martes, 21 de noviembre de 2006

St. Louis pt 1


Tras mi largo viaje, llegué finalmente a St. Louis, Missouri, ciudad cruzada medio a medio por el río Missisipi, y por ende un lugar ideal para recordar a Tom Sawyer...recordemos todos un momento a Tom Sawyer, por favor....


Muchas Gracias. Si me permite la digresión, Tom Sawyer tiene dos versiones fundamentales para mí: la de la serie animada japonesa que contaba la historia con un diseño similar al de los personajes de Heidi, y la de los cuentos infantiles que vinieron con el diario durante algún momento de los 80's, pequeñitos y de tapas plastificadas. Nuestro trabajo de Gramática III con Pablo Acuña ( y, dicen, con Cynthia Romo y Natalia Jimenez) lo hicimos con ese texto. Nos fue tan bien que pasamos el ramo apelando a la centésima...

La cosa es que llegué al terminal de St. Louis y, obviamente, Jessica no estaba por ningún lado. El bus se había atrasado unos 20 minutos (taco en el último tramo) y no teníamos forma de comunicarnos. A ella se le había muerto el celular, mi teléfono no suena...todo mal. Al final apareció, no sin que antes un negro de unos 50 y tantos me hubiera ofrecido apostar a la salida del baño de la estación. Lo bueno de no tener plata es que cuando la gente me pide o pregunta, le digo genuinamente que no tengo plata.

Almorzamos en un restorán del centro, un par de sopitas por que lo único que yo quería era dormir. Mi sopita tenía choros, machas y demases; y en ese momento descubrí cuánto echaba de menos comer mariscos. Suspiro. Después de llegar a su depto, Jessica se echó a dormir en la cama de su compañera de casa (que se llama, notablemente, Jessica) y yo mi tiré en la de ella y no supe más del mundo...

Tres horas más tarde...
Desperté y pensé en llamar a casa. Fuimos a comprar algo para cenar (Fetuccini e ingredientes para la salsa) y aproveché de usar la tarjeta que había comprado algunas horas atrás (la compré en la última parada del bus, en un lugar medio en medio de la nada, donde se subieron 6 ex-reos que acababan de quedar en libertad, anunciados por el conductor con un notable "no los miren feo, estos hombres acaban de salir de la cárcel y no queremos que vuelvan inmediatamente" - NADA de lo que yo haya dicho en mi vida califica como "humor negro" después de eso) para llamar a mi familia y a Kay. Por alguna extraña manifestación del destino, no pude comunicarme con Kay, pero con mi familia la comunicación fue fluída y sin problemas. La tarjeta era harto poco conveniente eso sí, así es que la hice corta.
Después de cenar dimos un par de vueltas por la ciudad de noche, fuimos al cine (Jessica había preparado una lista de "panoramas de fin de semana" y entre ellos estaba una serie de cortos animados en el festival de cine de St. Louis) para no ver nada, porque no estaban dando lo que íbamos a ver (claro, porque no se dió cuenta de que la película de animación era EL OTRO Viernes) y no logré convencerla de ver la producción danesa de "Beowulf" - película que el destino me ha condenado a no ver, claramente. (Para los cinéfilos, no se confunda con la versión Hollywood de Beowulf que está en post-producción por estos días y que si no me equívoco ocupa técnicas de animación)
Tras esto un poco de conversación nocturna en una chocolatería con chocolates fuera-de-este-mundo. O al menos fuera-de-este-continente, ya que me comí una barra que tenía un toque de no-se-qué esencia venezolana con un poco de no-se-qué fruta india...delicioso de cualquier forma. Chocolates de gusto complejo, más allá de lo que mi escaso talento con las palabras pueden describir.
De vuelta en casa, insistí en ocupar el piso y dejar que Jesska usara la cama. Aquí comienza la historia de mi resfrío.Y buena parte de la acción transcurre aquí...

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