domingo, 31 de octubre de 2010

So we rallied...

Tengo muchas ganas de usar la frase "El momento decisivo para una generación". Estas ganas vienen más o menos desde el viernes en la noche, cuando anticipaba lo que sería el evento del día siguiente. Después del evento mismo sigo con las ganas, la verdad. Porque el Rally to Restore Sanity, organizado por el bueno de Jon Stewart, tuvo más de anti-momento y ciertamente la concurrencia abarcó mucho más que una generación. Si bien predominaban los nacidos en algún lugar entre el 80 y el 90, la cantidad de familias completas y adultos mayores fue lo suficientemente significativa como para no mirarla en menos. DC estaba inundado de gente, como hasta hoy no la había visto. 
[Durante mis días en Rockville, me tocó andar en metro cuando Glenn Beck organizó su manifestación para restaurar el honor o algo así. Me acuerdo de haber andado de lo más tranquilo, un poco curioso y algo asustado ante la mirada de los señores, particularmente mayores, que figuraban con sus poleras del evento, pero no mucho más. El sábado tuve que devolverme en el metro hacia la terminal para tomar un tren de vuelta]
Y si bien el show mismo estuvo bien organizado, sin caer en excesos, como era de esperarse dada la consigna, y la dinámica entre Colbert y Stewart si bien haciendo una o dos variantes sobre el clásico Morecombe & Wise (o Don Francisco & Mandolino, como le decimos en Xile), la parte paródicamente torpe de la dupla la desempeña un individuo particularmente brillante y con muy buenos escritores, como es Stephen Colbert, así es que el show no pasó nunca a ser una de esas banalidades que tanto parecen gustarle a los estadounidenses y que el resto del mundo consume sin preguntarse mucho qué es esto que estamos comiendo.
La aparición de Cat Stevens de entrada ya me puso el Dr. nudo en la garganta, y su interacción con Ozzy Osbourne estuvo bien medida. The O'Jays estuvieron más que bien, aunque musicalmente el mejor número había sido el preliminar con John Legend y The Roots. Kid Rock con Sheryl Crow pudieron no haber estado y no nos habríamos perdido de mucho.

Pero lo importante...

Pero lo importante estaba en el mensaje final, que era lo publicitado como central, el mensaje a la nación del organizador. Un mensaje destinado a reconocer que estos son tiempos difíciles, pero no por eso es el Fin de los Tiempos, un mensaje lleno de frases para el bronce del corte "Si amplificamos todo, terminamos sin escuchar nada". Un mensaje que se sintió más como el abstract de la tarde que como un discurso elocuente y poderoso. Curiosamente, antes del discurso, durante el último momento de interacción entre Stewart y Colbert (con la aparición especial de Kareem Abdul-Jabbar y RD-2D[!!]) el mismo mensaje ya había sido entregado sólo que de manera gráfica: un llamado a la tolerancia, a la apertura, a mirar las cosas dos veces antes de pasarles juicio y factura. Una invitación a la sensatez.

El triunfo, lo más importante y fundamental, de la tarde no estuvo ahí en el escenario ni el show ni en los chistes. Estuvo en la gente, en los que fuimos a ser uno más de la masa y el gentío, pero uno más bien especial y sí, mucho me temo, único. La gente que hizo sus cárteles, cada uno por una causa más sensata, ridícula y propia que la anterior, la gente que se disfrazó y la gente que se río tanto pero tanto al ver los compilados de noticias de CNN, FOX et al. preparados para la ocasión. Pocas cosas más gratificantes para el espíritu que ver como casi doscientas mil personas se retuercen de risa al ver a tanto comentarista profetizando el fin del mundo a manos de los musulmanes, las crisis financieras, los planes de reforma a la salud, las sandalias (!), los virus esparcidos en controles remotos y tantas otras cosas. 

La gente que es diferente porque, sencillamente, es. Ese fue el momento que, lejos de definir una generación, recordó lo más básico de la existencia, lo mejor de lo nuestro, si se quiere: Somos, y podemos ser juntos y mezclados y uno al lado del otro entendernos.  O no entendernos nada, pero cedernos el paso en un atochamiento, ceder un asiento en el metro y vivir cerca, con los mismas aprehensiones, pero sin tanta fanfarria. Como decíamos por ahí, sin odio, sin violencia.
El señor del cártel pequeño la tiene tan, pero es que TAN clara. Es para aplaudirlo de pie.


La diversidad de causas: Waldo, El General Zod( KNEEL BEFORE ZOD!), y Las ceeeebras, que deben llegar YA a la Casa Blanca.


Uno de mis momentos personales favoritos fue cuando, al terminar el rally y al ver un cártel de construcción que proclamaba el fin de los trabajos en la calle, un señor de unos cincuenta años se puso al lado de él gritando con su mejor voz de protesta "¡Terminen los trabajos!¡Terminen los trabajos!" para la risa generalizada. Yo esperaba reunirme con Kait & Kyle en esa esquina y sin querer me apoyé en un letrero de tránsito que sólo decía "End". Al rato una chica se me acercó y al ver al viejo que seguía gritando me dice "Me gusta más el tuyo, es mucho más nihilista. Fin nomás." Y yo me sonreí nomás, con todos mis dientes y una cara que espero no haya sido TAN de pavo.

Undécimo

Hace sueño, y harto. Con cobertura de cansancio y krispis. La experiencia del Rally to Restore Sanity tendrá su post propio, todavía no sé si esta noche de "Halloween", que en realidad es mañana, de ahí las comillas. Mañana pasaran los niños, les daremos dulces para que no destrocen el inmueble y les sonreiremos con nuestra mejor cara de Bela Lugosi. Hoy fue la noche de andar en metro sentado al lado de un tímido Zorro, de bajarme del metro con la pandilla de Mario completa (Mario, Luigi, la Princesa Peach, Toad, Wario, Yoshi y otros que no reconocí porque hace ya más de diez años que no tengo una consola Nintendo). Fue la noche en que me preguntaron tanto quién era y pude sonreírme y decir con mi mejor acento inglés "I'm the Doctor". Fue la noche en que Harry Potter me reconoció en la calle y con su mejor acento inglés intentó conjurar algo con su varita. Algo de lo que me hice prontamente cargo con mi sonic screwdriver, naturalmente. Fue la noche en que vi al Joker más triste de todos, apoyado medio borracho contra el fondo del vagón del metro. El Joker más auténtico, también.

Fue una buena noche. No quiero sacarme los suspensores y la humita, porque me da un poco de pena no poder vestirme así siempre. Aunque quién sabe... cosas más raran han pasado.

Y ahora con ustedes, dos momentos en que [El Autor], transfigurado ya en [El Doctor] analiza los usos de su herramienta de trabajo más fiel.



sábado, 30 de octubre de 2010

Checklist...

El ensamble de Halloween se ve más o menos así.
























Aunque, claro, se me puede haber estado olvidando un accesorio importante....

viernes, 29 de octubre de 2010

Splash! Glub Gasp Gasp...

...fueron sus primeras palabras al emerger del submundo conocido como "Mitad de Semestre". Miró a su alrededor y descubrió que todo estaba, más o menos, donde mismo. Sonaba "You're Wondering Now" de los Specials en versión de los Fabulosos Cadillacs. Más compuesto, se dispuso a dejar la tercera persona y hablar en primera. Era, después de todo, su blog.

Hace ya poco más de un mes que me estaba poniendo al día con The Daily Show y el Colbert Report cuando lo veo a John Stewart hacer El Anuncio.

The Daily Show With Jon StewartMon - Thurs 11p / 10c
Rally to Restore Sanity Announcement
www.thedailyshow.com
Daily Show Full EpisodesPolitical HumorRally to Restore Sanity


Por ahí por los tres minutos treinta tenía mis pequeños ojos todo lo abiertos que pueden estar. Para los cuatro minutos veinte tenía algo de la boca abierta. Para cuando el evento fue anunciado me encontraba sonriendo. De estar acá, en el momento justo, de haber escuchado justo lo que llevaba tanto pero tanto tiempo queriendo escuchar.
Cansado de tanta tontera y estupidez junta, cansado del farandulismo y las palabras efectistas, de tener un presidente que gusta de hacerse el tarado y un parlamento medio lleno de tontos dispuestos a jugar el juego del espectáculo; nada podría venirme mejor que un evento así. Si hubiera una causa por la que me gustaría abogar es esta.

Y ahí estaré. Estaremos, medio en plural, todos mis conocidos y amigos van. Todavía no sé con quién ir. Corre el rumor de que Liz Gustavson va a andar por la ciudad y sería tan bueno verla.


¿Y DESPUÉS?


DESPUÉS ES ESA NOCHE. ESA MISMA. JA.
LO.
WIN.

Hace cuatro años atrás, las cosas eran tan distintas: era mi primera vez, vivía a dos cuadras de una tienda de disfraces...recuerdo haberme pensado en el disfraz, haber hecho una encuesta en este mismo (y humilde) espacio. Todo esto hasta llegar a un concepto claro y extravagante, compuesto de un sombrero mexicano, guantes plateados de un traje formal, un traje-sotana de espectro y una vuvuzela antes de su tiempo....
¡EL CHACAAAAAL!
(Diseñadora Gráfica alemana se vende por separado)

Esta vez, no disponiendo de tantos recursos y viviendo la vida del adulto, me he visto en la obligación de armar un traje con elementos cotidianos...o al menos comprar cosas que después sí voy a usar (ese traje se quedó en la Language House A y creo que el sombrero terminó en el laboratorio de español). Así es que ha empezado la búsqueda
-De la camisa.
-De la chaqueta.
-De los jeans (skinny).
-De los suspensores.
-De las botas.
-Y sí, de la corbata de lazo, también llamada humita.


Considérense advertidos.

martes, 26 de octubre de 2010

Tengo un nuevo amigo

Y es un Rosa.

He ahí la cuestión.

¿Por qué mi lista anterior no contemplaba "Terminar The Prisoner" o al menos ver algo, alguna vez por mi cuenta?



Véase el título de esta entrada.

Ventanas.

Querido Diario, 

Son apenas las doce y cuarto acá en Virginia y los ojos ya se me cierran. Estos días han tenido lecturas al ritmo que yo quería tener antes, pero con la consecuente pérdida de sueño, han tenido reflexiones, bebidas energéticas, caminatas, cafés, la reconstrucción de mi colección musical, que todavía se parece a la segunda estrella de la muerte; y poco mas. La vida social, salvo un almuerzo y una cena, se ha reducido a su mínimo común. 

Tengo un cerro de ventanas por cerrar y de cosas por ver. Escribo ahora un poco para hacer la lista y ver si usted me acompaña.

-Terminar de ver la trilogía de La Batalla de Chile. Falta como un mes para mi presentación al respecto, pero igual. Veo un minuto y me emociono. Veo tres minutos más y me da la rabia del alma. Y así.

-Ver de una buena vez Torchwood: Children of the Earth. La empecé con el vuelo de haber terminado la segunda temporada y la dejé porque eran las cinco de la mañana. Sé, más o menos lo que pasa, o lo que les pasa a ciertos personajes. Pero es bueno saber cómo. Ianto, te vamos a echar de menos.

-Terminar de editar ese libro investigativo que estoy editando. Pero eso después de mañana, cuando haya despachado mi presentación del miércoles.

-Decidir el conceptotraje para este Halloween. Dar los pasos necesarios para que este se transporte a la realidad concreta.

-Procurar la felicidad del prójimo. Nunca está de más.

-Cortarme el pelo. No está de más.

-Planear los eventuales viajes a Vermont, Atlanta, Boston y el viaje sorpresa especial del que no puedo decir nada todavía.

-Ver el par de capítulos de The Sarah Jane Adventures con Matt Smith.

Ahora sí, los ojos se me cierran del todo, mañana a esta hora espero ser un hombre más libre, i.e. un hombre con sus deberes académicos cumplidos. 
Mientras tanto, el que sabe sabe y el que no cree que Deutschland über alles es como decir ¡Viva Chile!
El que sabe, escucha a Vampire Weekend y reconoce esta canción...


A modo de postscriptum: Por esas cosas de la diferencia horaria hoy llegué más tarde de lo previsto a casa y me perdí de buena parte del partido del León. Me conecté a la red cuando quedaban diez minutos, ganábamos 3-1 y Pepe Rojas fue elegido la figura del partido. Hice la nota mental de dejar de lado todo tipo de estimulantes y alucinógenos.

A todo esto, alumnos de pregrado fabricaban DMT a pasos míos. Y no me dieron nunca, los malditos.

domingo, 24 de octubre de 2010

Transatlantic Drawl...

...que es sólo el nombre del lado B de Radiohead que tengo en repeat mental en este instante, no es que tenga planes de cruzar el Océano No todavía, al menos.

Lo que sí, siguiendo la tónica del post anterior, mientras caminaba hacia la biblioteca de mi universidad hoy, me detuve en una de esas tantas pequeñas intersecciones peatonales que hay en el barrio: calles pequeñas que cruzan con otras calles pequeñas, ambos sentidos con disco pare para darle preferencia al peatón. Me quedé sin saber si cruzar o no, mientras el auto frente a mí estaba en la misma duda. Nos miramos, hice el gesto de pasar, me detuve; él hizo el gesto de pasar, se detuvo. El auto lo conducía un negro de un afro pequeño y cama blanca. El auto era un Ford Cortina MKIII. Como este:


A god-awful small affair, después de todo

miércoles, 20 de octubre de 2010

Fragmento de una carta encontrada entre dos ladrillos de una memoria.

...iba saliendo del edificio del Centro Intercultural, hogar de los departamentos de español, alemán, francés, italiano, lingüística y otros tantos más. Caminaba más o menos tranquilo y me disponía a  ir a la biblioteca a buscar el libro que debería estar leyendo ahora, en vez de estar escribiéndote esto. El día figuraba despejado y sin frío, sin calor tampoco. El otoño perfecto. 
Estaba en eso, recordando además lo particularmente linda que era la chica que me había tocado la ultima vez en la biblioteca: una negra de infinitas trenzas pequeñas tomadas atrás en un moño que las dejaba caer tan libre como organizadamente. De talle pequeño, los pechos justos para no desentonar, labios gruesos y los rasgos más sorprendentemente simétricos que haya visto, era un verdadero gusto verla. Habría sido de tu total gusto y le habrías sonreído y ella te habría sonreído de vuelta.
Estaba en eso cuando sonó el teléfono.

No mi teléfono, ni el teléfono de alguien más. El teléfono. El ring clásico, de campana, nada reggaetones hiphopeados o ni siquiera la modulación semi modernista de los teléfonos ochenteros. Campanilla. Silencio. Campanilla.
No se supone que haya teléfonos en esa parte del campus. En todo el campus no hay teléfonos públicos, pero el ruido venía de una pequeña compuerta, probablemente siendo un comunicador interno. Me acerqué y lo dejé sonar, paralizado como estaba. Tú nomás sabes como es. Escuchar el teléfono, digo, así en la vía pública. Nadie más le prestaba atención. El corazón me debe haber estado latiendo fuerte, porque sentía la sangre impulsada a sobrevelocidad por la adrenalina. Pensé en la decisión que había tomado. Pensé como sería la voz al otro lado del teléfono y en que idioma me hablaría. Seguía sonando. Largo rato, más allá de los cinco tonos antes del buzón de voz o los diez antes de escuchar el sonido de línea saturada. Campanilla. Silencio. Campanilla.
Hice el gesto de mirar alrededor, estaba dispuesto a preguntarle a alguien más si lo oían o si acaso me estaba volviendo loco. En ese gesto apareció la profesora a la que le traduzco documentos. Era la primera vez que ella iba siquiera al campus, porque su oficina está en otra parte de la ciudad. Me miró sorprendida y entusiasmada, conversamos de qué estábamos haciendo y lo gracioso que era encontrarnos así, quedamos de vernos después de una reunión que tenía en una hora más. 
En eso el teléfono dejó de sonar. No me di cuenta cómo ni cuándo, habrá sido en algún momento de mi conversación. No me dejó ni un ápice más tranquilo, y partí a buscar un lugar donde proveerme de esa canción, la que comienza con ese acorde de piano. Mientras tanto redacté esta nota en algún lugar de mi cabeza, nota que ahora dejo aquí con la esperanza de que la encuentres y entiendas, como nadie más puede entender. Recuerdo el momento y el corazón me salta. Estoy vivo. Dónde, todavía no sé.
Seguro que la voz tras el teléfono sabe...

martes, 19 de octubre de 2010

Por esto me gustan tanto.

Pasó hoy. Pasó hace ya casi doce horas. Poquito menos. Dejémoslo en diez, por amor a los número redondos.

Yo deambulaba por mi biblioteca amiga, camino a un lugar donde seguir leyendo mis artículos postcoloniales. Tenía una hora más o menos antes de mi siguiente compromiso y pensé que sería bueno leer en el quinto piso (donde están las novelas más novelescas y otras cosas) y no estar cerca de los siempre distractores equipos computacionales. Iba camino a un cubículo de estudio cuando decidí hacer el ritual de todos los días y ver si habían devuelto al almanaque Whatever Happened to the Caped Crusader, recopilado que no quiero comprar y que sí quiero sacar de mi biblioteca amiga.

Otro día más, nada.


Como el estante ya me lo conozco menos de memoria, puedo darme cuenta de los cambios más sutiles, como que hoy sacaron los dos volúmenes individuales de Persépolis del estante de redistribución (el que usan cuando se acaba el espacio en los estantes comunes) y los pusieron al lado de la edición completa. De repente, mirando nomás, un delgado lomo me llamó la atención, con un pequeño ladrido. Vi el logo editorial de Fantagraphics y supe que eso no estaba ahí ayer domingo. Saqué el tomo.


Entrenado por años de rigor académico y curiosidad infantil a todo prueba, más la correspondiente cuota de mera hu ma ni dad, abrí el pequeño volumen.
Lo que vi fue lo siguiente:


Y luego:


Tras lo cuál supe que no iba a volver a mi estudio así de fácilmente. Llevaba unas cuantas páginas leídas de pie cuando me decidí a llevármelo a casa. Antes me lo llevé al baño, a los sillones, al pasillo. Dejé la última página a propósito para el momento en que la sonriente muchacha del mostrador lo registró y me lo pasó. La muchacha, perdida en una sonrisa propia de los que han consumido opio, merece un post aparte. Opio o no, es bueno ver a la gente sonreír con cara de que la realidad no importa, porque están más allá de la ordinariez de lo real.


Ahora, el comentario:

Jason, talento del cómic noruego, nos regala una historia con animalitos. Hay, en su mayoría, perros, gatos y un cuervo bien especial. Jason, talento del cómic noruego, nos regala una historia con cuatro de los más grandes del siglo veinte: Hemingway, Pound, Fitzgerald, y Joyce. Sí, Joyce es el cuervo. Jason, talento del cómic noruego, nos regala un mundo donde los ya mencionados animalescritores son fenómenos del cómic, el medio de arte dominante. Coinciden los cuatro en el París del veinte.



Y deciden robar un banco.




¿Tengo que decirle más? Bájelo acá.
Si no sabe cómo abrir el archivo, use este programa para Windows. Y este otro para Mac.

lunes, 18 de octubre de 2010

Un giro.

Querido Diario,


Hoy tomé una decisión. Me di cuenta de algunas cosas y saqué unas cuentas, para enfilar hacia un destino incierto como él solo. Puede ser el error más grande de mi vida, pero considerando las cosas y calculando que la mitad de mi vida o ya pasó o está próxima, tan mal no está. Vamos a ver cómo reacciona el universo en estas semanas antes de anunciarlo oficialmente.

Mientras tanto, una canción para la semana y para la vida. Re-escuchando el London Calling y preguntándome cuánta gente lo habrá postulado como el mejor álbum de la historia, me encontré con esta, que tanto me gusta, y que dice más o menos todo lo que quiero decirte, querido diario.

55 Cabos Sueltos.

Terminé hoy, hace instantes, mi primer paper en años. Esto de la escritura académica es como andar en bicicleta la verdad: de esas cosas que no sé hacer y que mientras más pasa el tiempo más improbable es que las pueda aprender.

Lo que es, por supuesto, una vulgar mentira. Hubo tiempo en que fui mozo y era libre de verdad para sentarme frente al teclado y escribir lo que se me antojara de la forma que se me antojara y que misteriosamente siempre coincidía perfectamente con los estándares académicos. Ahora no, pero algo más despercudido me siento después de estas siete páginas (doble espacio, lo siento). Acabo, además, de terminar un paper que tiene más fuentes bibliográficas que mi tesis de pregrado y que tiene la virtud de tratarse de un tema cercano, cosa que siempre me ha costado hacer. Es más fácil tomar distancia analítica con las cosas que no te gustan. Es más fácil ser un hijo de puta con aquello que no te importa. Es más fácil escribir para la academia con distancia. Haga todos los silogismos posibles. 

En el curso de esta semana, la semana en que finalmente vencí a la Gripe-Hantavirus del Dragón de Komodo clase C, se me vio harto más por la cafetería de nuestra biblioteca. Una de las tantas razones para esto es lo increíblemente buena de la selección musical del localcito (administrado por estudiantes). Arcade Fire, Velvet Underground (Lady Godiva's Operation Y New Age), Simon & Garfunkel (Cecilia Y The Only Living Boy in New York). Tienen un frappucino de menta llamado Grinch que es bien bueno también, pero la verdad es que ir a un lugar donde uno sabe que la música va a ser buena es una de las formas más genuinas de buscar refugio, y como tal me lo tomo.

Tras conversar con mi vieja y aporreada novela, acordamos darnos un tiempo y estoy saliendo con una historia que se llama como este post. En serio. Tiene cosas que me recuerdan a mi novela, porque soy de esos que tienen un tiempo e incluso aparecen en ella los personajes de Otra Torre, sólo que en versión animada con ojos de botón, creo. Detalles pronto, más adelante. No debería tomar tanto.

Famosas Últimas Palabras.

Como mañana pretendo no despertarme tan tarde, debería dejarlo. Otra vez con una canción, una que ha estado sonando harto este fin de semana de trabajo, descanso y derrota de la Influenza Virósica del Dragón de Komodo con Tifus. Es la canción ideal para agarrar ese cuaderno de apuntes y arrancarle las hojas una a una, hasta cubrir el piso de la habitación completamente. Así, con el piso recubierto de la mejor pista de baile, la canción se vuelve ideal para tomar de la mano a su compañera (o compañero, se entiende) y sacarla a bailar despacito por el espacio que dejan los apuntes para un día que ya acabó.
The Guillemots - Words.

viernes, 15 de octubre de 2010

Una pendiente. Quedan cincuenta y cuatro.

Se me ha señalado que hace rato no pasa nada muy musical en este humilde espacio, como tal e imbuídos por el espíritu del ponernos al día, John Legend tiene un disco de covers de los 60s y 70s grabado en compañía de The Roots (¿Se acuerda? Tocaron el 12 de Mayo de 2007 en Union. Otros tiempos.) Todos buenos.
El primer corte es Hard Times y aquí os va, para los amigos del Tube, busquen el concierto de promoción Unstaged, como parte de la serie organizada por American Express. El video de la tocata la dirige Spike Lee. No se pone más afroamericano que esto, no se pone mejor que esto:

Otoño

Hoy, DC tuvo el día de otoño más delicioso que me haya tocado contemplarle. Nubes sobre un cielo semi-despejado, deliciosos veinte grados, un sol decorativo que no molestaba ni se molestaba en subir mucho la temperatura, un aire prístino auspiciado por el viento que corría sin congelar. Una maravilla.

El día lo pasé trabajando, por ahí me arranqué a mi tienda de comics amiga, porque de a poco he ido adquiriendo todo el Batman escrito por Grant Morrison y caí en cuenta que hay un trío de número que iba a ser difícil encontrar en un compilado que no me obligara a comprar otras cosas que no me interesan. Así es que fui, busqué y encontré. Todo un éxito.

De a poco salgo de mi convalecencia, dejando atrás la gripe del dragón de Komodo. Mi cabeza empieza a funcionar a un ritmo más o menos parecido al habitual y otras cosas van aconteciendo. Hoy llegué a casa y me dediqué a socializar un poco con mis roommates. Vimos el Colbert Report y ahora los dejé tras ver todo el beisbol que podía ver con ellos. Igual, debo decir que a ratos me quedé solo frente a la pantalla con toda la atención del caso. Había recién empezado el match y los Rangers de Texas ya le llevaban 3 carreras a los Yankees de Nueva York. Aparte un choque entre NY y TX es siempre un espectáculo. Y mi corazón va siempre por la costa Este, más que por el medio de la nada (por más que sean técnicamente costa Este también).

Afuera el viento lo zamarrea todo. Hay un frío más bien tenue y desde Arlington podemos ver bastantes estrellas. En cuanto me recupere del todo de la gripe del dragón de Komodo voy a salir a mirarlas. Ahora mismo no. Empecé mi día temprano y me hallo cansado temprano. Acabo de recordar que estoy invitado a un asado mañana y quién sabe, quizás ir me haga bien. Procuraré entonces dormirme temprano y levantarme temprano a trabajar.

Así es como cambian las estaciones.

jueves, 14 de octubre de 2010

R.I.P.

Parece que me estoy muriendo.


[No hay nada nuevo ahí, responde el coro, siempre nos estamos muriendo, segundo a segundo]


Pero aún así. Mi resfrío parece ser una variante de la gripe del dragón de Komodo. Y vino en el peor de los momentos, aunque se está yendo ahora, a pasitos cortos, como el carnívoro aquél. Yo me quedó acá, tumbado.

En el país de dónde despegué, rescataron a unos mineros que habían tenido un accidente producto de las magras condiciones en las que tenían que trabajar. Sesenta y nueve días después están libres, enhorabuena. Las reacciones de mis compatriotas han sido bien variadas, las de la prensa para variar han sido una vergüenza. A medida que la histeria colectiva aumentaba, sentí genuinos deseos de llorar de vergüenza mientras las redes sociales virtuales se llenaban de coloridas muestras de patetismo ilustrado.

Pero no es tan terrible, porque me estoy muriendo. Tumbado en la cama, dejo que la hora pase, se me cierran los ojos y escribo en automático. . .

. . .el fin de semana, en la Nueva Amsterdam, retomé la escritura de la segunda parte de Otra Torre Se Levanta. Fue, sencillamente, glorioso. Glorioso saber que los personajes estaban ahí, no se habían ido a ningún lado y tenían ganas de ser contados. Estoy agradecido de ellos, aunque sus dramas tienden a empaparme. Durante lo que ahora es el año pasado, cada evento sobre la página se las ingenió para tener un correlato afuera. El terremoto siendo lo más notable, pero para cuando terminé la tercera parte sabía que todo lo que escribiera iba a aparecer. Lo que me da un poco de miedo por mi salud de los próximos meses, mientras el padre de uno de nuestros protagonistas se vuelve el actor principal de esa segunda mitad, ambientada en los 70-80s. Y no la pasa nada de bien. Trataré de ser bueno con él, en todo caso.

R. I. P.

Más que muerto estoy echo jirones, y siento su deshacer todo los días, al pasar, al pensar, al moverme rip,rip,rip,riiiiiiiip. Siendo las alternativas hacer la pausa y componerme o seguir adelante y ver que es lo que hay debajo de tanta tira, elijo la última. Me faltan unos cuántos componentes para la primera.

It's about to be writ again


rip


rip

lunes, 11 de octubre de 2010

Volviendo, de nuevo...

Volví a la capital tras mi fugaz paso por NY. Paso que me sirvió para reflexionar sobre la brevedad de la vida, mi situación actual, mi situación futura y todos los universos paralelos entremedio. Me sirvió para retomar cierto ritmo de escritura y cruzo los dedos para que no se vaya más.

Hoy volví a casa y volví al día de mis labores del hogar. Sacar, sacar, sacar la basura sacar y algunas limpiezas de espacios comunes. Los espacios privados todavía no los limpio, y todo indica que no será hasta el miércoles que lo haga. Así es que si estaba entre sus planes venir a verme, perdone lo poco aspirado del piso.

Volví a casa y volví a escribir. Mejor dicho, volví a tener que escribir. Mañana es día de entrega de mi primer paper en años. Años de años. Me siento un poco oxidado y fuera de forma, lejos de los días en que hacía malabares con el estilo e improvisaba técnicas distintas de composición. Hoy, como Alí contra Foreman, tengo que andar tirando jabs cortitos y aguantando contras las cuerdas. Pero Alí sigue siendo Alí, muchachos y muchachas.

Durante estos años de años los avatares profesionales me llevaron a recibir una y otra vez la pregunta:

"¿Y cómo se hace un peiper, profe, ah, ah?"

La mejor respuesta posible es esta:

Se escribe un outline como el de la izquierda, se le echan tres cusharadas de agua por párrafo, una pizca de harina, la clara de tres huevos y se bate que bate que bate chocolate hasta adquirir la consistencia deseada.
En estos instantes, como mi astuto lector podrá anticipar, estoy en pleno proceso de recolectar los ingredientes antes de ponerme a batir. Lo que sí, tengo tanto sueño que no sé si me dé nomás para hacerlo ahora. Tengo que entregarlo mañana, aunque el relajado Mr. Schwarz nos dice cosas como "no se urjan por el plazo de entrega". El relajado Mr. Schwarz se parece sólo un poco más de la cuenta a mi estilo de hacer clases y me da una extraña vergüenza retroactiva con su estilo relajado.

Cada día una lección nueva.

En fin, hora de volver a volver a escribir.

domingo, 10 de octubre de 2010

New Amsterdam

A pocos pasos de comenzado mi recorrido por la ciudad hoy el motivo de la muerte y resurrección se vio sorprendentemente reforzado al pasar por la que fuera la residencia de Emma Lazarus, poetisa local que al parecer pasó buena parte de su vida a escasas cuadras desde donde escribo estas líneas. Así empezó mi día.

Mi día prosiguió con un brunch con omelette gigantesca y papas y mucho mucho caminar. Mi anfitriona tenía que encontrar el tiempo perdido durante su intenso viernes por la noche así es que partió a buscarlo a su taller en la New School of Arts. Como tal me encontraba solo y si bien había hecho unas pálidas gestiones para reencontrarme con viejos conocidos, estas habían sido precisamente pálidas porque tenía más ganas de caminar y despejar la mente que otra cosa.

Peregriné entonces por el camino de la memoria y enfilé hacia Washington Square donde no había niños jugando a la pelota ni me intentaron vender marihuana como la vez anterior. Una lástima, considerando que en DC tengo un par de conocidos que están más bien verdes por la sustancia ídem. Me senté en la fuente y posé como colado en las fotos de innumerables turistas. El viejo deporte. Al rato el sol de la tarde me indicó que era hora de retirarme y partí, expulsado como tal, hacia The Strand, la clásica librería de las toneladas y toneladas de libros.

Las veces anteriores que había ido a The Strand siempre había llegado por el Sur, por lo que me había perdido de lo que esta vez, vuelta rídicula mediante, apareció como tan obvio...

FORBIDDEN PLANET!!!!


Forbidden Planet, mi buen lector, usted no tiene porqué saberlo, es una pequeña cadena de tiendas de comics. Pequeña si se la compara con una cadena de tiendas de cualquier otra cosa, pero la frase "cadena de tiendas de comics" ya tiene algo de oximorónica en sí, si se lo piensa. Baste con saber con que hay una Forbidden Planet en Londres y otra por acá. Partí imantado hacia ella, donde me recibió un staff de lo más preocupado y "Always something there to remind me" de Naked Eyes en el fondo, en un momento que no podía ser más alegórico, supongo. Los 80s vivían en la tal Forbidden Planet y me pregunté si acaso no sería mucho cuando vi en vitrina el juguete del cuartel de los cazafantasmas con el que jugábamos con mi primo Tomás por esos años, tazado en sendos 280 dólares eso sí. Debería llamarlo y preguntarle si guardó la caja.
Decidí no caer en la tentación que significaba semejante lugar y partir a The Strand donde seguro que la inmensa oferta bibliográfica me dejaba en modalidad sobrecarga y me impedía hacer compra alguna.


Fallé.


Pero ahora tengo el mejor tarro para galletas lápices de la historia. Y no, no compré nada en The Strand, aunque me saqué los ojos buscando (en Forbidden Planet tb.) "Twelve Reasons Why I Love Her". Habiendo olvidado el nombre de los autores, recurrí a la más manual de las búsquedas, pero no pasó nada de nada. Por qué no la he encargado de amazon con el descuento del caso, es una de esas cosas que me supera nomás.

Pudiendo tomar el metro, opté por caminar hasta Bryant Park, mi siguiente y última parada en este tour del viejo Nueva York, alías New Amsterdam. Más entretenido y más barato, cantaban por ahí. Caminé y disruté de la gente, que siempre es lo mejor de esta ciudad. El turista empedernido, el neoyorquino producido, los que se esfuerzan por sobrevivir y los que no tienen nada más que hacer que venir aquí. Sacando cuentas, he venido y paseado harto por esta ciudad, al punto que no me siento turista, pero sigo a años luz de sentirme que juego de local. Not turist, no stranger, but a weird sort of alien, supongo.

Llegué a Bryant Park, cuatro años después, y me senté junto al carrusel que había olvidado por completo que existía. El Martes Kate había apuntado en su mejor español a mis lápices sobre la mesa y preguntado "¿Por qué...tres?" uno azul y dos negros. Le respondí en la distancia hoy cuando se me acabó uno de los negros y seguí escribiendo muy campante con el otro. Literalmente, porque llegué al depto. y le mandé el respectivo comunicado por facebook.

Se me pasaron las horas escribiendo en el parque. Perdí un poco el sentido de la realidad y de dónde estaba y la caminata a casa hizo poco por devolvérmelo la verdad. New Amsterdam es así, la verdad, no le importa mucho cómo eres, así es que puedes ser quién quieras.

Un buen punto de transición. Un buen punto para comenzar de nuevo.

Mañana: de vuelta a casa y de cabeza a escribir mi primer paper en esta fase de mi entrenamiento académico. Veremos qué tal sale. Ahora, en la noche: a cualquier otra cosa.


Y si usted pensó que iba a dejar este post sin que yo intentara pegarle la canción de Naked Eyes, claramente es un lector nuevo. Bienvenido:

sábado, 9 de octubre de 2010

Weekend in the city

Volviendo a la vida lentamente tras el simulacro de muerte por resfrío que fueron las dos semanas pasadas, decidí que nada sería mejor para completar el proceso de renacer de una nueva personalidad que viajar un poquito. Como tal, despacho estas líneas desde el departamento de Polly en Nueva York.

El simulacro de muerte estuvo de lo más interesante: hubo dolores intensos y fiebre con alucinaciones, de las pesadas y agobiantes, y un desgaste general del que todavía no me repongo. Aún así, la convalecencia me sienta bien, y los momentos en que me siento en perfecta salud son deliciosos, sentirse bien se vuelve un simulacro de omnipotencia exquisito.

En el plano de lo concreto no hay tantas novedades. Ayer salí con un grupúsculo a celebrar el cumpleaños de una compañera y terminé haciendo nuevos conocidos. Sigo sin interactuar mucho con mi generación, pero de a poco hago buenas migas en todo el segundo año.

[¿Hay patrones aquí? Pienso en mis días de pregrado en que también era nuevo y frecuentaba a los mayores, en que también mis compañeras me hacían comentarios del corte "no te alcanza con una coca-cola por clase" y donde mis profesores también me hacían el gesto universal para "Despaaaacio" antes de empezar una presentación. ]


En el plano de lo concreto ayer llegué a casa y encontré a mis roommates con todo el ánimo de socializar, así es que me quedé con ellos un rato agregando el vino de la casa al par de margaritas que me había tomado instantes atrás. Todo muy rico. En casa comí unas galletas deliciosas mientras de fondo había baseball. Me pusieron caras largas al saber que no voy a estar mañana en la noche para la cena que estaban planeando. La verdad es que también me dio un resto de cara larga. Son buenos chicos. Con trago de por medio son buenos y divertidos, descubrí anoche.

Otra de ciclos: volver a NY, un poco asustado de su ritmo, pensando que Washington se las habría ingeniado para bajarme las revoluciones, pero ni bien hube salido del Lincoln Tunnel todo volvió a estar en su lugar. Lo que sí el metro se me antojó bien triste comparado con el de DC, pero así son las costumbres y los hábitos.

En el plano de lo concreto hoy no he hecho mucho más que ponerme al día con el sueño pendiente. Desperté temprano tras dormirme tarde anoche, pero dormí bastante en el bus, y acá en la ciudad ya, una vez semi-zampada una hamburguesa gigantesca (cuya otra mitad me espera envuelta en la mesa de la cocina/estar donde escribo) vino la siesta inolvidable, de la que mi anfitriona aún no sale. Al parecer la noche de ella estuvo mucho más interesante que la mía, lo que se refleja en el sueño pendiente. Pero está bien, lo pausado del día encaja con el motivo de resurrección de este fin de semana.

Hay muchas cosas dando vuelta alrededor del plano de lo concreto. Tensiones invisibles, esperanzas acechando, resoluciones por venir. Como tal, nada mejor que tomarse un fin de semana en la ciudad antes de que empiecen las tormentas.



Pour quoi pas? Si hay Clorets, decían por ahí

domingo, 3 de octubre de 2010

Ugh, dijo él.

Y se preguntó cómo diablos iba a poder seguir algún tipo de aproximación al éxito en una carrera letrada si la fiebre no lo dejaba leer tranquilo.

Después de decir eso, vino a escribirlo al computador, presionó "Publish Post" y se fue a la cama.

sábado, 2 de octubre de 2010

La vida en Marte.

Terminó la semana.

En verdad terminó ayer, después de mi presentación, tan cabezada, tan investigada, tan buen indicador de lo fuera de práctica que estaba/estoy. Lejos están los días en que agarraba un lápiz, "dibujaba" el mapa de mi presentación y listo. Pero así como están de lejos están más cercas. Van a volver y con escándalo. Detalles cuando los haya, es decir, más adelante.

No salió tan mala la presentación. Dije lo que quería decir, me desvié de tema principal para hacer la reflexión que quería hacer, mis compañeros se rieron en las partes que tenían que reírse y movieron la cabeza, como el proverbial perro de taxi en partes diversas. La discusión que siguió fue lejos la mejor del semestre, pero ahí no tengo tanta responsabilidad. Se sintió bien eso sí.

Se sintió bien y se sintió extraño, terminar, estar en silencio, cansado de resfrío más que de otra cosa, volverme solo (Caroline y Kate tenían un evento de trabajo así es que no volvían hasta tarde), bajo la lluvia (que se puso torrencial al salir del metro másmenos), haciendo una pausa por la biblioteca para encontrar correo de mi madre contándome de los últimos acontecimientos familiares, los que ameritaron que le respondiera de inmediato, en un teclado sin acentos ni ñ. David Cassidy cantaba "How can I be sure?" en mi cabeza y se pegaba ese grito notable al preguntar How's the weather?

Lloviendo, David, lloviendo de verdad.


Una vez en casa, terminé de ver Life on Mars.

Terminé con una sonrisa, con una satisfactoria sonrisa para una serie que supo tenerme en suspenso y hacer que sus personajes me importaran. No es poca cosa. Llegué a ella por recomendación directa y medio de lado por el rol protagónico del bueno de John Simm, pero terminé queriendo mucho más al DCI Hunt, a Annie Cartwright, al siempre consternado Chris Skelton y así...
Podría escribir páginas y páginas al respecto, mi conexión personal con la serie, la forma en que funciona como un hilo del cordón umbilical que me conecta culturalmente con los 70s y mis papás, con mi papá especialmente. Podría hablar de las otras cosas, las que hacen eco personalmente, los miedos, la sensación de vivir una realidad distorsionada o mediada por miedos que desensibilizan hasta el punto que no importa. O de su banda sonora, que es increíble, más allá de que la serie ya tenga el título de una de mis canciones más favoritas de Bowie. Una banda sonora que tiene a T-Rex, Roxy Music, y The Sweet no puede fallar nomás.
Pero no voy a hablar de nada de eso, no en detalle. Véala nomás. Dos temporadas de ocho capítulos cada una. La primera es impecable, la segunda se empieza a gastar un poco, pero tiene dos actores principales y un guión que funcionan como los mejores pilares. 


Hoy la vi a Margarita, que anda por estos lados. Caminamos por Dupont, cenamos en KramerBooks. Rico todo. Nada de surreal, o quizás lo surreal es que no fuera nada de surreal. Será quizás que esta ciudad es ideal para tener encuentros así, con personas con las que no es habitual encontrarse. Porque DC es así un poco, un punto de paso, un lugar para venir e irse en un rato más. Una encrucijada y punto de intersección. Uno sabe de dónde viene pero no sabe si volverá o hacia donde es que se va a ir después. Margarita me pregunta qué es lo que hago, me dice que en un mes uno alcanza a construirse una rutina. Me sonrío y articulo algo de vuelta, me quedo buscando el patrón, tratando de dar los suficientes pasos atrás para encontrar la verdadera rutina.

Todavía no la encuentro. Está mutando, siempre. Quizás esa sea la rutina.


Desprendida, en cambio constante dentro de ciertos patrones establecidos, cierta en su incertidumbre, movediza, esperanzada, anhelando días lindos, saboreando la lluvia intensa, sonriendo de día, intentando dormir de noche, conjurando un resfrío tan porfiado como su huésped, dando vueltas sin saber si voy o vuelvo, si acaso uno está loco, en coma, o de vuelta en el tiempo.

Así es la vida en Marte.