Sentimos hambre.
Nos dirigimos al restorán de la Basílica, el más inmediato, y nos sentamos a la mesa.
Mi mujer pidió:
Pato escabechado.
Cazuela de cordero.
Prietas con puré.
Lúcumas a la crema.
Yo pedí:
Arollado de chancho.
Caldillo de congrio.
Cochayuyo con cebolla.
Picarones en chancaca.
Luego ambos coincidimos en el café.
- ¿Pagaste? - preguntó.
- Pagué - respondí.
- ¿Nos vamos, entonces?
- Nos vamos.
Y nos fuimos."
De Juan Emar, que: puta qué sabe.
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