto. Veronica crece como investigadora en pequeñas historias autocontenidas o que dan pie a más desarrollo de personajes, mientras se intenta esclarecer el Gran Misterio de Fondo. Todo bien, y Kristen Bell hace lo suyo, Enrico Colantoni, como el papá de Veronica, investigador privado y ex-sheriff caído en desgracia es, eso sí y sin lugar a dudas, la joya tanto de esta temporada como de la serie entera.
La segunda temporada ofrece un poco más de lo mismo, esta vez el misterio principal es presentado al final del segundo episodio y de ahí en más la trama se despeña en idas y vueltas que parecen un tanto más forzadas que la primera vez, pero que aún así convencen. Es el último año de Veronica en el colegio y la dinámica está bien realizada. El desenlace tiene unos pocos inverosímiles, lo que, eso sí, compensa con momentos genuinamente tétricos.
En la tercera temporada todo se va un poco al carajo. Tiene dos semi-arcos principales, que se resuelven en ocho capítulos, siendo el resto de la temporada una serie de historias sueltas que intentan mover un poco a un grupo de personajes, al tiempo que busca justificar forzosamente porque es que siguen juntos en la misma universidad si salieron del mismo colegio, cosa bien improbable por estos lados, dicho sea de paso. La evolución de los personajes perjudica a varios viejos favoritos como Jason Dohring haciéndolas de Logan, quien queda hecho un poco de cartón, y favorece a pocos, el más notable siendo Ryan Hansen como el honestamente idiota Dick, que se luce en buena parte de sus apariciones. Retomando el pie forzado de esta columna: es en la tercera temporada donde hay más crímenes más truculentos y si uno saca la cuenta, pasan cosas más terribles, pero no tienen el mismo impacto emocional que en las temporadas anteriores. Veronica se mete en líos más complicados, pero como se desarrollan en menos tiempo, cuesta preocuparse por ella.

Quizás Veronica Mars sufre especialmente cuando es vista así, de una sentada. Ciertamente, además, esa tercera temporada sufre por la condiciones en que fue producida, con un final más desparramado que abierto, motivado por la inminente cancelación de la serie que, como tantas otras, fue un éxito de crítica pero le fue ahí nomás con los ratings. No deja de ser una serie interesante, alabada por personajes del corte de Joss Whedon (que además se ganó un cameo en la segunda temporada) y Stephen King. Quizás sea una de esas series que les gustan más a la gente que hace series que las que la ve. Como los Velvet Underground, sólo que más pop.
Mi recomendación es que usted se vaya temporada por temporada. La primera véala sí o sí; la segunda también, siendo honestos. La tercera decida usted mismo si quiere ver qué pasa después o no. Sea como sea, hay, especialmente en esos primeros cuarenta y dos capítulos, un intento sólido de hacer televisión entretenida y a la vez un poco más pensada, con un toque de género detectivesco generalmente bien hecho. Y eso es digno de ser apreciado. Especialmente en retrospectiva, cuando uno sabe que lo que reemplazó a VM después de su cancelación fue un reality spin-off de las Pussycat Dolls.
Así de mal.

Al saberse se su cancelación, el creador de la serie, Rob Thomas, filmó un trailer para lo que habría sido una cuarta temporada, ambientada cuatro años después, con Veronica trabajando ya para el FBI. Quién sabe qué tan bien habría salido. Pero ciertamente habría sido bueno verla. Da para pensarlo hoy, cuatro años después.

O sea, las Pussycat Dolls, por amor de Dios.

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En algún punto entre el comienzo y el final de la última subsección se hizo tarde. Yo debería escribir ahora de fiestas sorpresa, comidas de despedida, discos encontrados, perdidos y bajados. Cosas que buscan cosas, cosas que encuentran cosas y cosas que se pierden, sencillamente, entre las cosas. Tenía ganas de cambiar el formato de este blog por entradas semanales maratonica y desalentadoramente largas, pero un plan que comienza declarando su fracaso es un plan que tiene que repensarse. Lo anterior es válido incluso para el Caballo de Troya.

Here comes your man -

miércoles, 12 de enero de 2011

La Promo.

Ciertas ocupaciones postales me han tenido un poco fuera de la así llamada blogósfera. Escribo correos moderamente largos eso sí, así es que si usted, mi querido lector, quiere que le escriba uno, mande un correo con el asunto "YO QUIERO RECIBIR UN CORREO LARGO O MODERADAMENTE LARGO" a

cartasaleo /arroba/ gmail.com


Y si no nos conocemos, específique al menos un nombre o tópico sobre el que le gustaría recibir correspondencia.

Oferta válida hasta agotar stock.

jueves, 6 de enero de 2011

In Memoriam - María Ester Martínez.

Me he enterado, hace escasos instantes, que María Ester Martínez ha fallecido. No tengo aún mayores detalles, pero intuyo que el cáncer aquél que se manifestó hace un par de años habrá vuelto a ponerle punto final a una vida extraordinaria. El tipo de vida que merece reportes continuados en los medios y cuyo fin hace que uno inevitablemente remita a W.H. Auden  en su llamado a parar todos los relojes, cortar los teléfono e impedir que los perros ladren.

Las historias son muchas, muchas para este espacio, muchas para cualquier espacio textual. Anécdotas pequeñas y grandes,  de vidas cambiadas en un toque, una conversación. Pienso en la alumna que no podía leer la pizarra porque no tenía para comprarse lentes y como MEM se encargó de comprárselos todos esos años, sin que nadie supiera (la alumna en cuestión contó esta historia varios años después). Pienso en todas las peleas y rabias contra la corriente para conseguir que volviera el ingreso diferenciado a Inglesas. En definitiva, que volviera la carrera de Letras Inglesas.

Pienso en la clase que paró para que yo de una buena vez sacara toda esa angustia que me estaba carcomiendo, y como me enseñó que "it's good to have options". Pienso en la extraña forma en que me invitó a ser su ayudante y cómo peleábamos a sabiendas de que nos gustaba pelear. La importancia de disentir con inteligencia, la importancia de considerar las cosas a fondo. El número de lecciones recibidas de ella es, sencillamente, incomensurable.

Han pasado algunas horas, desde el párrafo anterior, desde todo. Anécdotas compartidas por medios diversos, la fuerza de las distancias y las ausencias. El enérgico balance entre el lamento profundo y el recuerdo iluminado. María Ester era de esas personas que no paraban nunca, que vivían haciendo y disfrutando hacer, hasta el fin. Lejos de esos individuos que tienen una época de oro, MEM trataba de hacer de todo momento una época de oro. Rabiando todo lo que fuera necesario y alegando siempre, porque siempre vale la pena. Cuesta no recordarla como un ejemplo de firmeza y convicciones. Una persona consciente de sus prejuicios y siempre lista a dejarse sorprender y dejarlos de lado.

En tiempos donde nadie quiere tomar decisiones difíciles, donde la cultura imperante dicta que ignorar es mejor que rechazar, MEM representaba, como alguna vez sentenciamos con Cristián Opazo "lo mejor de la vieja escuela". Me da vueltas la frase, que apela a las cortesías necesarias, la decencia y los buenos modales que no son artificiosos ni pretenciosos sino que cumplen una función precisa y práctica. En los gestos innecesarios que no sabíamos lo necesarios que eran hasta que desaparecieron. Ya no los hacen así.


Un poco como MEM misma. Nos queda su recuerdo y todas, todas esas vidas cambiadas tan sustantivamente. Allá hay alguien que pudo terminar su educación gracias a ella, más acá alguien que publicó su primera reseña con el auspicio de ella. Allá, tras la ventana es Arlington, Virginia. No lo sería si no nos hubiéramos conocido.

Hackeando a Huck.

Así es que, en un acto de corrección política o de protección al menor o de pacatería pura, NewSouth Books ha decidido publicar una edición de Huckleberry Finn donde la palabra "nigger" ha sido reemplazada por "esclavo" u otra similar. "Nigger", término de lo más común 125 años atrás cuando Twain escribió el libro, ha sido asociado en el curso de este siglo y cuarto con el racismo, el trato denigrante hacia los Afroamericanos y en general un feo recuerdo de la esclavitud. Si un blanco o latino o cualquier persona que no sea de ascendencia Afroamericano usa la palabra es mirado en menos, deprecado y, si se haya cerca de una pandilla negra, se hace acreedor de un cuchillazo al instante. Se habla de "the N-word" y genera tensiones por doquier. Sin ir más lejos, durante este semestre, mientras discutíamos un texto que usaba la palabra una y otra vez, se produjeron tensiones bien desagradable en mi clase de Class Fictions, y eso que la usábamos entre comillas y algodones. Es, ciertamente, un tema lejos de ser menor. 

Ciento cincuenta años atrás, Twain, antiracista y dedicado activista en estos temas, usaba la palabra a destajo, porque no tenía dicha tensión aún y aún así la usaba para demostrar la ignorancia de algunos de sus personajes. Hoy, la editorial argumenta que su edición hará más fácil discutir el texto, una novela fundamental en el canon norteamericano, y generará menos polémica en las salas de clases.

Lo que nos lleva a un conflicto clave en nuestros tiempos - El valor de lo desagradable.
La sociedad post-postmoderna cultiva la opción como relación fundamental. Siguiendo el modelo capitalista, el algortimo es sencillo: si no le gusta, no lo vea; si no le gusta, ignórelo; si no le gusta, búsquese algo que le guste y si no lo hay, procure hacerse escuchar que seguro alguien le proveerá con lo que busca. El conflicto y la polémica son relegados a la desprestigiada arena de lo político o a los conflictos culturales "menores" como el deporte o la televisión basura. El imperativo es que las cosas tienen que gustar. Facebook, la plataforma sociovirtual más grande del mundo se niega acérrima a incorporar un botón de "no me gusta", a sabiendas que el día que eso suceda será el principio del fin de su reinado. Disentir y discernir parecen ser cosas del pasado, de otras generaciones. 
Con esto lo que se pierde es el valor del choque con lo distinto, con aquello que nos recuerda nuestros límites y nos pone en situaciones difíciles, que nos hace pensar y expande nuestras mentes. El triunfo del pop meloso, de las comedias románticas en serie, las películas de acción idénticas y la marcha interminable de secuelas y remakes son una muestra de lo malcriadas que están siendo las audiencias actuales, que prefieren salir tal y como entraron a la sala de cine en vez de llevarse una experiencia nueva, aunque sea incómoda. A nivel de distribución masiva, Black Swan de Aronofsky es un buen ejemplo contra la corriente. Pero no nos alejemos tanto del tema. 
Sucede que los problemas, las situaciones que no nos gustan y que muchas veces nos avergüenzan de nuestros pares, de nuestra condición humana y de nosotros mismos, no puede ser resueltos si no han sido confrontados. Esconder la cabeza en palabras suaves y esperar que las cosas se solucionen solas es un acto de cobardía que sólo beneficia a quienes ganan con el miedo colectivo. Es pasarle las llaves de la municipalidad a los que quieren poner botones de pánico, es decir "no pasa nada" a sabiendas de que sí pasa algo. Si hay algo en esta vida que es importante mirar de frente son las situaciones problemáticas. No es fácil, cuesta, viene en la definición de "problemático", pero es la única forma de desarticularlas. Es la única forma de mejorar y mejorarnos, quizás la gran característica positiva de la especie. 

Esconder una palabra por problemática no soluciona nada. Si la palabra es desagradable y molesta, es por algo, un autor sabe lo que está haciendo, por más que el contexto haya cambiado. Y de las muchas cosas que Huck Finn nos enseña es importante destacar las siguiente: los tiempos cambias, los contextos cambian. Nada puede ser tomado tan por obvio, y es bueno que así sea.

Una de las cosas que hace posible que una nueva edición de Huck Finn salga al mercado modificada así es que, dada su antigüedad, ya es parte del dominio público. Como tal usted, yo y el vecino podemos publicar nuestras propias versiones modificadas y venderlas como queramos. Huck Finn puede vivir en la aldea pitufo y cambiamos "nigger" por "pitufo" y listo. Seguro que a alguien ya le encargaron una versión con zombies. Esta es una de las bellezas de la libertad textual, pero se mantiene supeditada a un precepto base, a mi entender:


El texto, modificado, ya NO es Huckleberry Finn.


Es algo más, una versión distinta. Como hacer una película, o una versión ilustrada para niños o para adultos. El texto, del momento en que es intervenido y alejado de la mano de su autor, se vuelve algo más. Digámosle Huckleberry Finn Diet o Huckleberry Finn 2.0, da igual. Lo importante es tener claro que el texto original es el escrito por Mark Twain, publicado hace 126 años. Y sí, tiene la palabra "nigger" 219 veces. 

miércoles, 5 de enero de 2011

Radiales.

Érase una vez el año 1994 y una familia que hoy ya no es una familia. Esta familia recorría el Norte Grande de Chile, visitando amigos y lugares, mientras el sol en lo alto hacía lo suyo y la radio tocaba una serie de discos en repetición eterna. Entre dichos discos se destacaban el hómonimo de Boston, El León de los Fabulosos Cadillacs, Mi Vida Loca de Los Auténticos Decadentes, entre tantos, tantos otros (puede ser que hubiera un grandes éxitos del Alan Parsons Project por ahí). Cada tanto, los integrantes de dicha familia se cansaban de escuchar siempre los mismos discos: era un periplo largo y había que recurrir a la música envasada toda vez que la cobertura de las ondas radiales no daba para sintonizar música que no estuviera recubierta de una interferencia apocalíptica. Esto sucedía más o menos durante un ochenta por ciento del viaje, porque así es el Norte Grande, grandes son sus extensiones despobladas. Recordará el lector el comienzo de la Cantata Santa María de Iquique

"Si contemplan la pampa y sus rincones, verán las sequedades del salitre".

Que por algo no es:

"Si contemplan la pampa y sus rincones, escucharán lo mejor del dial".

La cosa es que, en los preciosos intervalos en que había radio disponible estos seres, esta familia sintonizaba lo que podía: Radio Láser, Radio Finísima y otras perlas del Norte (porque Radio Lógica está por otros lados y esta familia tuvo el gusto de escucharla en otra aventura). Incluso el adolescente individuo que viajaba en el asiento de atrás con un walkman cassetero, escuchando Oasis y Cranberries, entre otros, paraba la oreja de cuando en vez.
Fue un Domingo en la proximidad de Iquique que dicha familia se encontró con el programa radial que se ufanaba de presentar "tres versiones para un mismo tema". Programa que duraba tres horas, casi sin avisos y que era una delicia, la verdad sea dicha.


Y hoy, todos estos años después, recordé la historia de dicha familia y tuve un ataque de tres versiones para el mismo tema. Con Rudy, a message to you de los Specials ni más ni menos.

La primera versión llegó para mi apenas unos años después de la historia narrada arriba. Los Fabulosos Cadillacs haciendo "Rudy, un mensaje para vos" en el disco El Satánico Doctor Cadillac, de la época más adolescente de la banda. Perucca se compró el disco en su afán coleccionista y yo en mi afán bolsero me iba a su casa y escuchábamos a los Fabulosos mientras planeábamos doce mil cosas. Me cae bien esta versión, de todas las versions que los Cadillacs han hecho en español de originales en inglés, el beat de esta, con su letra medio mutilada y todo, la salva y es el tipo de canción que toda fiesta debería tener a eso de las 3 o 4, cuando los asistentes bailan cualquier cosa y cuando la canción los puede dejar un poco perplejos, soñando que escucharon el último single de los Cadillacs o algo así.
El link lleva a una presentación en vivo del 90 en un programa de Sofovich. Sólo hubiera sido mejor si hubiera salido el viejo Gerardo regalando jugueras y aspiradoras, como era su vilipendiad costumbre.

La segunda versión es la que está más en mi inconsciente, curiosamente, Joe Strummer and the Mescaleros, que yo facturé como los Clash cuando chico. La versión más reggae y menos ska de todas. Para mover la cabecita de un lado para otro, tumbado en la cama con amigos o aquella persona especial, un día de verano cualquiera, ventanas abiertas y el tiempo corriendo sin que nadie lo mire porque quién puede querer correr con él si los bronces de esta canción te están diciendo que hay que ir despacito por arriba.

Y por última la versión más cercana a la "original". No es la original, pero ciertamente es la más popular (y obvio que es la que los Cadillacs tenían en mente al hacer su cover. No fue ni con mucho su único cover de los Specials). The Specials, banda multicultural de la escena punk ska de Londres a fines de los 70 y principios de los 80s. Están ahí entre los grandes, sin mirar para arriba a nadie, por más que sean mucho menos famosos que varios de sus contemporarios. A ella llegué ya con ánimo investigativo, hace unos años, precisamente rastreando You're Wondering Now, otra canción que tiene cover de LFC.
Pero eso quedará para otra edición de "Tres Versiones Para Un Mismo Tema". Acá o en Radio Láser, acá o en el Norte Grande. O quizás para cuando acá sea el Norte Grande. Salud.


Stop your messing around/Para de boludear...

martes, 4 de enero de 2011

Diarios de Hibernación - La inercia.

No hay mucha actividad mental actualmente en el cerebro de [El Autor] de este blog, queridos míos. Sus procesos mentales están en un punto muerto, bien muerto, mientras se apresta a re-escribir esas casi doscientas páginas de novela que están dando vueltas por ahí.

Todo a media luz: estoy limpiando mi computador con miras a la actualización (¡de nuevo!) al Snow Leopard. Ha pasado un tiempo y es hora de volver a esa versión del sistema operativo. En verdad es hora de la limpieza, pero quiero matar dos pájaros de un tiro. He tenido algunos contratiempos, así es que estaré medio varado tecnológicamente, al menos hasta mañana.

Recomendaciones musicales: El electrotechnopop (o cualquiera que sea el género que corresponda) de Valpo en manos de El Sueño de la Casa Propia. Su disco, Historial de Caídas es de lo más bueno con animado y su usted es dueño de un pub, debería agregarlo a su rotación YA. Botón de muestra:

Si el video no le sirvió de prueba, sepa que con un tracklist con títulos como "Amarillo Crepúsculo", "¡Sosiégate" y "En mangas de Camisa", ESDLCP captura con una sencillez y naturalidad aquello que yo percibo como el inefable espíritu patrio. En serio, hay algo en la calidad de su trabajo que lo hace ser no sólo música de calidad, sino además profundamente chileno, sin pretensiones ni artificios. Buena electrónica,  y de un localismo natural que da gusto.

El disco lo pueden bajar acá, al final del artículo. Sorprenda a sus amigos y quede como un ciudadano cool. 50% más cool si menciona este blog. Garantizado.


Ayer fui a mi café favorito en DC, que es mi café favorito no por su té delicioso y su chocolate caliente demoledor, sino porque cada vez que voy salgo tras preguntarle al cajero qué es lo que está sonando. La banda islandes Múm, los Freelance Whales y las Sleigh Bells son el catastro oficial. Recomendaciones detalladas más adelante. Espero ir de nuevo mañana.

Disfrute la música, mi querido lector, perdona la falta de inteligencia en este post. Si le hace a la lengua de Shake-spear entérese de quien es Steve Aylett leyendo esta pieza. Si no (y si sí también), nos vemos mañana. O cuando el motor parta.

sábado, 1 de enero de 2011

¿Ah, Cómo?

¿Que el post anterior era muy largo y no remataba con canción?
Mis disculpas - Pete Yorn, conocido hace poco por cantar a dueto con Scarlett Johanson, se despachaba, por allá por el 2001, esta tremenda canción. Damas y Caballeros "Just Another", del disco aptamente titulado musicforthemorningafter. Es bueno sentirse menos solo en esto de juntar las palabras.

OuDiPi

Una ODP/OuDiPi/ es por definición y en el más estricto sentido del concepto la mejor fiesta del mundo. Las estadísticas de Google indican que tenemos varios lectores nuevos este año y como tal vamos a hacer un breve. . .

PREVIOUSLY ON...


. . . el 2004, en el Union Collge, situado en Schenectady, NY; un grupo de estudiantes, la mitad de ellos estadounidenses, la otra mitad de distintos países, consternados por las escasas políticas ecológicas del campus decidieron reunirse y asociarse. Encontraron un clima más que favorable entre las autoridades de la universidad, las que además estaban especialmente deseosas de quitarle espacio a las omnipresentes fraternidades, otro sistema de desigualdad y camarillas con el que dichos estudiantes no comulgaban. Así fue como consiguieron una casa en la parte más boscosa del campus y así fue como nació Ozone, la casa ecológica por excelencia.
Ozone tiene muchas tradiciones, como el Ozone Café, el almuerzo preparado por los estudiantes solamente con productos orgánicos - esto antes de que lo orgánico pensara siquiera en ser moda - y tiene entre sus muchos laureles el crédito de haber diseñado y empezado el sistema de reciclaje en el campus.
La más popular de sus tradiciones, eso sí, tiene que ser la organización de fiestas, por lo general temáticas, donde lo más importante es la música, la camaradería, pero por sobretodo, el baile. Si usted ha estado alguna vez en una fraternidad gringa o ha visto películas al respecto, podrá apreciar el contraste entre esto y los excesos vomitivos (literalmente) de dichas celebraciones.
De los archivos: Lorlette y Colin, en plena ODP.
 Bonus de fondo - Ryan y (ahora sé como se llama) Rose.
Los excesos de las Ozone Dance Parties, u ODPs, van por otro lado. Involucran bailes que bordean lo shamánicotribal y noches de desenfreno orgánico. 100% orgánico, si acaso no me estoy explicando bien.  . .

Han pasado años ya desde que los fundadores egresaron. Cuando yo los conocí, estaban en su último año, la mayoría de ellos. Hoy trabajan o estudian o trabajan y estudian. Han pasado los años, pero la casa continua y sigue haciendo tradición. Así mismo los Ozoners originales cada tanto se juntan y cada tanto se suceden fiestas y reuniones varias. Y a veces, como antes de ayer, se produce la extraña conjunción de tener una ODP fuera de casa.

De los archivos: Baila que baila, Lizou
Había empezado hace meses, me vine a enterar hace poco. Un servidor de correos electrónicos medio lleno se había terminado de llenar con la noticia de que John Levene iba a poner una bodega del negocio familiar a disposición familiar. Para añadir más sabor al evento, la bodega está un poco a trasmano, en mitad del condado de Westchester, NY. La cercanía con al año nuevo más encima facilitaba un poco la disposición de viaje de algunos de los integrantes y se intuía un buen número. Yo, que andaba por esos lados, no me lo iba a perder por nada del mundo. De alguna forma, era la razón misma de mi viaje.

Habiendo dejado la casa de los Tagarelli, y habiendo dejado a Lizou en el tren una hora antes rumbo al Norte, partimos de vuelta a la gran ciudad con John Hill, Nathalie y Steve. Nos reunimos, ahora sí que sí con Ryan y en cosa de horas estábamos cenando en la comida árabe de al lado del departamento de este. Llegaron Tom y Reed y una Amanda y al poco sonó el teléfono diciéndonos que Mamadou andaba por ahí y también Christina, que era novata cuando yo estuve en Union, y su inseparable Carly. Christina ahora está por acá en DC y Carly en San Francisco, así es que tan inseparables no eran, al parecer.

Llamadas y mensajes de texto mediante, Lorlette me cuenta que está en otro punto de la ciudad (nosotros estábamos en Brooklyn, ella en Manhattan, cruzando el río) con un grupo grande. Viejos conocidos como Colin, un par de Amandas más y otros tantos más tomando en un bar en el East Village. Decidimos ir para allá, aunque Ryan se quedó con Reed para encontrarse con Doudou que debería llegar en cualquier momento con las inseparables. "Cualquier momento" es una expresión más que apta para referirse al paso del tiempo para Mamadou, porque dos segundos o cuatro horas le habrían venido igual de bien. Terminada nuestra cena, Tom fue a dejar a Amanda al metro y el resto quedamos de alcanzarlos. Para cuando llegamos al metro descubrimos que no había tal cosa como Tom y tuvimos que devolvernos para encontrarlo, cual cachorro perdido, en la puerta de abajo del edificio.

Toma Dos: Partimos, finalmente, rumbo al bar en cuestión. Lorlette ya se había ido y otro grupo se estaba yendo también. Apenas alcancé a saludar a Colin y preguntarle idiotamente si había visto a Cristóbal, con quien eran buenos amigos. Idiotamente porque debía haber recordado que Colin está en California y que por mucho que Cristóbal viva en New Jersey, es un continente el que hay que cruzar para encontrarse. Nos sentamos a la mesa, re-conoci a Rose y otra gente a la que apenas tenía de saludo en Union, cuando finalmente, un par de horas más tarde, llegaron Ryan, Mamadou, Reed y las chicas inseparables. No puedo dejar de mencionar que, a la felicidad de volver a estar entre tantos y tan queridos amigos, hube de agregarle el momento en que, al pedir mi primera cerveza en la barra, el barman se agachó a buscarla, dejando al descubierto la botella de Fernet Branca que me guiñó el ojo con gesto inconfundible. Mi reacción refleja fue un "Cancelemos esa cerveza mejor".
. Justo al tiempo en que Nathalie empezaba a planear cómo nos íbamos de ahí, lo que fue postergado para una ronda de tragos más.
Dos rondas más tarde y una sucesión de cortos de whisky después partimos hacia un lugar que quedaba cerca y donde, según los locales Ryan y Doudou, se podía bailar y estar hasta cualquier hora.

No se podía bailar y estar hasta cualquier hora, pero pudimos bailar y estar hasta las cuatro y media, lo que no estaba nada mal para un Miércoles. Acá en DC es imposible, ni por muy rancio o alternativo que sea el bar o muy en Adams Morgan o Columbia Heights que quede. Lo pasamos de lo mejor y no es una exageración ni una pretensión decir que le animamos la fiesta al local. La pista estaba en el segundo piso con un DJ al parecer primerizo, que gustaba de mantener el mismo ritmo y no parecía ser muy capaz de cambiar el ambiente. Para colmo, cada tanto se le cortaba la música, pero sin duda le vino bien la intrusión de unos once ciudadanos con ganas de pasarlo bien a todo evento y con varios rondas y una sucesión de cortos de whisky en el cuerpo. El resto de los parroquianos se prendió y la cosa estuvo de lo mejor hasta la hora del cierre de las actividades. El lugar seguía con la barra abierta, pero no estábamos para esas a esas alturas. Habíamos viajado su resto (Steve, Natalie y John había manejado ocho horas ese día, por turnos. O más bien Steve y Natalie, porque John no tiene licencia vigente, habiendo pasado los últimos dos años en Camboya) y habíamos jurado que esa noche iba a ser tranquila, considerando la fiesta del día siguiente.

La noche tranquila encontró su broche de oro en el momento preciso en que una de las Amandas se iba a ir a la casa de la otra Amanda, que se había ido un rato antes y que vivía "por ahí cerca". O más bien en a mención de Amanda que otras de las chicas se estaban quedando allá también. O quizás más certeramente en el que lo haya mencionado después de todo el baile y las varias rondas de tragos y la sucesión de cortos de whisky, pero alguien, que puede o no haber sido [El Autor] de este blog dijo, medio en broma, medio en serio: "Pero te vamos a dejar caminando". Y el resto de los parroquianos, enardecidos aún, no captaron la parte medio en broma. Y a pesar de los intentos de Amanda por disuadirnos, la suerte estaba echada.

De los Archivos: Hombre Malvavisco
Hora y media después seguíamos caminando por Nueva York, todavía semi-sepultada bajo la nieve, como si el Hombre Malvavisco hubiera explotado hace unos días nomás. Lideraba el grupo Mamadou, el único con un teléfono "inteligente" al que le quedaba batería. Tan inteligente no era el teléfono porque se demoraba en actualizar el GPS, haciendo que cada tanto nos diéramos sendas vueltas en U. Pero llegamos. Y de ahí en más procedimos a darle termino a la noche: eran las cinco y media cuando llegamos al departamento de Ryan y para cuando finalmente nos fuimos a dormir, al sol le quedaba poco para completar la tarea. Costó, pero organizamos la pernoctada de siete individuos en un living, todo esto entre susurros para no despertar a Khaled, el compañero de departamento y de trabajo de Ryan.

Al día siguiente despertamos y procedimos a leer y cocinar y desayunar a las dos y media todos juntos. Khaled nos pidió que por favor bajáramos la música. Asumiendo que haríamos algo en la noche, se había ido a hacer un turno extra (trabajan como paramédicos él y Ryan), pensando que así podría ganar plata al tiempo que nos daba espacio para meter ruido a destajo en el departamento. Lo comentamos entre nosotros, pero nadie le dijo lo ridículos que nos vimos, en retrospectiva, susurrando esa noche.

Después del almuerzodesayuno apareció Christina, sin Carly, y se llevó a Tom, Reed, John a ver a un amigo en común de ellos. Steve partió a ver a la Amanda que Tom había ido a dejar al metro la noche anterior y el resto fuimos a almorzatomaronce al lugar árabe que sí, estaba para repetírselo. Una, otra y otra vez, como te lo decía el grupo bailantero ese. El resto incluida a Khaled y su novia Anissa esta vez, y eramos Ryan, Nathalie y yo, en todo caso. Mamadou se nos iba a unir en cualquier momento.

Sobre el cordero con hummus, arroz y verduritas que almorcé podría escribir un cantar épico. Se merece más que esta breve mención. Mucho más.

Mamadou llegó cuando estábamos pidiendo la cuenta. Ordenamos el departamento juntos, mientras Doudou comía un sandwich de algo con algo con salsa de algo. Nos despedimos de Khaled y Anissa y enfilamos los cuatro a Grand Central, a tomar, una vez más, el tren a Hawthorne. Steve estaría ya en la bodega y los demás se iban más tarde.

Apurados por tomar el tren de las 7:20, tomamos un taxi y llegamos holgados a la estación, para que Ryan viera que había un tren a las 6:52 (casi), el que corrimos a tomar. Llegamos más bien justos, pero lo logramos. Fue entonces, avanzada una estación ya que le digo a Mamadou "¿No se nos olvida nada?"

No se nos olvidó nada, pero nos olvidamos de Ian.

Ian había quedado de juntarse con nosotros en Grand Central (para ser justos, esto sólo lo sabían Doudou y Ryan) a las 7. Nosotros llegamos y corrimos para tomar el tren que se iba antes. Como corrimos, eso sí, no quedamos juntos. Ryan se sentó con Nathalie una fila y una corrida atrás de Doudou y de mí, lo que nos forzaba a hablar un poco a los gritos, lo que hizo posible que el tipo sentado frente a nosotros no tuviera más remedio que escucharnos. Afortunadamente, era lo suficientemente entrometido para interrumpir nuestra conversación y decirnos que nos habíamos subido a un tren expreso, que no paraba sino en dos estaciones más y en la terminal, y ciertamente no en Hawthorne. Nos bajamos del tren tras explicarle al cortaboletos el absurdo de nuestras vidas y coordinamos con Ian, que sí venía en el tren correcto (al que también se había subido corriendo, tras pegarse sendo resbalón en la nieve, nos contó después). Entremedio nos pusimos a jugar a la pelota en la estación, lo que no tiene nada de extraño, considerando que éramos Mamadou, Ryan y yo después de todo. Estábamos en eso cuando pasó un tren y nos hizo pasar la falsa alarma de la vida: otro expreso donde no estaba Ian, que habría tenido aún más derecho a matarnos después de que lo dejamos plantado para irnos en un tren que más encima no nos servía.

Reunidos todos finalmente, John Levine nos esperaba en una van para llevarnos a la bodega. De entrada, Steve nos recibió poniendo Runaway de Kanye, lo que hace todo el sentido del mundo en una bodega, y la cosa se puso aún más surreal. Para mantener las cervezas y líquidos varios fríos, John abrió una puerta que daba a un container vacío. Ian empezó a preparar el infame Long Island Tea (una mezcla de todo el alcohol posible más Coca Cola. Cuando Ian, a cargo de las gaseosas, sacó una Pepsi, seis voces a coro le dijeron "¿¡PEPSI?!!", reacción que no había visto desde que alguien intentó hacer Fernet Cola con la misma bebida). El resto nos pusimos a jugar a la pelota y esperar que empezar a aparecer la gente. Armamos una improvisada lista con clásicos de todos los tiempos y los especiales de la casa. Igual, hubo que ir cambiando la música manualmente cada tanto. Empujar las cosas con el himno definitivo de aquellos años One More Time de Daft Punk y el himno más particular de nuestra amistad con Ryan, Pressure Drop de The Clash. Para cuando esas dos sonaron, éramos más de treinta en la bodega, algunos estudiando aún a quienes no había visto en mi vida, otros que conocía de nombre, y otros absolutamente conocidos. Tuvo algo de sentir el paso del tiempo el que los aún no-graduados no reaccionaran de la misma forma con las canciones y que incluso un grupo de seniors pidiera un cambio radical en la programación. Yours Truly, inspirado por las reminiscencias, fue y puso Last Nite de los Strokes y pareció funcionar de las mil maravillas. . . me imagino que las ODPs en casa ya no son lo que solían ser. Está bien que así sea. Pero lo del jueves en la noche fue transgeneracional, como un continuo uniendo pasado y presente, como la bisagra precisa de mi viaje fuera del tiempo, conectando los años idos con los que se están yendo con los que vienen a perderse desde allá hacia acá y hacia más allá.



La mejor fiesta del mundo.



Que no supo de final para mí y un puñado que nos quedamos en pie hasta que fue hora de ir a desayunar. Nathalie y Steve tenían que volver a manejar esas ocho horas de vuelta e Ian tenía que tomar un tren a Boston. John Levene nos llevó a un dinner cercano, donde desayunamos entre los susurros de los que sienten que el resto del mundo no está en la misma frecuencia que ellos. De ahí a la estación de tren, la separación de nuestros caminos. Abrazos por aquí y allá, las promesas de reencuentro. Al parecer en el matrimonio de Alex Krick, el ex de Nathalie. "A donde, naturalmente, no estoy invitada". Y yo que ahí me vine a enterar de que siquiera había uno de los Ozoners por casarse. La cara de sorpresa fue de lo más evidente, al punto que, extrañamente, lo último que me dijo Nathalie fue un "sí, se casa". Nos miramos y el tiempo pasó por el lado, como un auto más arrancando con los primeros rayos del sol del estacionamiento aquél.


Con Ian fuimos a tomar el tren, rumbo a NY, Ian tenía claro que tenía que llegar a Boston lo antes posible, yo tenía claro que no tenía nada claro del resto de mi día. Fuimos a sacar los pasajes a la maquinita automática, que justo no estaba aceptando tarjetas. Estábamos en la parte en que Ian ya había sacado el suyo cuando pasó el tren e Ian se fue jurando que yo lo iba a seguir. Revisé mis billetes y no tenía para el pasaje y el siguiente cajero está a media cuadra de la estación. Caminé para allá y tomé el siguiente tren nomás, uno después del de Ian. La policía del karma parece ser bien eficiente por estos lados.