domingo, 3 de febrero de 2008

Incursiones de un adulto joven ñuñoíno en el mundo del hip-hop.

Consideraciones: ¿Tener 27 te da suficientes millas para cambiarlas por el parche "Adulto Joven"? Quizás no, quizás el término está asociado en demasía con escuchar Radio Duna, usar poleras Polo con cuello y khakis, como si hubiera crecido con su gente, como todos las radios (menos la Carolina y la Rock&Pop) lo han hecho. Quizás. Como sea, tener 27 ya es ser adulto, y si esto no es juventud, la juventud dónde está. O-le-lé, O-la-lá.

El término sí me calza en tanto dos años atrás habría dicho ¿Hip-hop? ¿Yo?, con ese tono que ponen ciertos puristas que creen que la música nace con los Beatles y se muere con Deep Purple, o aquellos que ven el hip-hop como música de delincuentes (sí que los hay de esos, snobs, digo. Delincuentes en el hip-hop también, pero eso es otra historia). Hoy la cosa es distinta,tras haber pasado algún tiempo cerca de la cuna del movimiento y, por sobre todas las cosas, habiéndome aplicado unas gotitas de apertura de mente. Y claro, también está esa cosa de haber encontrado al artista correcto con el single preciso.

El artista no es otro que el Señor Kanye West. El single preciso fue Gold Digger, de su segundo disco, Late Registration. Bastó con que lo escuchara una vez, en el asiento de atrás de algún auto y listo. Llegué a casa a bajarla, la canción, el disco, todo. Si bien la canción me había quedado dando vueltas por su ritmo, al escuchar el disco me llamó la atención lo variado de las letras. Este no era el rap al que estaba acostumbrado, ese que habla básicamente de agarrarse a balazos y acostarse con un sinnúmero de perras. Las letras se paseaban de lo político a lo fashion pasando por lo familiar, todas recubiertas con mucho estilo, impulsando por un rapero autoreferente y expresamente egocéntrico. Una delicia.

Entonces mi primera fase fue la clásica "a mí no me gusta esta música, me gusta este artista y punto". Toda una vieja timorata, como se apreciará.

Como por estos días un disco de hip-hop no es un disco de hip-hop si no cuenta con un invitado distinto en cada canción, los lazos estaban tendidos para seguir explorando este mundo de individuos vestidos con ropas anchas, cadenas de oro y con un gusto particular por filmar más menos los mismos videos una y otra vez. Como la vieja timorata que solía ser, me costó sacudirme el prejuicio de encima. Unos cuantos meses, para ser exacto.

Siguéndole la pista a Kanye descubrí a The Game, Consequence, Cam'ron, y Jay-Z (por antinatural que sea conocer a Kanye antes que a Jay-Z y no al revés), acompañado todo esto por los raperos más populares que pululan por ahí, como Snoop Dog, 50 Cent, y otros. El hip-hop había llegado a mi discografía para quedarse.

Las cosas que me fascinan y hacen que con el correr de los día los susodichos del párrafo anterior figuren como lo más tocado en mi iTunes son sin duda lo contagioso de los ritmos (para los que se necesita un pulso que al menos yo no lo tenía de fábrica, acostumbrado como estaba al rock y a la electrónica a lo más) y el rol que juegan las letras, las que, esencialmente, sostienen a las piezas en un 97%. Cuando ando en ánimo de producir aforismos digo que "Todo estudioso del lenguaje debiera sentir un interés natural por el hip-hop y el rap".

Y del enunciado absoluto a la búsqueda de nuevos sonidos hay un sólo paso. Así es como he estado escuchando a los españoles de SDFK (cortesía del bueno de Gonzo que se mueve por esos círculos), a Talib Kweli (detalles más adelante) y reescuchando todas esas canciones que desestimé con los años. El mensaje de fondo, si es que existe tal cosa, es el siguiente: dejad atrás los estereotipos, romped las barreras de los prejuicios, que lo único que hacen es privarte de disfrutar de lo bueno de este mundo. Tampoco dejarte alinear por los que dicen que hay que ser tal o cual persona para hacer las cosas. No hay que haber nacido en ghetto alguno ni haber sido víctima de discriminación alguna para hacer tuya una música que ha sido, tanto por estigmas como por reivindaciones políticas, calificada históricamente como "de negros". Y qué buena que es.

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