domingo, 7 de septiembre de 2008

El Reserva

Pasan hartas cosas en un año. Si usted juega en un equipo de fútbol y desaparece por un año, tiene que asumir como parte del juego que al volver habrá otro en su lugar (esto es válido también para fondos de investigación, puestos de trabajo, amistades, habitaciones, y vaya a saber uno qué cosa). La cosa queda especialmente marcada si el puesto en cuestión es el arco. Así, ya un año que resigné mi puesto en el arco del que era mi equipo, el semi-mítico Lingüística Fútbol Club. Partidos clásicos y  algunos reemplazos mediante, me encontré este año diciéndole a Pablo, el capitán
-Yo juego los domingos, pero si voy a hacer banca prefiero no inscribirme e ir a parchar sólo cuando sea necesario.
Lo que tenía un tono de velado ultimatum, pero era dicho en toda la sinceridad y confianza del caso.

Para cuando el momento llegó y mi titularidad me fue restituída, me encontraba un tanto agobiado por la pega (o por las levantadas temprano de lo que por esos días respondía al nombre de "pega") y prontamente resigné el puesto, motivado además por razones que no vienen al caso en esta nota. Resigné el puesto y mi lugar en el equipo, no estaba ni para ser reserva.
Y así caí en un largo letargo, sin fútbol en mi vida, sin arco que defender. Nada tan terrible, no iba a ser la primera vez que me quedaba sin equipo y, francamente, también había perdido algo del entusiasmo por ser agarrado a pelotazos. Y si uno no va con entusiasmo a ser agarrado a pelotazos, con qué carajo va. Todo estaba tranquilo en el mundo, no tendría que renovar mis gastados guantes de arquero, los que tenían ya dos años de antigüedad, como atestigua este post.

Hasta que un día...  recibí llamado de los Artesanos del Fútbol, la evolución natural de los Poetas del Fútbol, el equipo que integraba mi amigo Gonzalo en sus años de estudiante de Derecho (la pasada de Gonzo por Derecho dejó muchos amigos y mucho fútbol, como toda pasada breve y bien regada por una institutción académica ha de dejar). Que estaban por jugar un torneo y su arquero titular, que responde a Rick Hunter (no es su nombre, pero habla así de bien de él) no podría aparecer por un par de partidos y si acaso podría ponerme al arco por un par de partidos, gratis por supuesto. Y yo, que no jugaba hace rato y que intuía en todo esto una de esas situaciones en las que no hay nada que perder, más motivado por jugar y volver a ver a gente a la que no veía hace tiempo, dije que sí. Empezó así una seguidilla de derrotas (hay un post en facebook que trata el tema) con intermetencias entre partidos bien jugados y muy mal jugados. Días en que atajaba todo lo que estaba dentro de mis facultades y días en que daba rebotes -gol de pelotas que iban para afuera. Días extraordinarios, ninguno. Si una cosa tenía y tengo siempre clara es que Artesanos es un equipo de amigos, como tal el arco le pertenece a Rick. Da lo mismo que yo ataje más o menos. El arco es de él, como el de Lingüística era mío. Me asumo como el reserva.

Hace poco rompimos la racha de derrotas con Artesanos. Y con todas las del deshielo primaveral (y con todas las disculpas a usted, mi querido lector, por lo chula de la metáfora) apareció mi hambre de fútbol. Mucha hambre. Y como la voluntad mueve al mundo, resultó ser que mis ex-compañeros de colegio necesitaban un arquero para reemplazar al expulsado-en-el-torneo-anterior Navarro, por las primeras fechas. Feliz, salté ante la opción de jugar dos veces por semana. De nuevo, eso sí, como el reserva.

La semana pasada ganamos 4-3 en un partido apretadísimo, en que demostramos tanto buen fútbol como el aguante para defender estando embotellado. Terminé mi último partido desde el minuto 0 con un triunfo bien jugado y toda la felicidad del caso. En el clásico shop post-match alguien planteó que iba a ser un problema tener dos arqueros, pero fue acordado que el titular volvería y que después veríamos como iban las cosas, por rendimiento. Ningún problema.
Y hoy el titular volvió. Pero volvió tarde, así es que me puse al arco al principio. Ibamos 1-1 (una salida a despejar, una atajada y un gol bien imparable) cuando Navarro llegó y me hace señas de que quiere entrar. Le digo que me espere una jugada y lo dejo. Es su arco, mal que mal. La pelota estaba parada por un tiro libre rival, de lejos. Centro, nuestro arquero se queda pegado en la salida y le cabecean una pelota en las manos. 2-1 en contra y la ira de parte del plantel que ahí se dió por enterado del cambio. A algunos les molestó que la reacción de Navarro fuera reírse, a otros que entrara automáticamente, siendo que había llegado tarde. El tema fue tema tanto al entretiempo como al finalizar el partido.

Los jugadores de cancha se exaltan por cualquier cosa, siempre lo he dicho.

Y yo entiendo que están esas cosas del respeto al equipo, de la puntualidad y el compromiso y todo. Pero no puedo dejar de creer que bajo los tres palos las cosas son distintas. Cuando uno juega en un equipo y es el titular tiene una relación especial con el puesto y lo que pueda hacer en él. Uno sabe que va a seguir jugando, aunque reciba uno, dos, tres goles, aunque se equivoque mucho. Es parte de lo que significa, además, lidiar con la derrota y la frustración en un puesto que tiene mucho de eso. Y ver a otro arquero en tu equipo llega en un estrechísimo lugar con ver a tu mujer con otro en estas sociedades monógamas. Existe una jerarquía y un entendimiento entre quienes jugamos al arco. Si el titular llega, tiene que entrar lo antes posible. No es como adelante, en la cancha, donde el "espérate al segundo tiempo" es la reacción natural. Pero esto no lo sabe todo el mundo. Mis compañeros de equipo se enojaron y enrabiaron hoy por la situación, pero no es su culpa, ninguno de ellos es arquero.
Asímismo, que se hayan enojado porque la reacción de Navarro fue reirse. Hay formas y formas de lidiar con un gol en contra, pero si llegas tarde a un partido y en la primera jugada la estás yendo a buscar adentro ¿qué más vas a hacer? Yo habría hecho lo mismo.
Los jugadores de cancha pasan rabias y piden rabia. En vez de enfocarse en lo que viene, se quedan rumeando por lo que pasó. Se quejan de la pelota que perdieron, frustrados y no bajan a recuperarla con esa misma energía que convierten en rabia en vez de llevar a algo positivo. Son dos mundos muy distintos los que conviven en un equipo. Uno es tanto más pequeño que el otro eso sí.
Así es que, en mi calidad de reserva, terminé muy contento con mi desempeño. El equipo perdió 3-4. Sí, la jugada aquella terminó siendo determinante, pero en el arco todas lo son. En la conversación post-match, quedó pendiente acordar fijar una política para los releveos en el arco y tomé nota mental de manifestar un poquito más de rabia para cuando vuelva a jugar y me hagan un gol. Me fui y por esas cosas de la vida y el camino, terminé escuchando sin querer a alguno de mis compañeros que decía "...y el Leo que además es como buena persona..." tras lo cuál naturalmente me escabullí, porque no pensaba hacerme cargo de semejante juicio.

CAJA ANCIANA

Lo que sí que me da rabia es lo lenta que son las cajas express de los supermercados. Tras el match pasé a comprar unos dvd's vírgenes y fui a dar en la más lenta de las cajas supuestamente rápidas. El motivo, naturalmente, era una señora ya en condiciones de ser tratada de "anciana" que sacaba parsimoniosamente los 17 productos (máximo permitido: 15) de su carro, se los mostraba al cajero, le contaba lo que parecía ser una anécdota personal con cada uno de ellos, para así reflexionar mejor sobre su método de pago, siendo al parecer las monedas de 5 peso su divisa de elección. Y esperar es una de esas actividades que detesto en la vida. Profesionalmente, tengo políticas bien claras que corren para mí y para mis alumnos a ese respecto. Personalmente, a quienes más quiero no me gusta esperarlos pero igual los espero. Pero esperar en una cola y en una cola de caja de supermercado es y ha sido siempre una de esas cosas que no nomás. Así es que, inspirados en la veterana de hoy, este blog se complace en presentar el concepto que revolucionará los hipermercados de la capital y el mundo - Cajanciana.

Cajanciana es una caja especial habilitada en el rincón más cercano a la entrada de todo supermercado, una caja Exclusivamente para el uso de los venerables que han visto como su negocio de barrio cerró por culpa del alza en los precios del petróleto y nos torturan día a día con su parsimonia en las cajas que deberían ser las más rápidas.Cajanciana es, además, atendida por auténtico abuelo, cosa tal de que, cuando la añosa casera de turno le meta conversa, el cajero le pueda responder con la misma soltura de quien ya sabe que está más cerca del fin que del comienzo. Pueden compartir experiencias, comentarios sobre la vestimenta de los jovenes de la caja 3, y eventualmente entablar una de esas relaciones que desaparecen junto con los locales de barrio. Así ellos la pasan mejor en sus idas al supermercado y el resto de nosotros, que para allá vamos, dicen, podemos pasar rápido por la caja que está adjetivada con un sinónimo de rápido.

Digo yo.

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