sábado, 9 de octubre de 2010

Weekend in the city

Volviendo a la vida lentamente tras el simulacro de muerte por resfrío que fueron las dos semanas pasadas, decidí que nada sería mejor para completar el proceso de renacer de una nueva personalidad que viajar un poquito. Como tal, despacho estas líneas desde el departamento de Polly en Nueva York.

El simulacro de muerte estuvo de lo más interesante: hubo dolores intensos y fiebre con alucinaciones, de las pesadas y agobiantes, y un desgaste general del que todavía no me repongo. Aún así, la convalecencia me sienta bien, y los momentos en que me siento en perfecta salud son deliciosos, sentirse bien se vuelve un simulacro de omnipotencia exquisito.

En el plano de lo concreto no hay tantas novedades. Ayer salí con un grupúsculo a celebrar el cumpleaños de una compañera y terminé haciendo nuevos conocidos. Sigo sin interactuar mucho con mi generación, pero de a poco hago buenas migas en todo el segundo año.

[¿Hay patrones aquí? Pienso en mis días de pregrado en que también era nuevo y frecuentaba a los mayores, en que también mis compañeras me hacían comentarios del corte "no te alcanza con una coca-cola por clase" y donde mis profesores también me hacían el gesto universal para "Despaaaacio" antes de empezar una presentación. ]


En el plano de lo concreto ayer llegué a casa y encontré a mis roommates con todo el ánimo de socializar, así es que me quedé con ellos un rato agregando el vino de la casa al par de margaritas que me había tomado instantes atrás. Todo muy rico. En casa comí unas galletas deliciosas mientras de fondo había baseball. Me pusieron caras largas al saber que no voy a estar mañana en la noche para la cena que estaban planeando. La verdad es que también me dio un resto de cara larga. Son buenos chicos. Con trago de por medio son buenos y divertidos, descubrí anoche.

Otra de ciclos: volver a NY, un poco asustado de su ritmo, pensando que Washington se las habría ingeniado para bajarme las revoluciones, pero ni bien hube salido del Lincoln Tunnel todo volvió a estar en su lugar. Lo que sí el metro se me antojó bien triste comparado con el de DC, pero así son las costumbres y los hábitos.

En el plano de lo concreto hoy no he hecho mucho más que ponerme al día con el sueño pendiente. Desperté temprano tras dormirme tarde anoche, pero dormí bastante en el bus, y acá en la ciudad ya, una vez semi-zampada una hamburguesa gigantesca (cuya otra mitad me espera envuelta en la mesa de la cocina/estar donde escribo) vino la siesta inolvidable, de la que mi anfitriona aún no sale. Al parecer la noche de ella estuvo mucho más interesante que la mía, lo que se refleja en el sueño pendiente. Pero está bien, lo pausado del día encaja con el motivo de resurrección de este fin de semana.

Hay muchas cosas dando vuelta alrededor del plano de lo concreto. Tensiones invisibles, esperanzas acechando, resoluciones por venir. Como tal, nada mejor que tomarse un fin de semana en la ciudad antes de que empiecen las tormentas.



Pour quoi pas? Si hay Clorets, decían por ahí

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