viernes, 24 de abril de 2009

Comentarios

Comentarios Orientalistas presenta hoy en su programa doble de día Viernes a
Alessandro Baricco
con
Seda
y
Salman Rushdie
con
The Enchantress of Florence

Resulta que finalmente leí Seda, la tan comentada novela-nouvelle-novelilla de Baricco, autor que respeto inmensamente, respeto que se cimienta básicamente en ese novelón llamado City. Curiosamente, la leí en las pausas que me daba la última novela del Salman Rushdie. Curiosamente porque ambas entrelazan en sus temáticas miradas del Occidente al Oriente, de ida y de vuelta. Mi impresión de ambas fue bien satisfactoria, si bien de modos absolutamente distintos y en intensidades bien proporcionales, curiosamente, a la extensión de sus páginas.

UNO. Es inevitable, se me había advertido, hablar de Seda sin referirse a su forma, su estilo. La delicadeza de sus líneas y sus gestos que apuntan a describir y reconstruir realidades con los trazos más suaves.
DOS. Es inevitable, me parece, hablar de The Enchantress of Florence sin referirse a su investigación meticulosa y sus detalles que, de tanto soporte histórico, llegan a dar la impresión de que el autor se limita a cabalgar, con tremenda gracia y estilo, sobre la Historia misma, más que otra cosa.
TRES. Más allá de los inevitables, siento que algo le falta a Seda. Algo queda dando vueltas, y no en el sentido delicioso de las cosas que dejan pidiendo por más. Gusto a poco, quizás.
CUATRO. The Enchantress of Florence, por su parte y al igual que Seda, toma forma de a poco, consolidándose en la medida en que las páginas se van dando vuelta y vuelta. En la medida que las narrativas en su interior se van entrelazando, cosa que Rushdie sabe hacer muy bien, en torno a dos ejes centrales, que a su vez van generando nuevas narrativas en una trenza textual efectivamente atrapante, la novela gana en riqueza más allá de la mera anécdota y del gusto por la investigación.
CINCO. Por otra parte, Seda también va alterando su pulso narrativo, si bien siempre de ritmos entrecortados y breves, en pos de una narración más detallada. Siempre jugando con las superficies, siempre insinuando, mantiene, en parte por la historia misma y en parte por lo breve y accesible de esta, al lector encima, pendiente.
SEIS. Extraña leer a Rushdie sin su característico humor. Un poco más seca en ese sentido que Shalimar the Clown, The Enchantress apenas desliza una que otra referencia para hacer sonreír. Navegando constantemente en las aguas de la alegoría política, Rushdie suena serio y testamental en una novela que es, ante todo, un trabajo depuradísimo en toda su ejecución.
SIETE. Teniendo sólo el antecedente del Baricco de City, Seda se aparece como un fino hilo de narración. Demasiado fino quizás. Una anécdota pequeña, sensible, y que, como la pequeña joya que es, necesita desesperadamente un marco mayor para un mejor contraste. De tan sútil que es, la técnica de su autor termina perdiéndose, como un sútil susurro.
OCHO. Más allá de los paralelos forzados o no, ambas novelas son ejemplares notables, dignos de la calidad narrativa de sus autores. Ambas tienen esa textura tersa propia de los artefactos bien limados. Lo que sí, donde Seda se queda corta y termina desvaneciéndose, The Enchantress of Florence se consolida y se agiganta como uno de los trabajos menos efectistas y más efectivos de su autor. Seda está bien... pero es la clase de relato que uno gustaría de encontrar en medio de otra novela, o como una grata sorpresa inédita en medio de un volumen de obras completas.

Meanwhile...


Meanwhile, el comic lindo de la semana es Detective Comics 823. La segunda parte de Whatever Happened to the Caped Crusader? escrita por Neil Gaiman e ilustrada por Andy Kubert. Es un comic lindo, nada que decir. A veces demasiado lindo para lo que uno podría esperar encontrar en Batman, pero tiene el mérito de funcionar como una efectivísima coda a las aventuras del encapotado ese. Es la vía de escape perfecta para el género de los superheroes y para la ficción serializada en general. Gaiman hace de este número a ratos más un ensayo que una narración, pero así entendido la historia funciona. Y Andy Kubert está impecable, usando en cada cuadro un estilo distinto, para evocar a los múltiples artistas que han dibujado a Batman en estos ya 70 años.
Si usted está hastíado de leer superheroes dentro de continuidad y de que nada nunca pase y quiere dejarlo todo de una buena vez, Detective Comics 823 es el número que usted está buscando. Para irse en paz, terminar en buena, sin quemar las naves y sin hacer escándalo.
Como el ciudadano inmensamente humano y decente que es el señor Gaiman.

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