jueves, 7 de enero de 2010

El Infierno

Los seguidores más antiguos de este blog se habrán hecho una idea más o menos clara de cómo es El Cielo de [El Autor], un lugar en eterno atardecer de verano, donde hay libros por todos lados, donde el mundo entero es una biblioteca abierta y compartimentalizada: acá están todos esos poetas y los amigos de [El Autor] emborrachándose en torno a una mesa, allá hay una sección encerrada, donde afuera llueve como llovía esa noche hace tantos años ya. La comida incluye esa ensalada perfecta que comimos en Calama, antes del partido de la U, los milkshakes que se llamaban batidos en el Burger Inn, los desayunos perfectos en Melba y el mejor café de la tierra acompañado de la caminata perfecta. El Cielo de [El Autor] es un lugar profundamente sensual, lleno de sorpresas que sorprenden recursivamente: sorprenden de estar causando sorpresa a pesar de no ser sorpresivas.

Un poco como estar enamorado, ¿no?

Lo que sí, el tema que nos convoca hoy es...

EL INFIERNO.

El Infierno es, claramente, como un supermercado. Lleno de alternativas que sí, pueden ser buenas, pero ninguna que es realmente de tu agrado. Te puede gustar comer, puede haber cosas ricas, o los ingredientes para cocinar con gusto, pero el supermercado casi siempre tiene algo de forzado. Es un buen test del amor ver con cuánta gana acompañas al supermercado y lo bien que lo pasas. La lealtad y el encanto son las pocas cosas que pueden salvar a tal infecto lugar.

El Infierno es como un supermercado con dos cajas abiertas y colas eternas. Como un
supermercado en el que se abre una tercera caja preferencial, solo para ser copada inmediatamente por una horda de viejas de mierda, que te miran con ojos de amenaza como nadie te ha mirado desde que estabas en primero básico y rompiste el vidrio de la sala de al lado con la pelota.
El Infierno está lleno de gente chica. De esa que se cuela rápidamente, aprovechándose de que caminas más o menos relajado, por debajo de tus brazos. De esa que te mira con algo que bordea en el resentimiento racista por ser más alto y que lo hace pasando justo a la altura perfecta para noquearla de un codazo. El Infierno está lleno de codazos reprimidos. Es un
círculo completo.

El Infierno está lleno de chicas lindas profundamente aburridas de estar haciéndose las amables. Como la promotora del pasillo 4. Y uno no sabe si su tristeza es fingida, es producto de fingir, o siempre fueron así de amargas. Uno no sabe si tener compasión, o andarse con cuidado alrededor de ellas. Un pasillo circular repleto de promotoras del pasillo 4 es otro de los niveles del Averno, claro está.

Habiendo sido requerida otra porción del ya-clásico ceviche de champiñones de Yours Truly, partí al supermercado hoy. Fui con la mejor de mis caras y el peor de mis pelos, casi. Más Billy Idol que Johnny Rotten. Ya en la caja, delante mío estaba la chica esa que hacía 'Cabra Chica Gritona' y que NO es la del Club de la Comedia. Como la cola era infernal, cada tanto se daba vuelta y me miraba. Y se daba vuelta, y me miraba. Pero no dijo nada, pagó y se fue con una sonrisa nomás. Mejor para todos, porque durante esos infernales minutos, las únicas tres palabras que podían salir de mi boca eran...


¡TODO EL RATO!



Damas y Caballeros, blast from the past, Billy Idol, Dancing with Myself. Canción para volverse loco, o ir al supermercado.

Y luego, el momento narcisista del día, en donde [El Autor] nos muestra lo errada de su referencia estilística.

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