domingo, 8 de agosto de 2010

Reportándose

Así, convocado por la necesidad de no dejar de lado la práctica escritural, escribiendo un poco con el envión de la resaca que es no poder escribir día a día. No porque falte tiempo ni haya muchas cosas que hacer y mucha gente que ver  y todo eso. Lo hay y las hay y las hay en mayor o menor grado, pero de alguna forma la escritura no está resultando. Hemos sostenido algunas sesiones de terapia con Otra Torre, pero la verdad es que la cosa no está cuajando... período de cambios varios. Estoy asentado en la que será mi última residencia en Chile por los próximos dos años...y es en Ñuñoa el lugar donde, francamente, me gustaría venir a morir en unos ¿por qué no? cincuenta y cinco años más. Desde mi ventana veo el edificio donde comencé este año y al mirarlo el tiempoespacio se curva con un chanfle impresionante, dejándome en claro que todo lo que pasó en estos últimos tres años sencillamente no pudo haber pasado en tres años nomás. Quizás en cinco. Volver a Chile, comprometerme, deshacer el compromiso, hacer todas esas clases, redactar esos discursos, vivir con Katty, dejar de vivir con Katty, hacerme de amigos, deshacerme de amigos, reencontrarme con Joey, bailar, comer y tomar tanto; armar una, dos casas; cambiarme una, dos, tres, cuatro, cinco veces; postular y quedar; trabajar como parte del plan; y esa, esa misma y estremedora realización que se plasma en el octosílabo que nunca llegué a usar para el curso con Domingo, hace ya ocho años...

Era todo parte del plan

Bueno, no todo. Así como en estricto rigor la frase de arriba tiene nueve sílabas para fines del conteo métrico poético, me esperaba una gran sorpresa. Pero aún así. Incluso las sorpresas fueron empujando el plan, permitiendo que las cosas pasaran. Yo que me bajé de un avión diciendo que iba a pasar un par de años trabajando, para "descansar un poco de la academia, vivir otras cosas, tener experiencias más prácticas antes de volver" y que por momentos sufrí creyendo que me iba a quedar atorado en esta esquizofrénica suerte de sabático; terminé haciendo todo lo que dije que iba a hacer.


No es que importe, realmente. Al final del día, por más que uno se trace metas de antemano, son las emociones, las pequeñas victorias, los inmensos miedos a precipicios diminutos, los que agitan el alma, dándole a uno la impresión de que el tiempo transcurre y de que sí, esto está pasando.


Lo gracioso es que el plan para los próximos años todavía no lo tengo listo.

Puede ser a dos, a cinco, a siete años plazo. Puede ser a menos, puede ser por etapas. Puede ser solo de soledad absoluta o con la mejor compañía de esta Tierra. Pareciera ser que la nueva era requerirá de un set absolutamente nuevo y expandido de personalidades múltiples. Quién sabe.

¿Cómo era que decían?


Ah, sí. Detalles más adelante.

No hay comentarios: