martes, 21 de noviembre de 2006

St. Louis pt 2

Enviado por Leonardo Villarroel el martes, 21 noviembre, 2006 a las 0:59
Tras unas cuantas horas de dormir en el piso, estaba todo listo y todo dispuesto para continuar con el estricto plan que mi anfitriona había preparado para ponerme al tanto de todo aquello de lo que se trata St. Louis...el lado Oeste de la ciudad al menos, porque la cosa es más o menos así:
A St. Louis la corta en dos el Mississippi - El lado Oeste pertenece al estado de Missouri, el lado Este a Illinois. Siguen siendo una misma ciudad administrativamente hablando, pero poco tienen en común. St. Louis es la ciudad con más alto índice de criminalidad en el país (dato que me fue dado, naturalmente, una vez que yo ya estaba allá) pero esto se debe más que nada al lado Este, donde se me fue advertido que mejor no fuera y que se me pasaba en el metro, que me diera media vuelta de la forma menos sospechosa posible.
El paseo por St. Louis incluyó algunas localidades típicas como el mercado...que suponía ser algo así como ir al Mercado Central en Santiago, aunque era harto poco impresionante y más parecido a una feria de barrio que a algo con ínfulas mayores...comprendo absolutamente porque a los gringos les impresiona en todo caso, mal que mal, el mercado parecía un pedacito de Sudamérica en el corazón de los Estados.
Íbamos camino al mercado, pasando cerca del estadio de los Cardinals, cuando de repente vimos un negocio en medio de la nada. Una suerte de dinner de dos por dos rodeado por nada y en la distancia sólo grandes construcciones. Intrigados, nos bajamos a por unas hamburgesas grasientas, como Dios Manda.
Y digo "hamburguesas grasientas" pensando en el Martian Boogei de Brownsville Station(ya la subiré a la radio, palabra)...canción que sonó en mi cabeza durante toooda mi estadía en el sucucho este. El sucucho este resultaba estar tocado con la varita de las construcciones históricas y la chica que atendía (una mujer, negra, cercana a los 50, cocinaba y servía ahí mismo....y cocinaba con una devoción...la mejor omelette de mi estadía acá y la hamburguesa era grasienta en el mejor de los sentidos) que proclamaba que el local no había cerrado nunca..."oh, sí, ha cerrado un par de días en los últimos cuarenta años" le replica un negro sesentón que estaba sentado en la otra esquina. El mismo que después nos contó como él mismo llevaba sus buenas décadas llendo al local, que estaba ahí antes de que él naciera y donde al principio no podía entrar porque era uno de los locales "para blancos" durante la segregación. Lejos el mejor momento del día, rockola incluída.
El periplo siguió en una...fuente de soda típica!! Sí, Jess, vamos a tomar una malteaada...Bromas aparte, me tomé una malteada y entendí porque en las películas ambientadas en los 50s los nenes iban a la fuente de soda a tomarse solamente una malteada, o la compartían con las nenas. Jesska no estaba para comer nada después del dinner, así es que me las tuve que batir solito con una malteada que fue una experiencia religiosa tanto por la calidad del sabor como porque casi me aniquila, como toda experiencia religiosa que se precie de tal (incluso la canción de Enrique Iglesias como que lo aniquilaba aún, por todas las razones incorrectas, claro está).
El lugar era un gran lugar y resultaba estar cerca de la zona histórica de St. Louis, donde un amigo de Jess trabaja en un proyecto para restaurar casas, así es que ahí improvisamos nuestra próxima parada, de la que no hay fotos, lamentablemente.

Posteo esta foto movida en un acto de vanidad, porque en la otra foto que hay salgo impresentable y con ojos de androide...la ventaja de manipular la información.
La carrera de Christian Slater va a estar en Tal Decadencia cuando filmemos la película de este blog, que aceptará gustoso el cameo como el tipo de la derecha.

Digo lamentablemente porque fue un buen momento. Tomamos apple cider caliente (que no es exactamente cidra, créame) y recorrimos la casa, la que aún tenía el papel mural de los años 40...lo que me trajo uno de esos momentos (woah) en que uno puede ver a las personas que corrieron por los pasillos de la casa hace tanto tiempo y que hacen que uno se sienta conectado con algo más grande, más parecido a las historias que componen la Historia que a un sentido de lo divino, eso sí.

Resulta que mi amiga estaba en plena semana de finales, corriendo de un lado para otro y estudiando de cabeza como es característico cuando yo decidí aparecerme. Esto implicaba que la pobre adelantó la escritura de dos(2!) ensayos para tener algo de tiempo libre durante el fin de semana conmigo, pero no quitaba que siguiera teniendo mucho que hacer, así es que al caer la noche (5 de la tarde) enfilamos hacia un café, donde ella se sentó a estudiar, y yo hice el amago de seguir con mi libro. Era el momento perfecto para llamar a Kay, así es que decidí salir en pos de un teléfono público...
Mala idea...al menos con el frío y mi escaso abrigo...mucha bufanda tendría pero esa NO es mi chaqueta de invierno, claramente...un par de cuadras bastaron para hacerme entender el porqué exacto de que tener un resfrío es to catch a cold en inglés...porque me pesqué un frío por esas calles, que ni le explico mejor....volví al café derrotado (la lavandería que anunciaba tener teléfono no tenía nada que se le pareciera...tenía una máquina con Ms. Pac-Man eso sí, para ser justos con el local) y Jess me llevó al supermercado amigo más cercano para que usara el teléfono ahí. Un par de horas después, con un resfrío en curso, mucho eco y diferido logré hablar con Kay. Misión Cumplida.
Ninguno de los dos tenía ánimo de mucho, así es que vimos una película, tomamos algo y a dormir. Ahora, como parte del contrato suscrito la noche anterior, me tocaba a mí la cama. No hice amagos de ofrecerme para el piso porque 1) un contrato es un contrato y 2) me estaba empezando a resfríar, carajo.



Y así, me fui a dormir sin tener la más mínima sospecha de que mi siguiente día estaría rodeado por lepidópteros...chan-chan-CHAAÁN

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