sábado, 7 de mayo de 2011

Compresión

A veces, mi querido lector, la vida se comprime nomás. El tiempo se condensa y uno se encuentra viviendo a un ritmo que le deja a uno todo el sabor del convencimiento de que si nuestra cronología es lineal, dicha línea está más que curvada, torcida, estirada, desvencijada y revolucionada.

Ayer fue un poco así. Viajé de Copiapó a Santiago para no tener un segundo de descanso: entre trámites bancarios, reuniones de trabajo, visitas a doctores que se negaron a darme receta para lentes ("porque tu vista está perfecta, es cosa de que leas menos o disciplines tu exposición al computador"...uno de los problemas de no tener un médico de cabecera, en fin...), y tantas otras cosas, el día de ayer estuvo como esos especiales con muchos actores invitados, de esos en que uno sospecha que la producción no tenía mucha idea de cómo llenar el espacio. Pero estuvo más que bien, reencuentros con gente que no veía hace meses, años incluso, despedidas semi-definitivas de gente que se va para no volver en un tiempo más, caras nuevas por aquí y por allá. "Police on my Back" como soundtrack mental.

Hoy: el otro lado de la curva. La descomprensión de las diez horas de viaje real y las treinta y seis horas de viaje metafórico. Un día en que hice poco y nada que no fuera actualizar sistemas operativos (de computador) y ver mi dosis semanal de Doctor Who: un capítulo justo cómo el que me hubiera gustado ver una semana atrás...pero que esta semana se sintió un poco fuera de lugar. El secreto está en el timing, siempre.

Hoy pijama, pantalón de buzo. Recibir encomiendas y comer rico. Hacer un poco de trabajo de edición en declaraciones de propósitos de amigo. Al pie de la cama, mi traje de party animal, ligeramente agotado y gastado. Había pasado un tiempo sin que lo usara como es debido. No tanto, me responden mis editores internos, estuvo esa vez en Copiapó hace un par de semanas...pero mi sistema operativo en Copiapó es otro. Hasta que no me halle aullando "Rock'n Roll" de Led Zep rodeado de un grupo de gente que conocí hace tres horas no cuenta nomás.

A mi vida le está faltando una suerte de experiencia metafísica, escribí en un mensaje privado esta semana. Postmodernamente un correo de dos meses atrás ya me dice "Copiapó es el mejor lugar de Chile para conseguir cactos de San Pedro". De fondo Joe Strummer canta con el que fuera el último de sus grupos, the Mescaleros. Algo se cocina en el ambiente.

Anoche bajaba la escalera de un local con Lautaro. Después subía la escalera de un local con Lautaro, gritándole por encima de los beats genéricos que la segunda parte de la novela me estaba matando (porque cuando uno grita, las metáforas se vuelven inmediatamente más exageradas y dramáticas), pero que con la reescritura de los personajes de la primera parte podía escribir cinco mil palabras en una noche como si nada. Pensé o sentí, ahora recién artículo, que me gustaría poner una bomba y dinamitar uno o dos edificios con Lautaro. Ahora, al comenzar el párrafo de este post que empieza con "Anoche bajaba la escalera..." me di cuenta que eso es precisamente lo que hacen un par de personajes de mi novela. No alarms and no psychoanalysis, please.

Pongamos más bombas, escribamos más libros. Contémonos más historias y salgámonos más de nosotros mismos, dejando tirados esos trajes viejos, los modelos antiguos de nuestras múltiples personalidades.

¿ya?

Esto suena ahora, al terminar estos párrafos
 

Y la versión de "Police on my back" era la de los Clash, naturalmente, pero téngale un ojo a la original de The Equals, más conocidos como el grupo de Eddie Grant, y por su hit "Baby Come Back".

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