martes, 7 de junio de 2011

OTSL

Ni muerto ni de parranda, querido lector. Ni muerto ni de parranda.

Desconectado de la virtualidad, un poquito, sí. Ocupado trabajando, también. Y el escaso tiempo libre dedicado a ese pequeño gran proyecto que corresponde al Sueño de la Primera Novela Propia.

Hace instantes compaginé las tres partes, en su versión de primer borrador y las guardé.

Cien mil cuarenta y seis palabras tiene. Y se siente tan lejos de estar terminada...
Ni bien terminé la segunda parte, que no comparte (casi) personajes con ninguna de las otras dos, comencé a echarlos de menos. Dicha segunda parte va a ser re-escrita más en torno a las cosas que me faltan por investigar que en términos estructurales, así es que no creo que incluya muchas nuevas peripecias para ellos. Con mayor razón los voy a echar de menos.

Mañana la voy a empezar a leer. Anotaré los cambios que sé que tengo que hacerle a esa primera parte y evaluaré la pertinencia de re-escribir COMPLETAMENTE la tercera parte. Pero ya está. De alguna forma, que se siente un poco como salir invicto de la inspectoría del colegio o como una certeza que es tan firme porque no tiene nada de qué aferrarse, me siento aliviado.

En el proceso de escribirla me pasaron todas las cosas que siempre había leído que te pasan al escribir una novela. La desazón, la soledad, la sensación de que no vale de nada lo que estás haciendo, la sensación de que la historia se escribe sola, los momentos de encuentro en la vida real con los personajes, la sensación de que estás haciendo lo mejor del mundo y nada puede salir mal, los silencios terribles y los silencios deliciosos, las iluminaciones súbitas y los días de digitar l e t r a p o r l e t r a.
Todo resultó ser cierto.
Porque lo inventamos, por supuesto.


Ahora me voy a dormir, espero soñar con algunos de mis personajes queridos.
Gracias por leer, pronto va a haber más o menos cien mil palabras para suplantar el silencio de estos meses.

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