Semana a semana, diversas discos de variadas calañas intentan replicar la estética kitsch. Se le rinde culto a la pretensión, a lo añejo; se hace apoteosis de nuestras pasadas verguenzas. Vaya qué cuesta apuntarle a una definición viviente de lo kitsch. (Hace poco la Flo Henríquez escribió sobre el tema en La Tercera, pero no he tenido el gusto todavía).
La cosa es que...
El kitsch está ahí, vivito, en las paredes del metro:
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