lunes, 22 de enero de 2007

Aproximaciones para el Chile que queremos.

Enviado por Leonardo Villarroel el domingo, 21 enero, 2007 a las 21:52
En la década pasada fuimos testigos del surgimiento de una construcción sociólogica profundamente interesante conocida como "El Chile que queremos". Manoseada por todos los sectores que detentan algo de poder (léase las dos bandas de la política, la prensa y los medios, el empresariado y la intelectualidad), siempre quedó ese dejo amargo ante la contrapregunta...¿el Chile que quiere quién? Pregunta que oculta muy chilenamente un ¿el Chile que le conviene a quién?

La cuestión no es menor, y la verdad es que este eufórico columnista sólo quiere rozar la respuesta esta noche, de improviso y de feliz emergencia, a propósito del Chile-Brasil Sub 20.

Tras pasar mis años formativos en un país que se tiraba para abajo a sí mismo, que gustaba de no correr riesgos y vivir protegido en ese Hogar de Cristo de la mediocridad que son los "triunfos morales" (un concepto que no merece la más breve de las revisiones para quedar expuesto más como una evasión perniciosa, cuando menos), en lo que por años usurpó dictatorialmente el rol de lo que constituía nuestra tan vilipendiada identidad

[y nos preguntábamos ¿cómo puede ser posible que ser chileno sea sinónimo de agachar la cabeza, de arrugar y creer que no importa, que está todo bien si uno es tercero o si no logra sus objetivos por cosas circunstanciales?, y tantos, pero tantos tantos se/nos respondimos que si eso era ser chileno, mejor que no, gracias, mejor ser otra cosa o buscar la chilenidad en otro lado...mejor aún, porque no salir del país, darse una vuelta y quedarse una vida o dos cuestionando la chilenidad desde cualquier otro lado]

...entonces, ¿cómo no te va a saltar el corazón de puro gusto al ver un equipo que pierde con un hombre menos antes el mítico Brasil y sale a buscar el partido hasta empatarlo. Y que cuando, más encima, Brasil les vuelve a sacar ventaja, a cinco del final, se queda peleando hasta volver a empatar el partido, siempre en desventaja númerica?...¿cómo no me voy a sentir un poco menos sólo y un poco más comprendido cuando veo en un equipo representativo de mi país algo por lo que, finalmente FINALMENTE, sí quiero sentirme representado?... Cuando T'Cho marcó el 2-1 para Brasil, esta selección quedó cara a cara con el punto de inflexión perfecto para tomar la salida del "triunfo moral" y ni siquiera la pensó. Es más, es probable que seamos nosotros, más viejos, más llenos de discursos complacientes y premios de consuelo gastados, los que vimos ese punto de inflexión. Para estos sub 20 sólo había una cosa: seguir yendo al frente, entregarlo todo y entregarse todos para conseguir un triunfo.

Esta no es la celebración de un empate. Es la celebración muy profunda de un cambio que está ahí, aquí, ahora. Es el gusto que me da ver una selección que no cree en los miedos de sus ancestros y que va al frente en todas. Es sentir que hay un Chile que no se esconde; que los años de la vergüenza, el gusto por lo correctito y bien pulido están llegando a su fin; que sí hay cosas que nos pueden unir a todos y sacar lo mejor de nosotros...tras 25 años de no entender porque de "mis dos amores" el segundo tenía que ser la selección, hoy me dió lo mismo que fuera Vidal y no alguien de la U el que pronunciara las palabras que llevaba años soñando escuchar, lejos de "sabíamos que enfrentábamos a un gran rival" o "todos sabemos lo que es Brasil", Vidal dice, entrevistado al final del partido, y dándome más goce y gusto casi que los dos goles:

"Ahí, quedó Brasil. Ahí quedó Brasil"

Comuníquese, notífiquese y archívese. ESTE es el Chile que queremos. Con impetú, fuerza, voluntad. Yendo siempre al frente, atreviéndose. Un país donde el fracaso deja de ser un cómodo refugio y se vuelve, a lo más, el peaje a pagar por atreverse a salir adelante y cambiar las cosas.


¡Salud!

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