miércoles, 19 de octubre de 2011

Los días pródigos.

Y ni que se lo hubiera pedido al Viejo Pascuero o que el Viejo Pascuero fuera asiduo lector de estas páginas, hoy tuve la visita sorpresiva, acá en mi casa-estudio personal, del bueno de Gonzalo.

"De la nada" porque me vine a enterar de que tiene una oficina por acá cerca al tiempo que él se enteró que se le habían quedado las llaves en la casa. Así es que hicimos hora conversando, jugando play, same old, same old. Entremedio salió el tema de la novela. Y, pensando en el Viejo Pascuero, me lancé a contarle y hacer el ejercicio de pimping my presentation con mi amigo, que algo sabe de estas cosas y que tuvo la cortesía de entender el ejercicio y hacerme las preguntas claves y forzarme un poco a decir ciertas cosas que de lo contrario no habría dicho. Éxito total, aunque mi amigo me entiende con dos trazos, así es que no cuenta del todo. Pero algo es algo.

Más refinada que ayer, la frase del día fue:

"Se trata de eso, de lidiar con la separación. De no poder estar con quién queremos estar y las cosas que haríamos para cambiarlo y como, al final, siempre hay algo que se pierde".

Y me hizo todo el sentido del mundo y me recordó cual es el Norte magnético de la novela.

En otro plano de la noticia hoy hice la movida más lucrativa de mi corta vida como mercenario, y como tal quizás puede trabajar menos de lo pensado en Otra Torre, al menos hasta fin de año, pero me he comprado unos cuantos meses de trabajo exclusivo. Eso o un par de meses de trabajo exclusivo Y un viaje por el mundo. Detalles más adelante.


En otro plano de la noticia la U ganó dándole un baile de 90' al Flamengo.

Y yo todavía estoy en shock.
De lo bien jugado, de lo absolutamente bien jugado, del ritmo imprimido durante los noventa minutos, del hecho que aún con el saqueo de dos goles y una expulsión fuera la goleada que fue y, en general, de esa sensación de haber visto algo que no había visto nunca.

No tengo muchas palabras todavía.

Me he puesto un poco demasiado bueno para el multitasking (más todavía) lo que a veces desemboca en unas migrañas terribles. Ando, además, particularmente misántropo, y si bien amo a mis amigos (ayer los vi a Mati y Jose y al postrado Flip y fue una delicia, salvo por la parte en que Flip estaba en Cuidados Medios del Hospital, claro, pero aún así) el resto de la humanidad me tiene de mecha corta. Como tal evito la prensa escrita y las redes sociales. Aunque usted no lo crea.

La maratónica conversación entre Truffaut y Hitchcock me hace compañía durante las mañanas y me da gustito, aunque la asimetría entre el joven Truffaut y el ego hinchado del gordo Alfred no deja de ser medio incómodo a veces. Pero es lindo igual. La conversación de gente dedicada a lo que hace.


Enfrentado a la cuestión del título de la entrada, veo esos cuatro goles de la U, la visita de mi amigo (que, de paso, me dio la sugerencia justa para la reescritura de la segunda parte de la novela, comentándome de la nada algo que debería incluir....y que yo había pensado escribir aparte, sin decirle nada), veo los contratos firmados y las doce horas y media de entrevista que hay entre uno de mis favoritos de la Nueva Ola y el bueno de Hitchy.

Son día pródigos, qué otro apelativo cabe.

No hay comentarios: