miércoles, 21 de octubre de 2009

Una post interrumpido por una interrupción en el día.

Acabo de borrar el post que estaba escribiendo a media mañana, cuando me ví forzado a salir de la casa a hacer trámites imprevistos... le cambió el tenor al día, que había estado consagrado a redactar informes y que así prosiguió (aunque preparé un almuerzo delicioso a eso de las 4 de la tarde). Tuve mi interludio de Héroes Urbanos. Así es que sin más fanfarria ni presentación innecesaria....

HEROES URBANOS.
El siguiente es un testimonio verídico.
"Encontrábame hoy en un lugar público, muy público cuando sentí un golpe cerca de mis pies. Bajé la vista para encontrarme con un pequeño de unos 4 años, que había dejado caer su espada de plástico. Esta no era una espada cualquiera, de esas que se ven en todas las esquinas y que pesan poco y nada. Era particularmente larga, de denso relleno y se notaba que el chico sentía el peso de la importancia que conlleva ser custodio de tal responsabilidad. Sin embargo, sus padres, apurados de urbe y tanto trámite imprevisto que los días nos ponen por delante, poca atención le prestaron al niño, intentando llevárselo de un tirón más bien rítmico, ni siquiera haciendo un esfuerzo especial para acarrearlo. El niño, si bien logró recuperar su herramienta de poder e incorporarse al paso de sus mayores, puso todos los músculos de la cara en tensa articulación telegrafiando con toda claridad el llanto del que sus padres habían provocado, condenándonos a todos nosotros a un mundo de histeria y griteríos, de esos que nadie necesita y menos en un día de ajetreo.
Así es que, cuando nuestras miradas se encontraron, en vez de mi natural cara de reprimenda, opté por cambiar la mueca por una de asombro y espanto, sublimando el terror que me engendraba una eventual pataleta infantil a Esas Horas, canalizándolo en el gesto de terror que me engendraría ver semejante arma suelta, encontrarme ante tal guerrero revelado.

El Guerrero, sorprendido en su identidad secreta, optó por preocuparse más de recuperar bien su arma, esconderla y decidió perdonarnos la vida y el buen sentido a todos, relajando su cara y yéndose sin proferir sonido alguno."


Ese fue mi capítulo del día de Héroes Urbanos. Próximamente: Gente que hace callar a los payasos en las micros.


Aviso: Este post salió así, con un estilo difuso, y con [El Autor] sintiendo que había escrito 37 páginas cuando en realidad fueron dos líneas, porque mientras lo escribía escuchaba con oído atento y crítico el podcast de Perucca, Meza-Lopehandía, Mármol et al. Escúchelo aquí. Bajélo, hágalo suyo, coméntelo. De momento el único comentario/aliento es mío.

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