lunes, 4 de febrero de 2008

Al toque de gong, sírvase reiniciar...del todo

Cierto épico japonés comienza (y termina) con el tañir de la campana del templo de Gion, en India, el que nos recuerda lo evanescente de este mundo material y cómo han de sufrir quienes se aferran a él y como tal quedan atrapados en la rueda de la vida y la muerte.

Hoy murió el disco duro de mi macbook, un defecto moderadamente común, al parecer, en cierta generación de macbooks. Con él se fueron: mi colección de música, casi completa (y yo que había contemplado comprar un iPod con más capacidad para respaldarla o borrarla del todo), mis fotos (las inéditas del año en Estados Unidos, las con Kay en la playa que ni ella misma vió, incluída la que era mi fondo de pantalla y que era sencillamente hermosa: salíamos los dos mirando al horizonte y en el reflejo de nuestros lentes uno podía ver el sol caer en el horizonte marino), mis comics y mis escritos (lo más terrible es la versión pasada en limpio del último cuento que escribí en la playa, si bien Todos mis escritos tienen una versión en puño y letra). Ah, también las series de televisión y un buen número de películas.

Y yo sólo pienso en la campana del templo de Gion, en India, que nos recuerda lo evanescente de este mundo material y cómo han de sufrir quienes se aferran a él y , como tal, quedan atrapados en la rueda de la vida y la muerte.

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