jueves, 13 de octubre de 2011

Partidos con clase.


El equipito que las hace de local en San Carlos de Apoquindo, finalmente será local en San Carlos de Apoquindo contra uno de los así llamados "grandes del fútbol xileno". La trampa está en que no se les venderá entradas a los socios del así llamado "grande del fútbol xileno".

Es decir: Primero no jugaban ahí porque se creía que "los vecinos de San Carlos", por algún decreto divino mejores que el resto de los vecinos de estadios a lo largo de Chile, iban a sufrir la destrucción de sus propiedades. Los vecinos de Macul, de Ñuñoa, La Cisternas, Independencia y un largo etcétera claramente somos ciudadanos de segunda clase. Ahora, en cambio, se puede jugar el partido, pero se les prohíbe subir a esos pelientos, atorrantes, ciudadanos de segunda que harían los destrozos.

Cambia el estadio, pero el clasismo sigue, señoras y señores. Y hoy he perdido harta concentración en ignorar los comentarios en línea de algunos de los así llamados "hinchas" del equipo de la franja. ¿O cree que lo de pelientos y atorrantes lo dije yo primero acaso? Gente tratando, en supuestas argumentaciones serias de "parásitos y delincuentes" a gente que, en no menor parte el único mal que hace es sublimar la miseria de su vida en un equipo de fútbol (y esa primera piedra no la podría tirar yo en mil doscientos años). Este no es el único terreno en que la discusión se pasea por estos abismos.

¿Tantas ganas nos tenemos los chilenos? ¿Serán las rencillas del pasado canalizadas en cada tema posible? ¿Será algo que va en nuestra naturaleza de tierra en constante conflicto?

Me ronda el fantasma de la calidad de la educación cada vez que veo tanto comentario tan salvajemente mal argumentado y tan...troglodita y ensimismado. Porque de las cosas que la gente suele no mencionar es cómo una mejor educación naturalmente te vuelve una persona más abierta a los demás, aunque sea por canales básicos como el conocimiento.


El conocimiento es una de las tantas formas de reconocer un otro, de reconocer que mi verdad no es la verdad y que, la mayor parte del tiempo, es sólo válida para mí, y si es que. Un proceso de conocimiento bien guiado nos debería llevar a una mayor conectividad entre todos, a entender que la prerrogativa del otro es necesariamente distinta de la mía y a evitar decir cosas como que en tal o cuál barra son todos delincuentes y que si estoy diciendo eso es porque asumo que mi interlocutor es lo suficientemente inteligente para entender que hablo en hipérbole bromista.
[DJ Hipérbole Bromista va a ser mi nombre de tornatablas]

En fin. Es uno de esos días. El discurso occidental es tan pesimista que cuesta no empaparse de él. Y la verdad es que la gente de Católica siempre me ha caído tan mal, precisamente por gestitos de clasismo cobarde como este. Asúmanse en su snobismo y presunción de exclusividad, niños. No hay peor defecto que el del cínico.



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