lunes, 11 de enero de 2010

498 - Cosas que colapsan

Hoy iba a ser un día perfecto.

Todo estaba planeado, medido, asegurado. Sólo podía haber sorpresas gratas, momentos anticipados que, cansados de esperar, se precipitaban como el mejor de los abrazos en el tiempo. Me levanté tempano, hice una suerte de ritual en ordenar el depto, pensé que el señor Leonard Cohen me estaba reclamando desde hace un tiempo, así es que bajé uno de sus discos y dejé que me acompañara. Pensé en ir al campus del que egresé, pero hice un par de averiguaciones en Internet y me encontré con que el trámite era perfectamente realizable en Oriente. . .un trámite que se convierte en una peregrinación a un lugar favorito, el día empezaba a perfilarse como más que perfecto.

En calma, el señor Cohen, especialmente cuando joven, puede ser mejor incluso que el silencio del comienzo de semana ñuñoíno. "Famous Blue Raincoat" en modalidad de repetición eterna y caminar con ese compás...
...and Jane came by with a lock of you hair. She said that you give it to hair, that night that you planned to go clear...
...y en Oriente me enteré que no, que ahí no pasaba nada de nada, que tenía que ir o a Brasilia o a Sao Paulo pero que ahí, en Río, no tenían de esas oficinas siquiera. No me importó, había tiempo. Era un plan cuidadosamente elaborado.
Saliendo de mi amado campus me encontré con mi primo Tomás, que venía a finiquitar unos papeles de tesis de magíster. Tomá y la Vale, su hermana, son mis primos favoritos, y de esas extrañas conjunciones en que familia y amistad van de la mano perfectamente. Conversamos un rato, nos pusimos al día, nos despedimos con la esperanza de vernos en las vacaciones, como siempre. Curiosamente, o quizás no tanto, la noche anterior había escrito un correo que contenía una anécdota en que él estaba ahí, de fondo... Pensé preguntarle que opinión le merecía el sr. Cohen, mal que mal, con Tomás nos dejamos de ver por un par de años y cuando nos reencontramos yo estaba con toda mi locura adolescente por los Beatles y él había descubierto a Bob Dylan entremedio y a los dos nos había gustado Lou Reed. Es un gran tipo mi primo. Pero no le dije nada, seguro de que lo conocía, le gustaba y que ya habría tiempo. Como no le dije nada, saqué al sr. Cohen de mi iPod y puse algo un poco más pop, porque al día le faltaba pop, pensé.


Tomé taxi a San Joaquín.


Y ahí, como en el segundo tomo de Maus, mis problemas comenzaron.

Primero la burocracia. Tuve que hacer un par de viajes de ida y de vuelta con información, plata y demases. Larga historia.

Después una llamada telefónica. Familiar. Malas Noticias Esperadas.
Después otra llamada teléfonica. Casi familiar. Malas Noticias Inesperadas.

Y el día colapsó, como había colapsado otro día, un Miércoles en que también viajé más de la cuenta en taxi desde mi casa y San Joaquín, un día en que también ciertas cosas se salieron de cauce (bien literalmente esa vez), un día que tambíen fui a ese banco...
La vieja pregunta, de ese capítulo de From Hell que es para perderse en él y que te encierren en sus páginas y tiren la llave lejos, bien lejos:

- ¿Existe una arquitectura del Tiempo?


Si la hay, mañana debiera ser un gran día. Mañana.

Hoy, es otra historia.
Lo que sí, no vaya a leer mi lector que todo es lágrimas, enfermedades y heridas en este lado. Almorcé con una mujer hermosa, lo que siempre trae luz a cualquier día. Incluso a este. Almorcemos, reímos. Experimentamos una suerte de desaceleración y movimiento del tiempo mismo, como suele pasarle a la gente que se entiende muy bien y que deja de verse por un tiempo no tan largo, pero que sí se siente largo.
Hoy recibí, además, un par de regalos. La Navidad empezó a terminar, completando la pieza que le faltaba a mi árbol. . . y mi árbol que es prácticamente el único resabio de Navidad ahora en mi casa.

Y si el tiempo tiene una arquitectura, esta claramente es más un Gehry, un Libeskind, que otra cosa...y si es una novela, su estructura es fracturada y con un toque de estocástica, como esa novela que está en mi top tres y que termina con

Tenía una rosa seca en el pelo.
Se dio vuelta para decilro una vez más: "Naaley."
Mañana.



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