jueves, 13 de octubre de 2011

Oh you are no fun anymore.

Ayer, el mismo día que me encontré recordando-remedando la vieja frase de cierre de sketch de los Monty Python, fue el día en que tuve la peor actualización de sistemas operativos de mi vida.

Era el gran día gran, lanzamiento del iOS 5, sincronización en nube, blah, blah, blah. Partí, como buen hijo de vecino por actualizar my iPhone, pero el servidor se encontraba colapsado y me pidió una serie de actualizaciones a mi sistema operativo antes de poder dignarse en procesar mi solicitud (partamos de la base que lo tenía actualizado al día anterior). Una vez hecho esto me amenazó con borrar toda mi información porque había un problema con el respaldo y por ende perdería todo. Lo que no era gran cosa porque casi todo estaba respaldado así es que le dije que sí, que le diera para adelante nomás.

Entonces se negó a actualizar. Del todo.

Cambio en el equipo, conecté el iPad para ver si por aquí nos iba mejor. Mi iPad tiene bastante más capacidad que mi teléfono y está bien cargadito de películas y cómics, sobre todo cómics, así es que el proceso iba naturalmente a ser más lento.

No sucedió. Para nada.

Pasaron las horas y, arguyendo un problema generando el respaldo de mi iPad, nuevamente, el proceso se interrumpió una y otra vez. La paciencia empezaba a esfumarse de mi lado, de a poquito. Se escurrió sutilmente hacia la puerta del departamento y giró lentamente la manilla.

Probemos de nuevo con el teléfono, pensé. Ahora sí, todo siguió el curso que debería seguir, sólo que a la velocidad de la tortuga coja. Tras hacer la alaraca de no devolverme mis canciones y archivos, el sistema me pregunta si acaso quiero mis canciones y mis archivos y todo. Inocentemente le dije que sí y terminé llegando media hora tarde a casa de Javiera, tras haber pasado en total tres horas actualizando, la mitad de las cuales no tuve teléfono sino un ladrillo a mi lado.

Ya de vuelta a casa, ejecuté el mismo procedimiento con el iPad y el respaldo fue tan lento que lo dejé la noche entera trabajando y al despertar ahí estaba mi actualización mágica. Un retorno nostálgico a los días de las descargas así, de un día para otro; los días en que los procesos digitales parecían imitar a los análogos en sus modos de siembra y cosecha.

Y, puesto así, no es nada, es un poco de tiempo perdido para un asunto absolutamente superfluo. Pero era, hasta ayer, un asunto superfluo que había funcionado eficientemente.


4 comentarios:

Lute dijo...

Steve Jobbs murió y con el se degrada la magia que soportaba toda esta "tecnología".

LV dijo...

Qué lástima que su legado no haya sido copiar sus patrones cerebrales a una supermemoria, en la esperanza de que los autómatas del futuro pensaran como él.

Lute dijo...

Y quizas viene un futuro con crisis Jobs, que el con aplicaciones pensadas para el futuro solucionará.

Jobs crises. Puta.

LV dijo...

Crisses Jobs se me antoja como una suerte de X-Zibit (o como mierda sea que se escriba) dedicado a enchular computadores.

Y todos sabemos que es el concepto en televisión que se viene.

(si es que no fue, ya)