lunes, 16 de abril de 2007

Atroz.

Almorzaba yo (acompañado, lo que es raro) con Alessandro, Ryan, Miles y un individuo cuyo nombre no conozco pero cuya cara reconozco, cuando Miles nos dice a los recién llegados (Alessandro y yo): "¿Supieron lo del tiroteo en Virginia Tech?".

Y no fue hasta que Ryan, todavía con cara de no-puedo-ni-quiero-creerlo dijo que habían 22 muertos que sentí todo el peso de ese silencio entre nosotros. Silencio más que físico, porque hubo preguntas y discusión, pero algo se había quebrado en el aire...

Que la cultura de este país reprime mucho las emociones lo he mencionado antes y no es novedad para nadie. Asímismo no digo nada nuevo al apuntar a las enormes presiones sociales a las que están sometidos los individuos en este país. Todos...desde el que duerme en una caja de cartón bajo los rascacielos de NY hasta el decano de la Universidad X, pasando por los políticos, locutores, oficinistas, contadores. Todos viviendo bajo una espada de Damocles, todos sintiendo que si se desvían de la norma, les caerá la ira de Dios encima o, pero aún, la indiferencia de sus pares. El viejo "crisol de fundición" cultural se parece tanto a una olla a presión por estos días.


Hace un par de semanas, cuando fue el tiroteo en las oficinas de CNN en Atlanta se me activó el sentido arácnido una vez más. Esto de los tiroteos está en progresivo aumento, pensé recordando que hace un par de meses nomás había pasado en un mall. Le confieso que desde ese día cada vez que estoy en un mall miro a la gente, a la masa moverse por las tiendas, de una manera especial. Hago una pausa y pienso en lo frágil que es la vida precisamente ahí donde la banalidad y superficialidad del consumismo parece hacernoslo olvidar: en el mall. También quiero aprovechar para confesarle que esto de los tiroteos me tenía particularmente preocupado por Kay, que trabajó en un lugar de comida rápida, lugar donde, extrañamente, aún no ha pasado nada similar, pero tampoco me extrañaría...(hace poco menos de un mes hubo uno en una pizzería de barrio en NY). Porque tras cada tiroteo urbano no hay más rabia, confusión e ira...y diossabe que en un local de comida rabia hay tanta rabia, confusión e ira.



Y hoy todo tiene un sabor distinto. Quizás por que es el tiroteo más grande de la historia del país que me acoge. Quizás por que la imagen de una persona matando a veintidos es demasiado impresionante para mi cabeza, al punto que prefiero no imaginarmela. (Acá yo debería hacer un chiste sobre las veces que, durante un partido malo, uno ha querido matar a los veintidos jugadores, pero mi sentido del humor tiene un suave y pesado velo encima). Quizás porque fue en una universidad, y yo que vivo por mi creencia de que la universidad es un terreno sagrado, el lugar para equivocarse, ensayar las soluciones para el mundo en un escala pequeña, protegido en la confianza de saber que se pueden cometer errores. No errores como este.



Porque al final del día, lo de hoy no es un error sino la sintómatica consecuencia de una serie de conductas que rigen esta sociedad que hace agua, o que más bien expele violentamente vapores, como la proverbial olla a presión: descontrolada, a medio tapar, descuidada. Han sido muchos años de un imperio que gusta de mirar para fuera y no para adentro, que gusta de echarle la culpa a otros y manipular gobiernos de otra gente. Un imperio donde el progreso manda y todos van hacia adelante sin saber adónde queda el adelante y pisoteando a los que se quedan atrás. Y ahora los pisoteados, los dejados atrás, contraatacan. Y no están tan atrás como para no estar a un tiro de distancia.


La noticia será examinada desde un sínnumero de perspectivas, qué duda cabe. Desde la psicología hasta la caza y el armamento, pasando por el periodismo ciudadano y el mundo académico: hay espacio para todos. Espero que en algún lugar en medio del fragor de declaraciones, actos conmemorativos y declaraciones resolutas, ALGUIEN tenga el buen juicio de decir que esto no es algo que se pueda controlar con detectores de metal y cateos a las entradas de los campus, sino con prevención y entendimiento. Por el presente ya es poco lo que puede hacerse, pero sí, y siempre, por el futuro.





Yo quería contarle a usted una serie de otras cosas. Decirle por ejemplo, que estamos bajo un aguacero histórico en el Noreste, lo que hasta ha "inundado" ciudades. Hoy ví una foto de una de las ciudades "inundadas" y créame que es más o menos como Vespucio cuando llueve. Eso sí, no ha parado de llover en 24 horas y parece que la cosa sigue. Hoy me llegó correo de la organización del torneo diciendo que el partido se juega Sí o Sí y que la única causal de suspensión sería si hubiera relámpagos. Así es que saltaremos a morir de una pulmonía hoy a las 10:45 hora del este. Es bueno pensar en otras cosas en días como estos, en que llueve, la nieve vuelve y veintidos personas encuentran la más inesperada de las muertes. No es bueno ocultarse en estas cosas ni olvidarse, y por eso el post de hoy. Por eso y porque la emoción que me embarga es demasíado grande para dejarla pasar. El título de este post lo dice todo.

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