miércoles, 2 de junio de 2010

Desde el despeñadero

"Se sabe, las historias sólo son felices cuando uno las termina de contar a tiempo."


La frase, efectivamente más antigua que el hilo negro (el hilo negro aparecería recién cuando la humanidad empezó a tomar ciertos trazos de sedentarismo, las historias vienen de bastante antes), no deja de retumbarme como corolario de muchas cosas. Y de nada en especial también.
Se las ingenió para aparecer en la tercera parte de Otra Torre se Levanta, novela que está a dos párrafos de irse por el despeñadero. Como tal, le escribo desde ahí. 


Siempre me ha gustado encontrar el punto en que las historias bien urdidas se desatan (de sus negros hilos) y se declaran como tragedias. El punto en que cualquier pretensión de orden y seguridad se revelan como fachada o antecedente y nos damos cuenta de que Esto Va a Terminar Mal. Mi tardía adolescencia confijó esos momentos a Call Me, Call Me de The Seatbelts, porque allá por el capítulo 24 (de los 26) de Cowboy Bebop uno queda absolutamente seguro de que ya se acabaron todas las risitas y que ahora viene el Gran Final. Y que Esto Va a Terminar Mal. En el Rey Lear pasan cinco minutos y el buen rey les está preguntando a sus hijas cuál de las tres lo quiere mal. Uno puede saber mucho de Shakespeare o puede no saber nada de nada, pero sabe, en el fondo que Eso Va a Terminar Mal.




Quizás no tanto como mal, pero es el punto en que la peripecia nos va a llevar a encontrarnos con el pasado de la peor manera posible y a encontrar, lo más probable, la tan anhelada paz de mente sólo a costa de una redención pírrica. Le pasa a Lear, le pasa a Spike en Cowboy Bebop.


A mediados del año pasado tenía tan pegada esta canción.






No hay comentarios: