viernes, 7 de octubre de 2011

Las grandes pinceladas y los pequeños retoques.

Me pasa cuando escribo. O más bien me pasa cuando tengo un Gran Plan de escritura, con estructuras definidas y el mítico margen para la improvisación: me siento y tipeo o dibujo o escribo simplemente con tinta sobre papel y lo paso increíble con las primeras grandes pinceladas. Todo puede pasar, todo es posible y está permitido, nada tiene que coincidir o serle fiel a nada y cuando en efecto lo hace es una reacción química maravillosa, como el beso sorpresivo de alguien que te gusta pero que no sabías que te gustaba tanto. En serio.
Después, los pequeños retoques son un martirio. Me son un martirio al menos. Pulir y pulir con cincel pequeñito, sintiendo a cada paso la presión de no salirse del margen, de no botar una estructura. Todo tiene que calzar y cuando lo hace es maravilloso, como esa vez que saliste con alguien por tres semanas antes de enterarte que tenían La Misma Visión sobre los temas políticos y qué alivio que es estar con alguien así. Pequeñas sorpresas, valores agregados.
El problema con la reescritura, mi problema con la reescritura es precisamente mi claustrofobia en esos pequeños detalles. A veces se me olvida que toda la página es mía y que perfectamente puedo tomar esa columna y reemplazarla por otra y adecuarlo todo. Siempre se me olvida en realidad, pero escribo esto para exorcizarlo.

Estoy en Santiago, ya más definitivamente, si es que tal cosa existe en mi vida. Me dormiré apenas postee esto, o más bien me iré a leer algo antes de dormir. Mañana iré a escoger un escritorio y una silla cómoda. Una silla que aguante mi peso sin hacerme sufrir por buena parte del día y un escritorio simple, donde tener mi computador y quizás algunos compartimientos para guardar los libros que abro cuando necesito refrescar mi mente un rato.

Me sorprendí con el computador apagado a las diez y media de la noche, descansando un rato, paladeando una curiosa paz. Hoy hay un precumpleaños de JM, pero me lo pierdo en pos de la curiosa paz. Mañana se celebra JM, se celebra Panthro y estoy semicomprometido a emborracharme con Jadue, cosa harto buena, porque uno tiene que emborracharse con Jadue alguna vez en esta vida. Algo pasará. El día que compro mi escritorio, mi silla y me siento.

Va a ser un buen día.

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