martes, 15 de enero de 2008

Escrito a mano (a.k.a "Dos Cosas:")

Dos Cosas: cuando uno está cansado y tiene mucho que hacer, y claro, no está suscrito a cosas como Twitter (a dios gracias), no le queda mejor forma de bloggear que escribir en su cuadernito de compañía (si es una moleskine, es la mejor compañía, claro está) y, al llegar a casa, en vez de transcribirlo, fotografíarlo y así titular un post "Escrito a mano":

blogamano1.jpg DSC02662.JPG

La Segunda Cosa es el texto transliterado, que si no no se entiende nada, carajo:

Dos Cosas: En tiempos antiguos la gente no concebía la consciencia como una identidad propia: Luuego, las voces en su cabeza tenían que ser inspiración divina. O algo.

Otra cosa -> Twitter, el sueño del acosador/ el sueño del aspirante a celebridad. Nuestra cultura de medios rinde culto a la imagen de otros, de paso fomentando la construcción de un aparataje de autovigilancia. En el futuro nos seguirá un robot-sonda, para que todos vean lo que estamos haciendo. De hecho, los "traspasos", quebrantos, o actos exploratorios ilegitimamente propios de la adolescencia; tienen que ver precisamente con la relación de la vida privada con su exposición pública y el compartirla con un Otro indeterminable (1), abierto. Los casos más "ilustres" del último tiempo parecieran ser "wena Naty" y los insultos de Pamela Díaz & co. Ahora bien, tras esto (Twitter, por e.g) hay un componente, que es la construcción de la realidad que el sujeto necesariamente ejecuta al "compartir" (narrar) "su" vida. Cada corte, cada palabra, es una decisión, una selección (in)consciente del narrador/individuo que así se autodefine [y configura a futuro] su persona, fundiendo ser y personaje. Al blog, vlog, youtube, myspace, etc, entra una persona que se inscribe y se escribe como un personaje y tras dicho proceso sale una fusión: la persona/je, suceptible a futuras modificaciones del autor/consciencia. Ahora, el problema es que "la realidad" sigue existiendo. Y se ve sólo moderadamente afectada por estos desplazamientos psicoficticios. Aquí entran en escena la depresión, la desesperación y esa angustia sin motivo aparente que es producto del choque de la ficción-vuelta-realidad con la realidad, que no se mezcla con la ficción sino como el agua y el aceite.

(1) AQUÍ reside el secreto anhelo de la fama, bajo el modelo impuesto por la TV y los medios: el "desconocido" se vuelve "famoso" y pasa a ser "reconocido".

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