viernes, 5 de junio de 2009

El Toffee

Dar la prueba de inglés como segunda lengua, TOEFL ('El Toffee' de ahora en más) no fue ni tan cansador como pensaba. Si bien la prueba dura entre 3 horas y media y 4 horas (Yours Truly la acabó en 3 horas cuarenta) tuvo sobre mi algo parecido al efecto maratón: llegó un punto en que no sentía cansancio y parecía que podía dar la prueba por siempre. Me flaquearon las fuerzas llegando casi al término de la primera mitad, pero ahí mismo entré en ese modo automático: habría podido hacer 42 kilómetros de prueba, qué duda cabe.

Mi viaje al centro de evaluación las hizo de contrapunto al partido de Gonzalez: dejé mi casa con el hombre dos sets abajo, tomé el taxi con el partido igualado a 2 sets y el crédito nacional 4-1 sobre el crédito sueco (pasé a imprimir un documento, de ahí la tardanza) y me bajé del taxi con los créditos de ambas naciones empatados a 4 en el último y largo set de Roland Garros. Para cuando empecé la prueba, estaba todo dicho, eso sí.

Al terminar El Toffee salí, medio desorientado como quién sale de una laaarga película a la que se entró en la mañana para salir a media tarde, y me encontré caminando en estado de alienación por los entornos de la estación Escuela Militar. Curioso, pensé, considerando que durante media década casi estuve ligado románticamente a una chica de los alrededores, lo que hacía que a veces mi Promedio de Tiempo Pasado en Las Condes (PTPLC de ahora en más) superara a mi Promedio de Tiempo Pasado en Ñuñoa (PTPÑ subsecuentemente). Y que tu PTPLC diario supere a tu PTPÑ es harto decir para un muchacho Ñuñoíno, que más encima estudiaba en Macul por esos años. Alguna vez trabajé en la comuna, tengo amigos ahí, y aún así Algo me hacía sentir atrapado por esos lados. Cuando tomé el taxi de rigor me sentí tentado a decir

"Lléveme lo más lejos posible de aquí, por favor"

Lo que, en este planeta, hubiera querido decir, literalmente, "Lléveme a Kwost, sí, en Afganistán, por favor" pero la verdad es que mi sensación de asfixia urbanística se tiene que haber debido más a la sofocación de la prueba que a algo intrínseco a la comuna del pueblito de la canción. Para ese entonces, tumbado sobre el asiento de atrás, escuchaba "You should be so lucky" de la Kylye Minogue,y mi mente estaba lo suficientmente desconectada de todo como para corear, por lo bajo
"Lucky, fucky, lucky". Y en eso, com el clamor de un mar lejano, llegó a mis oídos, la radio del taxi...

"By the rivers of Babylon, there we sat down"
"Vamo vamo Leeoohhnees, vamo vamo a gaanaah" En perfecta simultaneidad. Ambas versiones son, en mi cabeza, inseperables.

Y me acordé de Flip y de la Jose. Y de la Jose y de Flip. Y de la carátula del disco de navidad de Bonney M. Y de lo mucho que me gusta la palabra "Boni". Y de la Comida Tailandesa. Y decidí hacer dos cosas
1) Reflexionar sobre el mecanismo mediante el cuál la gente se apodera de ciertos grupos o canciones en nuestra vida. Más allá de las razones obvias, del tipo "la escuchamos juntos" "a ti te gustaba cuando te dió por raparte" y así, más allá de la asociación clásica, en definitiva, a veces cierta música o ciertos grupos nos recuerdan a alguien, sin mediar mayor razón. Me pasa con Boney M, grupo que conocía muchísimo antes de conocer a la Jose y a Flip, pero que se que algo les provoca (le carga a uno y le gusta a la otra, lo más probable) y más allá de eso, sin haberles tocado nunca el tema, hace que me acuerde de ellos.

y

2) Describir mi experiencia de El Toffee más la entrada al taxi. De preferencia en una crónica breve. Un par de líneas para la prueba, otras para la caminata y un remate con la canción.

Así es como los proyectos fracasan.
Uuuna vee maaa...

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