viernes, 27 de agosto de 2010

Primeras Aproximaciones.

Llegué.

A una casa en cajas y maletas, pero llegué. Kait se cambia mañana y esta es mi primeriúnica noche en DC como tal. Mañana es en Maryland la cosa, vamos a ver como sale todo. Mañana es día de ochenta y siete mil trámites, pero va a ser entretenido. Escribo en pijama de verano, ventilador andando, habiéndome sacado abrigo, chaqueta y botas. Se me cierran los ojos, un poquito, pero no quiero irme a dormir sin escribir. Así, mañana sólo le apuntaré en esta dirección cuando usted tenga dudas.

EN EL CAPÍTULO ANTERIOR... yo figuraba en Panama, con Van Halen cantando y todo eso. Después vino el caótico Miami, donde aterricé, pasé por la siempre-antipática inmigración norteamericana (los controles y cateos, más que otra cosa, el oficial de inmigración como tal no podía ser más simpático). Una vez re-chequeadas mis maletas, tuve que dirigirme a otro sector del aeropuerto, de donde saldría mi vuelo a Washington, experiencia que me forzó a salir al exterior y estar a punto de morir vaporizado por el calor húmedo de Florida...lo que venía agravado por ESE dolor de cabeza.

El infernal dolor de cabeza, que hizo su primera aparición en este blog aquí, después de no dormir por una noche y sentir el cerebro medio licuado por las presiones y despresurizaciones del aterrizaje y despegue. Atacó cuando menos lo pensaba, atacó cuando ya había despegado, aterrizado y vuelto a  despegar. No fue tan serio como la primera vez, o como la segunda en Buenos Aires, pero aún así, estuvo molestosita la cosa. Más aún cuando mi tercer y último vuelo me tenía sentado delante de los niños de Satán, que jugaban UNO y se peleaban por ver películas a grito pelado en inglés y español. Afortundamente uno de ellos tuvo el buen juicio de pedir que su madre les pusiera "Star Wars Six", que es como los pequeños llaman al Regreso del Jedi y fin del asunto. Lástima que fuera promediando la mitad del vuelo, ni siquiera alcanzaron a salir los ewoks.

Llegué a DC y mis maletas llegaron en el vuelo siguiente. Como no tengo la menor idea de cómo va a ser mi día mañana, preferí esperarlas que pedir que me las mandaran a casa, mal que mal ni siquiera sé dónde queda "casa" mañana.

Interrogantes varias y a mi el dolor de cabeza infernal y el viaje odiseico no me dejan mucho más por decir...
           ....esta noche al menos, habrá detalles más adelante. Incluyen ciervos, teléfonos públicos, y mi escaso entendimiento de esta, mi nueva ciudad.

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