domingo, 3 de febrero de 2008

Retomando transmisiones

El título de este post continuaba "...a.k.a Una pequeña intromisión de la vida personal", porque algo de mi vida personal aparece en las próximas líneas, claro. Después pensé que la vida personal o el individuo como texto es parte esencial del género blog, así es que lo borré.

Ese párrafo introductorio era parte de la eterna diatriba que alimenta la parte del "odio" en mi relación de amor/odio con los blogs en general y con el blog como género. En fin, vamos a esa intromisión de la vida personal.

Estuve fuera de la ciudad por eternos 4 días, que fueron maravillosos, vividos a ese acompasado ritmo que acompaña el vivir en un lugar donde se puede llegar caminando a todos lados y donde el silencio llega efectivamente a cierta hora de la noche, y cuando lo hace viene mecido por el ruido de las olas. En la playa pude sentarme a escribir, y no solamente a blogear, cosa que, como se aprecia en la ilustración, no hice del todo. Escribí un cuento corto (poco más de 2000 palabras) del que sólo tenía la primera página (en la moleskine) escrita el miércoles pasado en un McDonald's. Es gracioso como en Estados Unidos me solía ir a escribir a dinners como Friendly's y acá en Chile lo único que tuve para echar a mano era un McDonald's (escribir en cafés es bastante incómodo, sin mencionar que es un tanto posero). Más que la historia escrita, el mejor recuerdo que me traigo es haber enfrentado uno de esos momentos caóticos en un manúscrito más largo y asumir que tenía que reescribir un capítulo entero de la historia, que iba en una dirección completamente contraria a la que tenía que ir. Eso y la confirmación innegable que si para algunos no está muerto quien pelea, personalmente no estoy muerto en cuanto escribo. Y si me mata un poco dejar de escribir.

Tampoco me olvidé del blog, obvio y anoté los títulos de un par de posts que escribiré en cosa de instantes, en cuanto presione ese botón de publicar.

Aprovechando que estamos en la zona personal, y que el calendario me avisa que faltan sólo once días para mi cumpleaños, aprovecho de contarle que regalarme es muy sencillo y se ha vuelto más sencillo con los años. Nunca podré tener suficientes cuadernos y libretas moleskine, así es que he ahí un regalo que nunca caerá mal. Los libros también, aunque corre el riesgo de repetirse. Y claro, lapices de tinta o tinta para pluma fuente. Para todos los bolsillos, regalos sencillos y significativos.

Y ahora, a apretar ese botón.

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