sábado, 27 de octubre de 2007

Dumbledore, Gay.

LV55, el blog donde las noticias se comentan con una semana de desface, se complace en presentar "Perspectivas", el programa en que la vida es mirada desde distintas...

Hoy, en "Perspectivas":

Dumbledore, Gay.

Hace poco más de dos semanas, la señora Rowling, autora de los libros del niño-mago se dió el gusto de despacharse una respuesta honesta, cuando le fue preguntado si acaso Albus Dumbledore, rector de los destinos de tanto estudiante de magia, había encontrado el amor. La respuesta, bien categórica, fue que sí, y que fue con otro hombre.

PERSPECTIVAS.

UNO. La parte del crítico: El principal problema con la revelación es, por supuesto, que no hay evidencia textual alguna. Pareciera ser que la señora Rowling quizo aumentar la tendencia pluralista de sus libros, incluso una vez acabados en toda la extensión de la palabra, incorporando a una "minoría" en términos de orientación sexual. La maniobra en sí, particularmente en una serie de relatos donde sus personajes crecen, pasando de la ifancia a la adolescencia, es loable. Pero loable habría sido realmente que hubiera sucedido en algún lugar en el interior de los mamotretos finales, por ejemplo.
Después, le exigimos a nuestros jóvenes púpilos que "fundamenten su respuesta" y que "no se extra-limiten del texto". Las pinzas.
Contar la historia en una conferencia de prensa, cuando ya está todo dicho en la cancha o en la imprenta, tiene harto poco valor. Ya sea para ganar polémica o aplausos (o ambas) las declaraciones de Rowling huelen a maniobra publicitaria. ¿O acaso se espera que las futuras ediciones de "Harry Potter and the Deathly Hallows" cuenten la historia de Dumbledore y su archirival Grindelwald algún sagaz editor incluya una nota al pie que señale "después se supo que además habían sido amantes"?
Da para pensar si acaso la señora Rowling no quiere construir un imperio en base a la expansión de sus creaciones, como el señor de barbita que permitió la filmación de "La Batalla de Endor".

DOS. La parte del Autor: El problema es que no hay problema. El problema está, como suele suceder, en el ojo del espectador, en tanto cualquier persona que haya escrito una narración ficcionada alguna vez sabe que el conocimiento es inherente al acto de escritura. Siendo específico: escribir un personaje es conocerlo, es saber más de él a veces que el personaje mismo y, generalmente, más de lo que aparece en la página final. No en vano ha sido bastante gastada con los años la metáfora de la escritura como una escultura con palabras: se trata de pulir, de limar, de entregar una historia intersante a base de misterios, enigmas y silencios. Rara vez una historia da pie para decir todo lo que se pensaba decir sobre ella y siempre se podría decir más. Como dirigir cine, la escritura creativa esconde su esencia en algún momento del grito "¡Corten!". La artículación de esas sílabas, la responsabilidad de la decisión, la sapiencia para dar forma con un movimiento que da forma y envía a todo lo demás hacia la tierra de la escatología y la especulación. Cosas de las que las conferencias de prensa saben harto.
Sin duda, la señora Rowling sabe eso y mucho más de sus personajes. Apurada y apretada tanto por editores, fama y formato, o aquellas constipaciones intestino-literarias que los críticos gustan de llamar "género", más la necesidad de sentir su obra como un todo orgánico, poca duda puede caber que este es sólo uno de los muchos secretos que tiene guardados sobre el mundo del niño-mago. Lamentablemente, la internet es la más poderosa cavidad de resonancia de la que se haya tenido noción y confidencias como la que ella le hizo a su audiencia terminan generando todo tipo de olas descomensuradas, de la que esta propia opinión no es más que una humilde resaca.

Lamentablemente, se nos acabó el tiempo, le pedimos de antemano disculpas al párroco que había venido a dar su opinión en TRES. La parte del clérigo, pero bueno, será hasta otra edición de "Perspectivas".

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