lunes, 26 de octubre de 2009

Intersticios

Me estoy cambiando de casa.

Quizás eso sea todo lo que hay que saber.

Tipeo estas líneas en una habitación semi-vacía. Sin muebles, sólo un televisor, unos libros (prestados, los propios ya están en su estante nuevo, en su casa nueva), una botella de perfume, otras cosas. Escribo apoyado en una alfombra enrollada. A mi derecha las cortinas que aún no descolgamos se bate aún.


Es inmensa la cantidad de sensaciones que se agolpan al cambiarse de casa. Como un plato mal preparado o un postre diseñado por un niño, la cosa satura el paladar y lo deja a uno un tanto lelo, tratando de desmenzuar dónde estaba lo rico, dónde lo empalagoso, dónde lo dulce (y, por supuesto, donde lo astringente).

Las estrellas y los presagios y portentos me dicen que me re-encontraré con un número de viejos conocidos y que nueva gente viene a mí encuentro a borbotones en el porvenir. No está mal. Los espero en la casa nueva, que es más pequeña, pero infinitamente más ordenada que lo que fue esta.

Springtime is hera again. Hoy ví a dos gatos, que nacieron hace un par de semanas, jugar en un jardín, explorando aquello que llaman plantas y preguntándose cómo lo hacen para volar esos bichos oscuros tan molestosos. Las flores estaban de un azul intenso, de ese que no hay alta definición en condiciones de reproducir, y yo me eché atrás en mi asiento, miré el cielo cubrirse suavemente con una nube capaz de eso y poco más y pensé.

Está bien.


Está súper bien.

2 comentarios:

Lute dijo...

Donde?

LV dijo...

Gerona, para estar, como los pájaritos "close to you".