miércoles, 31 de diciembre de 2008

Deseos

Ahora que termina DosMilOoosho...
Yo quiero, como Jugo, bañarme en una playa boliviana; ver, como Xuxa, esa manera de bailar; I want you to want me, como las Letters to Cleo (¿el origen secreto de "cartasaleo"?) y no como Cheap Trick; yo quiero, como Paulina, que me quieras como soy; como Roberto Carlos, tener un millón de amigos(¿en facebook?); como Piñera, ser presidente de Chile a toda costa; como Chile, que Piñera no sea presidente por ningún motivo; I want to rock with you, como MJ, aaall niiight; no quiero ver, como las Supernova originales, más guerras (tampoco a las Supernova originales); I want you, como Dylan y no como los Beatles; quiero vivir, mas, como Fito, quiero cambiar, cambiar para sentirme vivo, obvio;  como George Harrison, I really want to know you (también I want you around, cheer down); como Placebo, I wanna be a girl like you; no quiero volverme tan loco, como Charly (que sí se volvió así de loco); estar entre tus cosas, como María Gabriela Epumer más que como Melero; estar sedado, como Los Ramones; lo quiero todo, como Queen y no quiero nada de esto, como Radiohead; quiero saber quién fue, quiero saber por qué sucedió-oh-oh; quiero ser negro, como Lou Reed Y Charly; quiero ver, como Meneguzzi, esa sonrisa tuya otra vez; I wanna scream so loud for you, como el Kanye; quiero convencerlos (a mis amigos), como Calamaro, que vuelvan conmigo; quiero que te quedes la próxima vez, como Neil Diamond, y quiero al fin quedarme junto a vos, como el Gonzalito Yañez; retirarme, como los Kaiser Chiefs and come over, como Melissa Ethridge; como Bowie I want my baby back, y, como Peter and Gordon, I don't want to see you again(¡Niños!¡de Lennon & McCartney!); sólo quiero vivir mi vida contigo, como Chicago; y pues, quiero que le digas a todas tus amigas que el rey del pum-pum acaba de llegar. Como el General, ¿quién más?

Y quiero que todos tengan un año bueno, de esos en que se aprenden cosas; que todos terminemos el 2009 como personas más sensatas y completas que como lo empezamos; que los periodistas tengan mejor redacción y expresión oral; que Chile atine con que tenemos todo menos el orden para ser un buen lugar para vivir; que Solabarrieta encuentre una fructífera carrera animando estelares, bien lejos de los partidos importantes; que quienes concentran la inmensa mayoría de la riqueza tengan un momento de claridad y que las clases medias se aburran de perseguir la vanidad; que sea un año lleno de magia y fenómenos inexplicables para la ciencia clásica; que la ciencia clásica se vuelva una pieza de museo y nos encontremos validando nuevas formas de aprehender la existencia; que la U llegue como mínimo a la fase de grupos de la Libertadores; que se muera el sistema binomial y legislemos el aborto; que Chile llegue al Mundial y que esta vez la gente se endeude menos por ello; como lo anterior es imposible, que la experiencia Sudafricana les abra algo los ojos en términos culturales; que haya más caos que orden y menos gusto del orden por el orden; que el concierto de Radiohead sea lo más normal de la tierra; que admitamos que vivimos en un país banana y salgamos a gozarlo como tal; que tengamos en general una vida mejor vivida; que la suma del conocimiento humano se siga duplicando exponencialmente; que lo anterior sirva para algo y que, como Chesterton, todos le demos al diablo su merecido.

lunes, 29 de diciembre de 2008

¿Por qué será que...

...uno siempre recuerda la forma, color y textura exactas de la hoja en que anotó un dato importante, pero nunca donde dejo el dichoso papel?



Y dicen que si el titulo del post fuera "¿Se han fijado qué..." esto sería el comienzo de un stand-up

jueves, 25 de diciembre de 2008

Navidad y la Inutilidad de Las Cosas

Hasta hace bien poco, digamos unos cuatro o cinco años atrás, estaba bastante alejado de las tradiciones navideñas, de la algarabía y la celebración. Niño tímido, me daban vergüenza estas manifestaciones donde la gente parece dejar de lado el pudor y comprar ciertos accesorios platónicos de carácter, a mi juicio de entonces, bien dudosos. De los legados de crianza de mi padre está el desconfíar de las cosas muy masivas y pocas cosas más masivas en el mundo Occidental que la Navidad. No sería ya hasta que dejé atrás, al menos nominalmente, la adolescencia, que le he podido tomar el peso a las tradiciones, y la vuelta al concepto de la celebración.
Porque claro, la experiencia, los años de circo y los presentimientos que vienen de sentir cosas diferentes a cada vuelta de la vida me han hecho intuir y valorar el peso que tienen las ideas en nuestra concreta cotidianeidad. Aquello que creemos que es posible se vuelve posible y no existe nada que podamos palpar que no haya nacido como una abstracción, un ideal en la cabeza de alguien. O como la manifestación de un ideal haciendo intersección con nuestra realidad. Take your pick.
Así es como uno termina de convencerse y pasa de criticar a estas festividades por irrelevantes y comienza a amarlas por irrelevantes, precisamente. Habiéndome licenciado en el estudio de los libros y habiéndole decidido centrar mi vida en las ficciones, poca cara me habría de quedar para criticar a algo por su poca utilidad.

Y hoy, día de Navidad y tras haber celebrado ayer con mi familia, haber confeccionado un árbol de Pascua en papel maché (las manualidades llegaron a mi vida aún más tarde que la Navidad, supongo que lo próximo será la bicicleta), y habiendo despachado mis caserísimas tarjetas de Navidad virtuales, me desperté en la soledad de mi cubil y pensé que, si todo en este mundo tiene un orden, si todo funciona como un sistema caóticamente orquestado, quizás la única razón de ser de la raza humana sea el poder apreciar la belleza intrínseca a todo lo que es. La humanidad como ese chispazo de vanidad del universo. Pensé que existimos para crear y apreciar, en ese patrón tan parecido al desembarcar de las olas, los artilugios, tradiciones y eventos innecesarios que permiten que Alguien se de cuenta de lo Bello que es Todo Esto. Así inútilmente llenamos páginas, escribimos blogs, leemos blogs, componemos canciones y nos dejamos llevar por el torrente de gestos que están de más y que sólo están para apreciarlos en sí y con ello, quizás, atisbar eso que se intuye más allá, por el rabillo del ojo, cuando celebramos.

Eso pensé al despertarme, pero no por mucho rato. Tenía, después de todo, una bicicleta que regalar.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Navidad en el Far West (Primera Parte)

Hallábame, para variar, en un taxi capitalino rumbo a mi trabajo, cuando el sexagenario taxista tuvo la buena idea de cambiar la radio (poblada de opinólogos y gente que gusta de difundir más sus voces que la música y yo me pregunto si al final del día la radio no se trata más de eso que, como he creído siempre, de ponerle ritmo al día) e insertar un disco. En cosa de segundos comenzaron a sonar los acordes de alguna banda sonora de Ennio Morricone para algún spaghetti western tan probablemente dirigido por Sergio Leone. Si bien el taxista insistía en que era la banda de El Bueno, El Malo y El Feo, tendrán que declararme parcialmente sordo el día que diga que algo semejante. Tarea para la casa: Revisar los soundtracks de "A fistful of dollars" y "Por unos dólares más".
La cosa es que fue ahí, en el preciso instante en que escuchaba con atención los acordes y el tamborileo típicos del compositor italiano aquél, cuando me dí cuenta de lo sospechosamente parecidos, en términos de instrumentos y armonías, que son los soundtracks de los spaghetti westerns y los villancicos.

Digo, con la misma gente con la que se toca un villancico se toca una tonada ideal para agarrarse a balazos en un cementario a pleno sol.

O

Por el camino que lleva a Belén, viene bajando Lee Van Cleef.
Rat-a-tat-tat.

lunes, 1 de diciembre de 2008

El Retiro

Marcelo Salas se ha retirado (al parecer) de la actividad futbolística. La envergadura del jugador hace que su retiro tome ribetes de funeral: aparece el festival de los lugares comunes y se genera un ambiente que fusiona el "yo lo conocí cuando..." con el "qué lástima que se nos va" e incluso con el "qué bueno, al menos ahora está descansando".Y sí, es una pena, es una lástima, y es bueno que ahora descanse, pero no sé si por las mismas razones que se esbozan. No creo que estuviera en condiciones de retiro de por sí, sino que su retiro viene acelerado por intermediarios funestos.

Yo creo que el retiro de Salas es un bonito ejemplo del histérico carácter de ese monstruoso constructo local conocido como "el medio local" o "la hinchada" o a veces "la opinión nacional". Marcelo volvió a la U, habiendo pasado ya por River Plate, devolviéndose paso a paso por el sendero que alguna vez lo llevara al estrellato y el reconocmiento como uno de nuestros más grandes futbolistas. Llegado a Chile se encontró con ese fervor descabezado e iluso que nos ha caracterizado siempre: Salas jugaba y el público se volvía loco, los comentarias le hallaban la gracia hasta al más amorfo de sus tropiezos y los árbitros, embelesados en su fantasía de arbirtrarle al Matador, le mostraban amarilla hasta al rival que osara mirarlo mucho.
Y Salas tenía mucho fútbol y talento para brindar, especialmente a un torneo tan pobre como el nuestro. A su llegada, llevó a un equipo de la U que no tenía mucho más mérito dos veces a la final, amargando hasta a los penales a dos planteles que habrían campeonado de todas formas. Católica el 2005 tenía el peso de traer uno de los registros más regulares de sus últimos años y Colo-Colo el 2006 tenía un equipo que, nombre a nombre, daba la sensación que nada ni nadie podía parar. Y ahí estaba la U. Una U basada precisamente en el toque rápido de Salas y levitando un poco en esa histeria colectiva que el Matador provocaba, más allá de los respectivos méritos futbolísticos que el equipo en efecto tenía y que no viene al caso mencionar ahora.
Tras una temporada en preparación, Marcelo volvió a las canchas una vez más, visiblemente disminuído en sus facultades futbolísticas, pero aún con uno que otro toque deslumbrante. Marcelo estaba para hacer su aparición en los últimos 15 o 25 minutos de un partido y dar un poco de espectáculo a partidos más bien carentes de brillo.
Pero aquí fue donde los problemas empezaron.

Empezaron porque la prensa seguía besando cada champa suelta de pasto que dejaba el Matador a su paso. Empezaron porque Salah le entregó una titularidad gratuita y desmedida, en desmedro de delateros que tenían más méritos y más que aportar al equipo. Los buenos de Villalobos y Milla se perdieron de tener cualquier esbozo de continuidad, dada la perpetua condición de titular de Salas. Así, mientras más evidentes se hacian las debilidades de Salas, más grande se volvía la brecha con ese ídolo de ficción que Domingo a Domingo creaban los medios de prensa. Viviendo en esa mentira, eventualmente se generó la clásica burbuja con la que "el medio local" o "la hinchada" o a veces "la opinión nacional" se engañan en recalcitrante necedad. Y llegado el momento de la verdad, como es natural y obvio, la burbuja se rompió, dejando a vista de todos sólo aquello que siempre estuvo ahí: un hombre que no era ni con mucho el mesías en segunda venida, pero que podía haber dado mucho más, incluso por un par de campeonatos más.

Cuando Marcelo Salas debutó el año '93, sacando campeón a la U '94, todos sabíamos que era bueno. Lo que no sabíamos era que era tan bueno. Mal que mal, son escasos los momentos en que uno sabe que está viviendo La Historia. (La noche del 4 de Diciembre del 94 siendo uno de esos). Y la verdad es que Salas tuvo el mérito de estar siempre a la altura de las circunstancias. No cabe engañarse y creer que el Matador que tuvimos esos años en la U era el mismo que meses después jugaría por River Plate deslumbrando al continente entero. Una de las claves de su juego y estilo era precisamente ganarse las cosas, pelear por ellas, estar en constante competencia. Quizás nada prueba este punto mejor que el hecho que, en cuanto le dieron todo por sentado, en cuanto empezaron a dejar de exigirle, Marcelo terminó retirándose.

Y quizás pudimos haber tenido un par de campeonatos más con Salas en cancha, quizás pudimos haberlo visto despedirse levantando una copa, llevarnos un recuerdo final de victoria, más satisfactorio que ese puñado de partidos perdidos medio pirricamente en finales disputadas o que esos penales perdidos en momentos claves. Todos hipotéticos perdidos en la loa barata y fácil de las prédicas de Domingos en televisión, de Lunes de prensa engañosa y engañada de pura adulación que genera pereza, falsas esperanzas y, finalmente, desengaños.