martes, 20 de diciembre de 2011

CINCO -

Damas y caballeros,

o

Mi querido lector,

Esto es algo que lleva harto tiempo rondándome. Me ha rondado varias veces, como usted que lleva tantos años viniendo acá bien sabrá. Pero de un tiempo a esta parte, tal como los Velvet Underground, encontré una razón. Una razón diferente, más profunda, secreta incluso, para dejar de lado este humilde espacio que tanto he querido y que tan bien me ha servido. 
No pasa tanto por la misantropía general que mi trabajo temporal como traductor termina generándome (es difícil mirar al mundo a través de las redes sociales, o es difícil mirarlo y querer tener alguna relación con él), o por mi deseo de enfocar mi aporte a la creciente masa cultural: días tras día se apilan exponencialmente los referentes, los significantes se iteran hasta explotar y quedarse vacíos de tan vacías mentes que los usan y abusan. Pasa por esas cosas, pero pasa de largo.

Empecé por estos lados hace seis años y han sido los años más intensos de mi vida. Coincidencia o no, los miro y me doy cuenta que desde ese despegue no he parado y aún en mis períodos más estáticos y oscuros he tenido la suerte de encontrar las dificultades que me han temperado y hecho crecer. La estructura de la vida es a veces la de un videojuego y hay que pasar por las peleas más terribles para subir de nivel y poder hacer cosas nuevas. Bryan Lee O'Malley lo captura tan bien en su Scott Pilgrim.

En los próximos meses está pronto a cerrarse un gran ciclo que empezó, coincidentemente, hace esos seis años. Si algo nos han traído de vuelta las teletecnologías es la sensación de que la vida es una narración, que construimos nuestra cotidianeidad intentando ilusamente seguir de la mano la jornada del héroe de Joseph Campbell. Tenemos bandas sonoras, momentos decisivos, rogamos por la elipsis que purga la monotonía y lentamente empezamos a recordar en montajes, aspirando a remezclar la memoria. Como parte de este gesto, voy a cerrar este humilde espacio y me voy a dedicar a otras cosas. No me engaño al punto de creer que será el último blog que tenga, pero espero que el próximo sea distinto. Yo mismo voy a ser distinto y, francamente, usted también lo será, mi querido lector. Está en la naturaleza misma de las cosas. (O: En la vida hay dos cosas ciertas).

Me quedan algunas poquitas cosas por decir, así es que puse el reloj en cinco. Antes de fin de año terminaremos el conteo y de ahí a otras cosas.





















En serio.


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