martes, 8 de enero de 2008

Facebook y la Cultura del Cachureo.

Hace ya unos cuantos meses que la plataforma social Facebook abrió sus puertas a todo el mundo, permitiendo el registro de miembros con cualquier tipo de correo electrónico, dejando así de ser propiedad exclusiva del mundo universitario norteamericano. Programas de intercambio y la viralidad de la internet mediante, no podía pasar mucho para que el país con más fotologs del mundo se uniera a este fénomeno.

Facebook tiene la gracia de proveer con una interfaz bastante sencilla y un diseño estandarizado bien pulcro (a diferencia de, por ejemplo, myspace cuyas alternativas de diseño suelen parecer la obra del cortar y pegar de un diseñador daltónico con Parkinson), más basado en hacer clicks que en tener algún tipo de competencia escrita; argumentos de peso a la hora de masificarse y reproducirse.

Ahora, si por esas cosas de la vida usted, como yo, se unió a facebook en los Estados Unidos, en los días en que había que tener una dirección de correo que terminara en .edu; o sencillamente tuvo un montón de amigos en círculos foráneos antes de empezar a agregar viejas amistades de colegio o sencillamente se vió de un día para otro admitiendo amigos en Chile, le aseguro que su participación en la comunidad virtual aquella sufrió un descomensurado aumento de las invitaciones del tipo "Te mordió un vampiro" o "Apoya a mi causa". Eso y ml y una invitaciones a agregar tal o cual aplicación, a reenvíarle a sus amigos el osito viajero por el mundo o dar y responder 200 preguntas sobre su amigo, etc, etc, etc.

El patrón de fondo tras este Ataque de las Aplicaciones pareciera ser no otro que el apasionado amor que los chilenos le profesamos a esa informe número de artículos que pueden ser descritos como "cachureos". Nos encanta apilar cosas, creamos espacios saturados de artículos que de cualquier otra forma serían insignificantes: chucherías elevadas a la categoría de memento. Como si se nos fueran a olvidar los cuatro veranos que pasamos en Pucón o si una lapicera de madera resumiera la esencia de aquella vez que pasamos por Talca. Quizás sea un condicionamiento geógrafico-cultural: esto de vivir en un país que tiene de todo en un espacio tan reducido, nuestra copia feliz del Edén replicada como muñecas rusas en un sinnúmero de souvenirs. Quizás también nos juega una pasada nuestra marcada cortesía protocolar, que impide decir que no porque "se ve mal" o la otra persona "se puede sentir mal". Si a todo esto uno le suma el "qué chori", motor de partida de cuanta adquisición de chuchería ahí, uno termina con cosas como esta:

Ventana recargada.jpg

















En oposición a lo que uno conocía y estimaba como una página típica de facebook que se veía más parecia a esto:

Ventana simple.jpg

Y si bien hay algunas aplicaciones que le dan cierto sabor al perfil personal, se vuelven harto invasivas cuando uno pasa los primeros minutos de su conexión diciendo que no a invitaciones que rayan en los límites del SPAM. Por si fuera poco algunas son redundantes ("Causes" no hace nada que antes no se hiciera creando grupos, y en general hace menos por "la causa" que lo que se hacía antes, asímismo ¿para qué quiero un calendario de cumpleaños, cuando facebook por defecto trae un calendario??). No sólo es juntar cachureos por el amor al cachureo sino además es tirarle cachureos al otro. Y algunos no queremos tanto cachureo. A mí, al menos, me basta y me sobra con los papeles en mi pieza.

Y no, no quiero unirme a tu causa para tener un facebook más limpio. Aunque sí me uní a "This has got to stop", el grupo para todos los que no queremos ser ni vampiros, ni piratas y sólo queremos tener una forma de contacto con nuestros amigos de ahora y antaño.

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