domingo, 6 de junio de 2010

Desde el intersticio.

Orbitando...

¿Orbitando?

No, la verdad es que no. Flotando un poco eso sí. Con dirección y sentido. Washington, DC. Tiempo Estimado de Arribo, 1 de Septiembre. Serán cuatro años exactos a la fecha.

Me cambio de casa por vez número dos (de tres) en lo que va del año. Dejo el departamento del póker y los hermanos Ibarra para cobijarme bajo el alero familiar, ahorrar la mayor plata posible, cambiar de ritmo de vida y tantas cosas más antes de volver a partir.

Este sábado se cumplen dos meses desde que dejé Gerona para venir acá... y de pronto el tiempo con unidades de medida se ha vuelto intrascendente, disminuido, incapaz de medir la intensidad de la experiencia vital. Uno intuye que el universo se estructura como una célula, como un organismo viviente, y uno no puede evitar, en ciertos días, sentirse demasiado pequeño para apreciar Aquello que Está Pasando.

Entonces mejor ir a la deriva un rato, pero con propósitos firmes y claros.

Vienen cambios importantes, de casa, actitud, después de país y quién sabe de cuanto más. De momento, una vez más, toma dos (¿de tres?): El intersticio. Como hace cuatro años. Pasar un mundial esperando partir...

La Nota Emo: Anoche vi el capítulo estreno del Dr. Who y lloré a moco tendido. Odio esa expresión, pero como aún estoy medio resfriado, aplica. Al terminar el programa, el locutor BBC que da la programación dijo, en su mejor voz BBC "Si usted se ha visto afectado, conmovido o interesado por las situaciones descritas en este programa..."y de ahí la dirección web y el número gratuito para ayudas psiquiátricas. El capítulo llevaba al Doctor junto a la piernilarga Amy Pond a conocer a Van Gogh en un guión bien cebollístico a cargo del señor Tony Curtis, escritor de 4 Weddings and a Funeral, Notting Hill, Love Actually, ambas Bridget Jones y al parecer del 88% de la filmografía de Hugh Grant. Esto convierte al episodio de anoche en la segunda vez que el señor Curtis me deja llorando.

La Nota Musical: Gracias al ya mencionado capítulo me encontré con una bandita inglesa llamada Athlete. Con ese nombre, fijo que no llegan a ningún lado, francamente. Tienen algo así como cuatro discos dando vueltas y suenan un poco a Keane, un poco a Coldplay. Y así, claramente, no van a llegar a ningún lado. Pero están buenos. Escuche el primer single del más reciente disco, Black Swan. Damas y Caballeros, con ustedes Athlete y Superhuman Touch:
La Nota Necrológica: La semana la comencé encontrando un gato muerto a un costado de Vespucio. Apenas golpeado a un costado, torcido de una pata y retorcido de espinazo, nunca había visto un gato muerto de expresión tan serena. Era temprano en la mañana e iba ligeramente tarde al trabajo, pero aún así, apreté el botón de pausa y el mundo se detuvo unos segunditos para que yo lo examinara. Volví a apretar Start y pasó a ser una anécdota más y nada más...

Y hoy, en la casa que va a ser mi casa pronto, bien pronto, había un perro. El perro en cuestión, que respondía al nombre de Marta, llevaba un rato bien averiado, estaba medio ciego (literalmente, ciego de un ojo), y ayer mismo había tenido una trombosis. El cánido se dio, durante mi estadía ahí unos cuantos golpes contra la mampara de vidrio y demostró tener la peor telemetría de la vida. Tan peor que, mientras yo estaba en el baño, perdido en su mundo de confusión, el cuadrúpedo quiso tomar del agua de la piscina y fue a dar no al fondo, pero lo suficientemente profundo para que este fuera el último gesto de su vida.

Semana que empieza con gato muerto termina con perro muerto, pensé.

Después la desazón familiar, los consuelos a mi madre que, por razones que no entraré a describir, se sentía culpable responsable de la accidental muerte de la mascota; los gestos de rigor, el rigor mortis, y otras cosas más. Se hizo de noche y mi tío y mi primo más pequeño, bajo la luz de un farol de jardín, hicieron el respectivo sitio mortuorio. Yo los miraba, bien ajeno a todo eso, pero bien observador. Era un silencio especial, de esos con textura de película antigua.


Crocante, casi.

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