domingo, 10 de octubre de 2010

New Amsterdam

A pocos pasos de comenzado mi recorrido por la ciudad hoy el motivo de la muerte y resurrección se vio sorprendentemente reforzado al pasar por la que fuera la residencia de Emma Lazarus, poetisa local que al parecer pasó buena parte de su vida a escasas cuadras desde donde escribo estas líneas. Así empezó mi día.

Mi día prosiguió con un brunch con omelette gigantesca y papas y mucho mucho caminar. Mi anfitriona tenía que encontrar el tiempo perdido durante su intenso viernes por la noche así es que partió a buscarlo a su taller en la New School of Arts. Como tal me encontraba solo y si bien había hecho unas pálidas gestiones para reencontrarme con viejos conocidos, estas habían sido precisamente pálidas porque tenía más ganas de caminar y despejar la mente que otra cosa.

Peregriné entonces por el camino de la memoria y enfilé hacia Washington Square donde no había niños jugando a la pelota ni me intentaron vender marihuana como la vez anterior. Una lástima, considerando que en DC tengo un par de conocidos que están más bien verdes por la sustancia ídem. Me senté en la fuente y posé como colado en las fotos de innumerables turistas. El viejo deporte. Al rato el sol de la tarde me indicó que era hora de retirarme y partí, expulsado como tal, hacia The Strand, la clásica librería de las toneladas y toneladas de libros.

Las veces anteriores que había ido a The Strand siempre había llegado por el Sur, por lo que me había perdido de lo que esta vez, vuelta rídicula mediante, apareció como tan obvio...

FORBIDDEN PLANET!!!!


Forbidden Planet, mi buen lector, usted no tiene porqué saberlo, es una pequeña cadena de tiendas de comics. Pequeña si se la compara con una cadena de tiendas de cualquier otra cosa, pero la frase "cadena de tiendas de comics" ya tiene algo de oximorónica en sí, si se lo piensa. Baste con saber con que hay una Forbidden Planet en Londres y otra por acá. Partí imantado hacia ella, donde me recibió un staff de lo más preocupado y "Always something there to remind me" de Naked Eyes en el fondo, en un momento que no podía ser más alegórico, supongo. Los 80s vivían en la tal Forbidden Planet y me pregunté si acaso no sería mucho cuando vi en vitrina el juguete del cuartel de los cazafantasmas con el que jugábamos con mi primo Tomás por esos años, tazado en sendos 280 dólares eso sí. Debería llamarlo y preguntarle si guardó la caja.
Decidí no caer en la tentación que significaba semejante lugar y partir a The Strand donde seguro que la inmensa oferta bibliográfica me dejaba en modalidad sobrecarga y me impedía hacer compra alguna.


Fallé.


Pero ahora tengo el mejor tarro para galletas lápices de la historia. Y no, no compré nada en The Strand, aunque me saqué los ojos buscando (en Forbidden Planet tb.) "Twelve Reasons Why I Love Her". Habiendo olvidado el nombre de los autores, recurrí a la más manual de las búsquedas, pero no pasó nada de nada. Por qué no la he encargado de amazon con el descuento del caso, es una de esas cosas que me supera nomás.

Pudiendo tomar el metro, opté por caminar hasta Bryant Park, mi siguiente y última parada en este tour del viejo Nueva York, alías New Amsterdam. Más entretenido y más barato, cantaban por ahí. Caminé y disruté de la gente, que siempre es lo mejor de esta ciudad. El turista empedernido, el neoyorquino producido, los que se esfuerzan por sobrevivir y los que no tienen nada más que hacer que venir aquí. Sacando cuentas, he venido y paseado harto por esta ciudad, al punto que no me siento turista, pero sigo a años luz de sentirme que juego de local. Not turist, no stranger, but a weird sort of alien, supongo.

Llegué a Bryant Park, cuatro años después, y me senté junto al carrusel que había olvidado por completo que existía. El Martes Kate había apuntado en su mejor español a mis lápices sobre la mesa y preguntado "¿Por qué...tres?" uno azul y dos negros. Le respondí en la distancia hoy cuando se me acabó uno de los negros y seguí escribiendo muy campante con el otro. Literalmente, porque llegué al depto. y le mandé el respectivo comunicado por facebook.

Se me pasaron las horas escribiendo en el parque. Perdí un poco el sentido de la realidad y de dónde estaba y la caminata a casa hizo poco por devolvérmelo la verdad. New Amsterdam es así, la verdad, no le importa mucho cómo eres, así es que puedes ser quién quieras.

Un buen punto de transición. Un buen punto para comenzar de nuevo.

Mañana: de vuelta a casa y de cabeza a escribir mi primer paper en esta fase de mi entrenamiento académico. Veremos qué tal sale. Ahora, en la noche: a cualquier otra cosa.


Y si usted pensó que iba a dejar este post sin que yo intentara pegarle la canción de Naked Eyes, claramente es un lector nuevo. Bienvenido:

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