martes, 29 de agosto de 2006

Una seguidilla de despedidas encadenadas

Como corriente de consciencia mi última visita al campus San Joaquín, mi misión original era devolverle sus zapatos de fútbol a Pablo "Puma Cognitivo" Lima y despedirme de mi amiga del alma y ex-jefa Antonia Viú, además de entregarle unas fotocopias a Sole, esposa de mi predecesor en Union, Cristóbal Cardemil. En vez de eso, terminé inmerso en un continuo de abrazos y despedidas de la más variada índole.
Comenzó todo al salir del metro y encontrarme con Chini y Loreto, dupla característica del CEL y grandes valores por méritos propios y diversos cada una. Recontra lindo y recontra emotivo, pudimos honestamente decirnos lo que nos echaríamos de menos - que a la Chini se lo había dicho unas semanas antes a propósito de lo que echo de menos esos saludos breves y enriquecedores de pasillo.
La reunión con Antonia estuvo bien, en el marco de lo esperado y esta vez no me echó mirada en especial alguna, pero firmó su mirada de hace meses atrás diciendo "la próxima vez que nos veamos vas a ser alguien completamente distinto" junto a su abrazo de despedida. Cómo no amarla a mi jefa, ni a nadie que se despida con semejantes palabras. Soy un muchacho con suerte.
Ahora las cosas se pusieron ligeramente surreales cuando al medio del patio de Letras encontré a Mikel "El ubicuo" García, quien se enteró ahí mismo de mi viaje y con quién conversé como uno conversa con Mikel: como si el tiempo hubiera pasado por el mundo pero no por la conversación. Le expresé mis ganas de haberme despedido de Pablo Acuña y me respondió con un "Pablo está por acá, anda dando vueltas". Serendipity al kilo.
Tras entregar botines y fotos al bueno de Pablo L., me encontré con el ya mencionado Acuña, despedida triple en medio del patio con Mikel y los amigos del barrio pueden desaparecer pero los dinosaurios no van a desaparecer ¿no?. Nos reímos de lo lindo, llegando a caer en la meta-referencia de burlarnos de nuestra condición de ancianos y esquizoides en un patio lleno de niños y niñas lindas.
Encuentros varios mediante (Vicenta, Jesu y Elvira X2), me despedí también de mi querida Alejandra Zurita, que algún día descubrirá que puede gobernar el mundo si se lo propone. También una despedida de antología, con el mismo tino y gracia medio épica de la de Antonia.
Así me despedí del campus, marchaba ya dejando atrá medio definitivamente tanto edificio gris, cuando en lontananza apareció Catalina "Martina" Gomez. De todos los mencionados anteriormente, éste fue el único adiós con ese saborcito que deja intuir que ya no verás más a alguien.
Fui por lana y me traje un chaleco, en definitiva. En el fondo de mi alma sigo aborreciendo ese campus funesto, pero hay gente bella ahí. Corazones, intelectos y afectos de lo más puro en un mundo tan postmodernamente desplazado y, definitivamente, desubicado. Todos los mencionados anteriormente son vivo ejemplo de eso.

Snapshots de un fin de semana de despedidas

Enviado por Leonardo Villarroel el lunes, 28 agosto, 2006 a las 23:30
Un tanto agotado por el ejercicio de llenar maletas y no queriendo dejar pasar el tiempo, este humilde cronista os regala....el haikú oficial de mi último fin de semana en Chile!!! Enjoy...

Adiós mis amigos
Chau familia












¡Grande la U!!

domingo, 27 de agosto de 2006

Breves deportivas -

Si bien la historia de esta última semana, semana de despedidas, fiestas, comidas, compromisos y adioses, espero contarla más en detalle pronto, sí quiero hacer un alto y dejar este pequeño hito aquí. Pequeño básicamente porque apenas puedo teclear del cansancio, tres horas en el estadio y cada vez que ganamos un clásico salimos sintiendo que el partido lo ganaron los jugadores y la barra por igual, que en verdad si no hubiera gritado aquí o allá a lo mejor las cosas hubieran sido distintas.

Lo que pasa es que hoy fui por última vez antes del viaje a ver a la U. Estadio Nacional, Andes Sur. Seis fechas sin conocer victoria terminaron hoy. Y fui feliz, inmensada y desproporcionadamente feliz como sólo el fútbol puede hacerme. A mediados del segundo tiempo y a medida que bajaba las escaleras rumbo a casa no pude evitar ese estremecimiento de saber que falta tanto para volver. He estado más tiempo lejos del estadio, lo sé, pero fue distinto. Tan distinto y emotivo como por vez primera estar muerto de calor, con el sol de fin del verano en la cara, y sentir una escalofrío a cada canto de Los de Abajo, como pasar susto cuando Chandía le llevó la botella que cayó cerca de Arrué al veedor del partido, como estar con mi padre ahí como durante buena parte de mi infancia, como sentir que lo más grande que tiene la U es su gente y que no hay nada pero nada en el mundo que se le parezca, y nada en Chile que siquiera le llegue remotamente a los talones.
Hace unas semanas, con motivo de su cumpleaños, vino a almorzar Nico Cornejo. Antes de sentarnos a la mesa hablábamos del fútbol y, admirados en esto de ser azules, le dije "No podría tener un hijo que no fuera de la U. No podría, sencillamente no podría. Porque es TANTO lo que se perdería y tan pero TAN distinta la forma de ver la vida cuando se es de la U. Te juro que no concibo tener un hijo de otro equipo". Y es cierto. Por parcial que suene, esas no son las palabras de un fanático desbocado ni de un hooligan furibundo.
Son las palabras de cualquier hincha de la U. Si no pregúntele a cualquiera de los 25,000 que estuvimos hoy en la cancha.

miércoles, 23 de agosto de 2006

Apuntes para una Ley Anti-tabaco

Con tanta vuelta de la vida, había olvidado ciertas pequeñas consideraciones sobre la recientemente promulgada ley anti-tabaco. Esta mañana, pasando por el blog de Javi Cifuentes, me fue recordado el tema. A modo de disclaimer: Nunca he fumado tabaco, cuando era chico solía tragarme el humo en las fiestas de cumpleaños de mi padre y pasar la semana entera con el asqueroso sabor en la garganta; buena parte de mi vida he odiado acérrimamente a los fumadores y nada me indigna más que en esos días en que el cielo de Santiago es una gran manta color plomo ver a la gente fumando en espacios cerrados, regalándonos una réplica a escala del centro de la ciudad.
UNO. Aun considerando lo anterior, no puedo, sencillamente, estar de acuerdo ni mucho menos ponerme contento con una ley tan drástica.
DOS. Porque si bien las leyes están para normar la conducta humana y regular nuestra vida en sociedad (kilos de filosofía clásica por acá), al menos un mínimo de esa regulación ha de venir más de algo llamado educación que de un puñado de textos legalizados ante los tres poderes del estado.
TRES. Porque al final del día, aquí hay algo más grande en juego que "la salud de nuestros niños" o la salud de cualquier adulto responsable que sabe lo que hace al meterse un rollo de nicotina en la boca. Lo que hay en juego es aquella conducta social medio en extinción y conocida desde hace un par de siglos como 'tolerancia'.
CUATRO. No hay ejercicio más cotidiano de la tolerancia o la hospitalidad, de la comprensión y apertura hacia El Otro en definitiva, que la actitud hacia el cigarrillo. Desde quienes no fumamos enfrentando a aquellos quienes se están muriendo por un cigarro, y desde aquellos que aman su hábito y se enfrentan a quienes no aguantan ni el olor a pucho en la ropa de alguien que estuvo hace 3 días con un fumador.
CINCO. Quizás porque un enorme porcentaje de los fumadores se inicia en el hábito a escondidas, lejos de casa, o quizás porque el hábito es socialmente 'tolerado' más que bienvenido, no tenemos una normativa cultural muy clara respecto al cigarro. A nadie le enseñan a fumar acompañado con preceptos sobre cuándo fumar y cuándo no. No existe un 'es de buena educación fumar cuando' ni tampoco un 'es de mala educación cuando'. Luego, se cae en la dicotomía de poder o no fumar. Se fuma cuando se puede, no se fuma cuando es prohíbido. Y ahora sí que lo prohibieron.
SEIS. Lo que una ley así de dura contra el tabaco consigue no es más que regular 'a la mala' algo que debiera nacer de un proceso social. Si bien siempre es más fácil promulgar leyes que gastar en campañas educativas, encuentro que el peligro que yace tras actos legislativos como este es tan grande que bien vale gastar plata en una campaña 'aprenda cómo y cuándo fumar mejor'.
SIETE.** El año pasado, leyendo la biografía de Roland Barthes por Jean-Luis Calvet me sorprendió una de las fotos en particular: Barthes junto al pizarrón, haciendo clases, algunos fundamentos de Levi-Strauss en la pizarra, la tiza en una mano, y en la otra un cigarro. Lo encontré sencillamente majestuoso, el viejo profesor fumando frente a sus alumnos. Como las casas en Los Cerezos, ya no los hacen así.
OCHO. Porque al final del día el problema del cigarro se reduce a ser lo suficientemente consciente, unos, de que es un hábito para mucha gente y que como tal tiene derecho a ejercerlo en público o donde quiera;y , otros, de que existen personas cuyos cuerpos o psiquis rechazan profundamente su hábito. Si yo pudiera, hablaría de fútbol todo el día, pero entiendo que hay gente que detesta el tema y gente que se sentiría ofendida con mis visiones sobre sus equipos o sus hinchadas. Mejor callar. Asímismo, deberíamos poder confíar en que todo lo que se necesita para que alguien apague su cigarro es que alguien más se lo pida de buena manera. ¿Qué tanto cuesta ser civilizados? ¿Se requiere una multa de 32 millones por no ser buena gente?
NUEVE. Uno no puede pretender entender al otro ni que el otro lo entienda si no está dispuesto como mínimo a adentrarse en su mundo. Leyes como esta no hacen más que acentuar de manera negativa las diferencias entre las personas. Ya era desagradable salir a cenar con un fumador y verte obligado a decidir entre las zonas para fumadores y para no-fumadores. ¿Acaso mi acompañante y yo no íbamos a tener el civismo necesario para convivir en el mismo espacio? o ¿Acaso mi acompañante iba a ser tan cretino/a como para no apagar su cigarro si al lado nuestro estaba una mujer embarazada? Tomar decisiones de conciencia como esta última es algo que la nueva ley le quita a los individuos. Otra ley para sacarle un peso a las ya profundamente ligeras consciencias santiaguinas.
DIEZ. Con todo este despotricar sé que corro el riesgo de sonar profundamente idealista y extremadamente poco realista. Asumo ese riesgo, y no quiero reducir tampoco los riesgos de las enfermedades pulmonares y no dejo de odiar el olor a nicotina y tabaco, pero no por eso dejo de creer que es más lo que se pierde que lo que se gana con leyes que fomentan el no-entendimiento, la poca tolerancia y exacerban negativamente las diferencias entre los miembros de una sociedad.
**Edité la entrada para agregar la foto, donde se aprecia claramente la distorsión de mi memoria, gracias a la chica que postea siempre por apuntar la dirección de ambas.El observador atento notará no sólo que Barthes No tiene el cigarro en la mano, sino que la clase no versa sobre Levi-Strauss (cosa poco probable, considerando su contemporaneidad) sino sobre Genette y sus tipos de narrador con todo el structural style - shame on me **

Horrores intertextuales

"comenzaba a sentir algo parecido a la euforia desesperada de quienes se saben afuera de casi todas las cosas pero no del todo. La intimidante alegría de quienes tienen tan poco que perder y han comenzado a demostrarlo exiliándose en una mesa de un 24 horas de una estación de servicio"
- Rodrigo Fresán, Esperanto.


"a eso de las 2 y media me encontraba tomando té a cuadras de mi casa. (...) algo pasó (quizás demasiados encuentros en el día por cansancio lograron que dejara de intentar reconocer los rostros de los que llegaban a la bomba de bencina) pero veía entrar a la gente, sintiendo que no conocía a nadie y que, de alguna forma, me encontraba en el extranjero. Esto en la bomba de bencina que está al terminar una de las calles de lo que más arriba denominé "mi barrio"."

- LV, En este mismo blog hace unos días.


Permítanme decir...¡diossanto!

martes, 22 de agosto de 2006

Mi patria

Como podía ser medio intuído en otros posts y en otros momentos, a la hora de partir y echar de menos, tengo más o menos claro por donde viene la línea editorial. Nada de la supuesta idiosincracia chilena, ni el poder llegar atrasado a todas partes, ni a nuestra escena rock local. Lo único que echaré de menos en ese ámbito podría llegar a ser a mi amado equipo de fútbol, pero espero remediarlo de alguna forma en los Estados. Mal que mal, la señal internacional de canal 7 pasa los partidos y...cómo no podré pagarle a alguien por ver el 7.

Lo que realmente echaré de menos será aquél conjunto de calles y casas al que yo le digo Los Cerezos y que es lo más cercano a una noción patria que tengo.

Teniendo como eje central la calle Los Cerezos, este sector de Ñuñoa no es otro que el lugar donde mis abuelos se instalaron hace ya casi 40 años, y donde he pasado buena parte de mi vida en ires y venires. Porque siempre hemos vivido cerca de ellos y han habido temporadas en que he vivido con ellos, no hay ninguno de mis 25 años que no tenga un momento asociado a este barrio. Las primeras caminatas que di solo por la ciudad las dí de mi casa a donde mis abuelos, las veces en que la tensión en casa era tan grande y yo no podía estar en la misma habitación con mi padre me refugié ahí, en la casa del pasaje Los Cerezos 617; ahí anuncié que estudiaría Letras; ahí descubrí que jamás fumaría tabaco en mi vida; ahí cultivé mi infántil amor por Mafalda, Narnia (porque Papelucho es más de mi departamento) y me adentré en el mundo del comic; quizás la verdadera razón porque mi fiesta de cumpleaños a los 5 fue un fiasco fue porque era mi primera celebración y no la hice ahí.

Nada voy a echar más de menos que caminar por esas calles, donde por los últimos 8 años he caminado cada vez que necesito relajarme, descomprimirme, o simplemente tomar aire en esos días en que lo único que hago es estar acostado hasta las 19hrs. momento en que la vergüenza y mis pulmones, hastíados de la densidad atmósferica de mis cuatro paredes, me impulsan a caminar por Los Cerezos en pos del Parque Juan XXIII.
Y nunca, pero es que nunca Nunca, soymás feliz que en aquellas semanas del año en que los cerezos florecen con el fin del invierno, para que el primer viento de primavera bote sus flores, tapizando el piso de confetti orgánico en lo que es el auténtico Año Nuevo Vegetal. Estar ahí cuando sopla ese viento y el aire tibio ya le está regalando los mejores atardeceres a Santiago es una cosa que ya hecho de menos y lamento perderme este año. Al menos, y en el espiritu de "hágalo porque puede" me he dedicado todos estos días a caminar y tomarle fotos al barrio que considero mi patria, en tanto es el lugar al que quiero volver. Un día, hace años ya, precisamente un Septiembre nublado y de viento tibio, caminaba por esas calles cuyos árboles ya tenían la mitad de sus flores cubriendo las veredas y descubrí en una auténtica epifanía made-in-Chile que si algún día me iba del país, no iba a querer volver ni a la segunda economía menos riesgosa de America Latina, ni a la tierra de Juan Luis Martínez, Juan Emar y Roberto Bolaño, ni mucho menos a la tierra de Neruda, sino ahí, a esas calles, a ese momento del año que, si uno lo piensa un poco, es la auténtica prueba de la no-circularidad del tiempo. Y si uno no baja dos veces al mismo río, al menos tiene derecho a pasar dos primaveras viendo volar los pétalos al viento.
Por estos días mis abuelos hablan de cambiarse, vender la casa y comprar un departamento que sea más fácil de mantener a su edad. La posibilidad me inquieta y si bien la intuyo medio inevitable, sólo me hace saber que es inevitable que en algún lugar del futuro gastaré los ahorros de mi vida en re-comprar esa casa. Caminando por Los Cerezos y otros barrios aledaños en Ñuñoa entendí porque los gringos suelen decir "they don't build them like that anymore".

Porque la verdad es que ya no las hacen así y punto.
Aunque, el verdadero rey de los cerezos es este aromo, que todo lo sabe y todo lo responde desde el pasaje Lo Plaza, uno más al Oriente y un toque más al Sur.

El león, el león, el león es mi pasión

A lo largo de este año, inauguración de la línea 4 del Metro mediante, mi caminar cotidiano ha encontrado en su ruta a este, el mejor cuadrúpedo de peluche de la tierra. Al parecer pertenece a una profesora o quizás la directora (es el auto que más tarde se va) del colegio que queda acá a la vuelta de mi casa.
La Primera Vez que lo ví caminaba yo un tanto cabizbajo, pensando en la beca y en cosas en las que pienso recurrentemente cuando estoy de ocioso, como mi amado equipo de fútbol. Recientemente humillados en la final del Clausura, pese a la garra y fuerza con la que sobrepasamos a la uc en ese segundo partido, todo ese peso de vergüenza se levantó de la nada cuando mis ojos lo encontraron. "¡Qué hErmooso!" exclamé con ese tono que la gente reconoce como tan propio de mí o de mi padre.
Todas las mañanas hacia la universidad y las tardes hacia cualquier otro lado, el León se encargó de subirme el ánimo y darle una pizca de alegría a mi día.

Por frívolo que suene, es de las cosas que echaré de menos afuera.




AND NOW FOR SOMETHING COMPLETELY DIFERENT


A propósito de cosas que dan pizcas (y a veces terrones y a veces avalanchas) de alegría: Monty Phyton. Accidentes de la vida me han llevado a ir paulatinamente bajando y gozando con las temporadas del Flying Circus y la verdad es que no paro de reír. Serán las referencias constantes a la filosofía, el humor absurdo hasta más allá del absurdo, las meta-referencias, o que acaso me he vuelto tan permeable a la cultura británica que ahora me rio de sus chistes (mientras no encuentre gracioso el humor de James Bond, todo bien), sea como sea, me encanta. Si bien la veo con treinta años de desfase y con todos esos ecos de differance que es la influencia que los Phyton han tenido en todos los programas humorísticos de mi vida (plan z, 31 minutos, cha-cha-cha, etc.) la serie se disfruta como si la hubieran emitido la semana pasada y pone el cerebro a trabajar en la actualización de esos sketchs que no pasan de moda jamás.
Oh my god, It's byciclerepairman!! - Cómo no amarlos.

A momentary lapse of happiness

Tras un breve paso por la U (donde verifiqué mi estatus de 'congelado' e intercambié "El Lector" de Schlink por "Esperanto" de Fresán - Detalles más adelante), y viaje en metro con Sonia mediante, fui a casa de mi abuela Sonia, donde fui agazajado por la leal Elvira (nana de toda la vida y parte de la familia con sobra de méritos) con un bistec con huevo y cebolla fritas.
Lo mejor de la tarde, naturalmente, no fue el agazajo culinario, sino la conversación posterior en el segundo piso con mi abuela, que yacía en cama leyendo. Afuera el sol de este anticipo de la primavera que estamos viviendo en Santiago, y nosotros dos conversando de todo un poco.
Porque con mi abuela siempre hemos tendio una visión más o menos coincidente de la vida, divergemos a la hora de la religión, el grado de pasión por el fútbol, la política y algunas otras cosas por el estilo, pero sí compartimos básicamente el mismo cuerpo de valores. Somos, en otras palabras, dos harmónicos de la misma frecuencia fundamental.
Ayer no fue la excepción, compartimos nuestras visiones sobre la familia, la generación anterior y la mía, historias de sus sobrinos contadas por ella, historias de los hijos de sus sobrinos contadas por mí, la importancia de la casa en Los Cerezos como refugio para nosotros, la parte joven y como los más grandes no tuvieron esa válvula de escape y la encontraron en cualquier otra parte. Cosas de la vida.
Abajo mi prima cantaba a todo pulmón el último hit de Kudai, intercalado por el ir y venir de las llamadas de sus adolescentes amigas. Nuestra maravillosa conversación sobre la vida se vió interrumpida por la llegada de una abeja/avispa de proporciones descomunales golpeando contra la ventana del balcón. Mi abuela se para de la cama a mirarla a instancias mías y por un par de minutos pareciera no haber nada más importante en el universo que determinar la naturaleza exacta del bicho ese, que quizás por los golpes reiterados, quizás por el sentirse depositario del destino del cosmos, optó por marchar hacia la casa de al lado, un tanto aturdido por cualquiera de las dos razones ya expuestas.
Sentí que había tenido suficiente, conmovido como estaba por la conversación, la importancia fundamental de la avispa-u-abeja-reina-antes-del-matrimonio, y la pasión que mi prima ponía en una canción tan plástica, me despedí de mi abuela, prometiendo pronto retorno, y partí camino a casa.
Lloré de felicidad buena parte de las 3 cuadras que separan mi departamento de la casa, y tomé unas cuantas fotos de los cerezos en Los Cerezos. La felicidad completa.

domingo, 20 de agosto de 2006

Fantasmas de diversos tonos e índoles

Enviado por Leonardo Villarroel el domingo, 20 agosto, 2006 a las 10:15
www.clonazepam.tk resulta ser la página de Santiago Errázuriz, alías Chago, que estuvo en los titulares periodísticos a fines del año pasado por su desaparición, la campaña de sus amigos por encontrarlo, y claro, cualesquiera que fueran las razones para su partida de casa y de este mundo. La página me la indicó un buena amiga mía que resultaba ser buena amiga de él, y cuando me metí ayer de inmediato me invadió esa opresión extraña que resulta de ver un fenómeno de la teoría en práctica. Me acordé de todo el entrenamiento deconstruccionista, los fantasmas de la escritura y alguien hablando en presente actualizado que nunca más será. Porque algo de escabroso y mórbido hay en leer a alguien muerto diciendo "hoy haré esto" o "yo estoy aquí". Fantasmas de la escritura y la internet que no es más que una colección enorme de fantasmas.

Más tarde me enteré que Daniel, cuya familia nos había hecho de anfitriona en Los Angeles y a quienes hace unos años gentilmente les cedí mi pieza para que se quedaran mientras visitaban a un psiquiatra santiaguino, había tenido éxito en su quinto intento de suicidio. Y el aura (cfr. Walter Benjamin) como una coctelera para la memoria: el muerto que durmió en mi cama, yo durmiendo en su casa vacía, mirando las fotos de alguien que no estaba y cuya ausencia se acaba de volver permanente. Más fantasmas, ahora de la memoria.

Tuve que salir a tomar aire después de que mamá me contó lo de Daniel. La noticia me afectó inesperadamente: cuando alguien se suicida no deja de ser un triunfo para la opresión y el aburrimiento. El suicidio como la salida de una vida en la que estamos convencidos de que NADA puede variar.

Y yo que, pese a profesarme incapaz de aburrirme por el sólo hecho de ser hijo único, miraba el suicidio con tanta seducción por allá por el 98. Escribía cartas de despedida y sentía un chispazo perdido de entusiasmo, solazándome en el concepto de escribir en presente para cuando estuviera muy ausente. Por eso tres año después no tuve problemas con Derrida, sino todo lo contrario, me parecía (aún me parece) el tipo más sensato del mundo. Y ya van casi dos años de su muerte y yo que quería doctorarme en Francia y estudiar francés sólo para peregrinar a EHESS, atender su seminario y decirle "gracias".

Por estos días leo, en polígamia abierta con otras cosas, el librito aquel sobre el terrorismo y la filosofía con Habermas y JD. Y ya no puedo tomar uno de sus textos sin sentir que estoy leyendo un fantasma. Uno muy consciente de su condición espectral, uno sin asuntos pendientes, porque su asunto pendiente no es otro que ser un fantasma tan eterno como el lenguaje, la escritura y la diferencia.

Y aquí uno canta a coro con el peor track del Little Earthqueakes de Tori Amos...

"and if I die today, I'll be a happy phantom"

sábado, 19 de agosto de 2006

Talking about my friend George

Comenzando con la semana de "Going down Memory Lane", ayer almorcé con mi gran amigo de los años de colegio, Jorge Betzhold, a quien no había visto en los últimos 5 años. Fue gracioso, simpático, estuvo bien y me dejo una serie de cosas sobre las que reflexionaré en el futuro, especialmente considerando que más entrada la noche me junté con otra amiga que no veía hace unos 3 años y rematé tomando tecito con Jesu, a quien no veía hace 4 días. Mi día de ayer como una caminata por el túnel del tiempo (o un cuento de Dickens, ok, ok. AQUEL cuento de Dickens).
Jorge no había cambiado mucho con el paso de los años, evolucionado más bien un poco en las líneas que uno podría esperarse. Es gracioso como ver crecer a la gente suele reducirse a mirar los hechos fría y objetivamente sin nada de la pasión del momento. Cada vez que nos sorprendemos de que alguien hizo tal o cuál cosa es, esencialmente, porque no estábamos prestando Tanta atención tampoco.
En todo caso, una de las cosas que más me llamó la atención de mi amigo era como los años han acenutado su parecido con Tom Hanks y que ahora tiene un aire a un Clark Kent dibujado por Frank Quitely. Esperé durante buena parte del almuerzo que se parara al baño o inventara una excusa para salir y combatir el crimen mientras llegaban las quesadillas, pero nada de eso pasó.

La Tarde la pasé caminando un poco por mi barrio. Los Cerezos siempre será lo más parecido a una patria para mí, pero sobre eso detalles más adelante (en serio, ayer tomé algunas fotos para cuando escriba esa entrada). Desempolvé el "Pet Shop Boys Discography" y lo he disfrutado a mil, Acto seguido me releí "Señales captadas en el corazón de una fiesta" porque ahí Fresán menciona "Left to my own devices", canción que sí, probablemente sea la que mejor captura el espíritu de la fiesta.

Después salí, caminé por Santiago y a eso de las 2 y media me encontraba tomando té a cuadras de mi casa. Mientras esperaba por mi amiga tuve el primer encuentro con el fantasma de las navidades futuras y me sentí solo. Mi amiga no estaba lejos y era inminente su llegada, pero algo pasó (quizás demasiados encuentros en el día por cansancio lograron que dejara de intentar reconocer los rostros de los que llegaban a la bomba de bencina) pero veía entrar a la gente, sintiendo que no conocía a nadie y que, de alguna forma, me encontraba en el extranjero. Esto en la bomba de bencina que está al terminar una de las calles de lo que más arriba denominé "mi barrio". No es un mal trago la soledad, pero es fuerte, como ciertos tequilas mezclados con jugos tropicales en exceso.

Llegué a eso de las 6 a casa. Puse nuevamente el disco de los Pet Shop Boys y pensé en mis amigos, de mayor o menor edad: los que van por la vida sin mucha idea de nada, evitando un poco la realidad; los que tienen tan radicalmente claro lo que quieren en la vida que evitan todo lo que los desvía de su meta última; los que van lento y disfrutando, a veces con el riesgo de confundirse entre tanta pared de laberinto; y claro, el largo etcétera que cubre todo aquello que las frases absolutistas no cubren. Todo esto a propósito de las fiestas, "Left to my own devices" y los encuentros que he descrito de alguna forma. Porque parece que es un poco difícil ser un party animal a estas alturas del partido, y eso algo me confunde. ¿No se suponía que a loas 25 estábamos todo un poco en eso, que a los 25 ya habíamos tenido suficiente período de prueba, ensayo y error como para lanzarnos a la noche sin la necedad frenética ni los excesos de los más jovenes? ¿No que la vida como party animal parte a los 25, esperando el retiro apenas pasado los 40? Mirando a los que me rodea, mis amigos que mejor lo pasan y más disfrutan de una forma u otra se rodean paulatinamente de gente menor...¿estamos siendo seniors a los 25 o será que nuestra generación tiene una seria carencia en lo relativo a calidad de fiesta? Da para pensar.

A propósito de fiestas, conferencias por montón con lo almohada y parece que tendré fiesta de despedida este Viernes...eso si y sólo si logro confeccionar una invitación que esté compuesta solamente de citas.

Detalles más adelante.

martes, 15 de agosto de 2006

Apunte de Libros : "El lector", de Bernhard Schlink


1. "El Lector, de Bernhard Schlink (Anagrama, 1997) es una nouvelle interesante, de esas bien armadas, casi "bien armaditas" se diría. Se lee rapidísimo y cuenta con un lenguaje preciso, atinado, sin fuegos fatuos ni parafernalia de más.
2. Quizás sea cosa de traducción, pero es una buena traducción, de esas que ni se sienten.
3. Las tres partes de la novela funcionan bien como movimientos de tesis, antítesis y sintesis. La primera parte es lo suficientemente buena como para mantenerte leyendo apurado la segunda con miras a una resolución.
4. Esta nouvelle pudo haber sido una gran novela. Tantas veces uno termina un libro pensando "esas 70 páginas en el capítulo 4 estaban de más" y acá uno piensa que si este libro tuviera 350 ó 400 páginas en vez de las 200 que tienen, lo habríamos disfrutado igual.
5. Buena Lectura. Si bien el tema del holocausto a uno lo deja con esa misma sensación de "aquí vamos de nuevo" que produce sentarse a ver "Machuca", el tratamiento es bueno, casi sin caer en lugares demasiado comunes y sale con elegancia de un sitio del que pocos salen: una historia original sobre un tema recurrente sin excesos.
6. En definitiva: libro recomendable, nouvelle de esas que da gusto en un viaje y de aquellas que te hacen pensar a chispazos. Nada más lejos de un pérdida de tiempo que este libro.

jueves, 10 de agosto de 2006

Youtube - ¿mi tele?

Desde principios de años (aunque probablemente desde principios del fin del anterior, la verdad) empecé a percatarme como, con el ritmo paulatino con el que gotea antes del diluvio, los asiduos a foros de índoles radicalmente diversas, desde la política internacional hasta los comics, y desde la tecnología hasta el fútbol, empezaban a aparecer referencias a "algo que había que ver" en youtube. El goteo se volvió lluvia cuando los threads se desvíaban del tema original para centrarse en "lo increíble que es youtube" con variantes desde lo increíble hasta lo maravilloso. Por esos días, la usanza era subir videos caseros y algunos trailers, cosa que no me aparecía muy impresionante; uno, porque no soy muy amigo de los filmes caseros en ninguna de sus formas (desde la película sin presupuesto hasta el VideoLoco) y dos, porque para qué ver un trailer con mala resolución si lo puedes ver del sitio oficial sin problemas.

Aun así, intuía que esto de youtube sería un fenómeno.

Porque por gastado que suene, vivimos en una era visual, donde nuestras facultades cognitivas están mucho más adaptadas a decodificar ese sistema de signos en particular y bueno, es la misma razón al final del día por la que cuando posteo me gusta que haya fotos - si no las hay, la gente se aburre, especialmente frente al computador. Un efecto secundario y postmoderno de que la lectura vaya fusionada con la vista.

No hace tanto atrás, me llegó un mail de una amiga que sugería olvidar todos los problemas de mi vida viendo videos de Locomía (no porque yo tuviera muchos problemas en particular en ese momento dado, sino que bajo la vieja premisa universal de que nadie puede sumergirse en sus problemas o dejar de reconsiderar la vida después de una sesión de videos de Locomía), con el correspondiente link a youtube.com. Sólo me sonreí y respondí el mail con una alusión a LocoVox (que no se porqué juro que se escribía con V corta y no quiero salir de la duda). "Se viene el fenómeno, pensé".

Claro que el fenómeno ya se había venido, había llegado y estaba instalado en el living-escritorio de toda la ciudad mientras yo me las daba del descubridor de la pólvora. Mi amiga en cuestión, como tantos otros, gusta de matar el tiempo navegando por youtube y está lleno de gente que ha subido más y más cosas, y de gente que comparte un espacio social ahora en torno al PC.

Y...yo no.

No, porque yo quiero a mi tele. Me gusta esa semi-lotería que es el zapping, esa cosa de que efectivamente puede "no haber nada bueno" e igual uno se queda con cualquier cosa, amo toda esa categoría de "películas de cable" que no las vería de ningún modo sino fuera porque son el auténtico premio de consuelo de la lotería del control remoto. Me entretiene comentar y compartir la tele, pero confieso que para mí toda la gracia de la televisión como medio radica en su similitud con la proverbial caja de chocolates, Forrest Gump dixit.

Hoy fui la universidad, me encontré con Pancho Ojeda que, entusiasmadísimo, me abdujo por cuatro minutos para mostrarme el partido de las selecciones de filosofía de Alemania y Grecia, por Monty Python. Me ponen incómodo siempre esas cosas, particularmente por el cúmulo de expectativas que rodean como un aura al individuo que te muestra algo y que le hacen de trampa a la decepción o el total aburrimiento de quien tiene que poner un cara amable, a falta de la instancia social para decir "puta la hueá fome".
Afortunadamente el video que me mostró Pancho hoy era notable, como sólo Monty Python puede ser notable.

Pero mi punto se mantiene, cuando empecé mi noviazgo, recuerdo haberle dicho a Kerstin que tenía muchas ganas de que hicieramos zapping juntos. Ella, que no veía mucha tele por esos años, me miró con la mezcla perfecta entre amor y qué-le-pasa-a-este-tipo en la cara, pero después fuimos descubriendo juntos todas las bondades de reírse de la arbitrariedad de la tele. Es eso, la verdad...me gusta la incertidumbre. Youtube is not my tube, definitely.

Y para los que creían que, en un acto de total coherencia y honestidad, este post no iba a tener ningún link a youtube (que en mi mente se escribe "utube" y tengo que pensarlo dos veces al escribirlo), pues no. Encontrarán el video de los Python aquí. Y sí, está buenísimo

martes, 8 de agosto de 2006

Chile, Chile lindo o "El tiempo pasa..."

...y nos vamos poniendo localistas, o adoptando esas mañas de los viejos patrioteros que tanto detestamos, no sé...

Anoche, por cosas de la vida, tuve el gusto de leer el discurso de aceptación del Nobel de Harold Pinter, del año pasado. (Aquí hay una traducción moderadamente decente para los hispanófilos). Eran las 3 de la mañana de una noche en la que me había ido a dormir, cansado y resfríado, a las 11 y media. Estragos del insomnio mediante, el texto de Pinter me atrapó. Escrito en un inglés de ritmo perfecto y dotado de una sensatez y sentido de la historia impecables, lo fui devorando línea tras línea, con las adecuadas pausas para reflexionar y todo.
Hasta que apareció Neruda.
Aquél, nuestro más sobrevalorado escribiente, aparece citado en gloria y majestad. Y yo que ya me había quedado pensando en ese "y, por supuesto, Chile" de Pinter y cómo nuestra dictadura es tan tristemente célebre; me quedo pasmado, in awe, ante el poema traducido de mi compatriota. Me emociono y me estremezco, línea tras línea, más que con todo el buen juicio e inglés de perfecto ritmo de Pinter.
Ya pensar en alguien en términos como "mi compatriota" era algo impensado para mí hace unos años, mucho menos sentir esa suerte de preocupación o sentido arácnido titilando cuando alguien menciona a "mi "país.
Le echo la culpa a los años, la concientización de "el extranjero" y el contacto con otras culturas. Anoche me dormí pensando "quizás yo debería leer algo más de los poetas clásicos antes del viaje". Quizás no...debería llevarles una fotocopia de la Nueva Novela a los gringos, hablarles de Emar, Couve, Bolaño, y de como cuando se trata de Literatura, nuestra relación con Argentina es más o menos igual a la que tenemos en fútbol.

Día Gris en Santiago, amenaza de lluvia. Me dispongo a leer "El Lector" de Bernhard Schlink, por recomendación directa de Ana Clara y logística literata de Jesu Blanco. Detalles más adelante.

lunes, 7 de agosto de 2006

Week in Review...y ya quedan sólo tres

Pasajes en mano, visas y papeles chequeados, empiezan a pasar los días. "Esos" días, marcados por el regreso a clases de mis compañeros y un final de vacaciones para todo el mundo menos para mí. Claro, porque Estados Unidos ya comienza a ejercer presión gravitacional sobre mí, señalando que este invierno son mis vacaciones de verano, y que sí, más vale que las disfrute.
Y algo de eso ha habido...
La semana que se fue, primera de las 4 semanas de espera en pos del viaje, estuve yendo a la facultad casi todos los días, por A, B y a veces C motivos. Desde reuniones organizativas de preuniversitario hasta partidos de futbolito, fui dejándome llevar por la rutina universitaria, la que con el correr de los días fue dejándome atrás. Por eso empecé pasando horas en los pasillos de mi facultad el Lunes, para terminar almorzando en el foodgarden Jueves y Viernes (record histórico personal: detesto el foodgarden), bien lejos de todos los conocidos y rematando con esa ida sólo a jugar a la pelota.
Muchas manifestaciones de cariño, mucho aprecio en el aire (combinado con el hecho de que la primera semana de clases es el momento del año en que las facultades parecen aeropuertos y todo el mundo se abraza pasionalmente con aquellos que terminará aborreciendo en 3 meses más) todo manifestado en las dos formas tradicionales: el qué pena que te vai; y el qué rico que te vai. Gana por paliza la segunda eso sí, me pregunto si tendrá que ver con las ínfulas de escape de todo santiaguino bien nacido.
El día Lunes me enteré que Diego, del preu, se va de vuelta a Temuco. Comencé con una despedida.
El Viernes me encontré con Maya, ya llegada de sus 7 meses en México D.F. Terminé con una bienvenida y el blues del que vuelve a casa.

Una semana de aprontes previos más que otra cosa. Escribo comenzando la segunda de las semanas de espera y todo marcha más lento...


Se siente bien eso sí.

domingo, 6 de agosto de 2006

Historias de unos guantes

Esta semana tuve que ordenar mis haberes en vestuario con miras al tan mentado viaje. Descubrí que visto menos de un 15% de la ropa que tengo (particularmente en el departamento poleras), que mis chalecos en su mayoría dan la impresión de ser refugiados del closet de un anciano, y que ya era hora de deshacerse de todos esos pares de calcetines con hoyos insalvables. También descubrí que tengo seis pares de guantes de arquero, y que había llegado el momento de decirles adiós.

Pero no sin antes fotografiarlos uno por uno y contar su historia.

No son ni con mucho todos los guantes que he usado en mi vida. El antecedente prehistórico son unos guantes sin marca, mezcla de tela con gomas rugosas adheridas a las palmas. Me los regalaba mi padrino para mis cumpleaños que pasábamos de vacaciones en el Sur. La tradición se instauró en Valdivia. Corría el año 90.
Y fue mi padrino también quien me proveyó con mis tres primero pares. El primero de niños, el segundo venía con el kit de Navarro Montoya, arquero de mi amado Boca por esos años y cuya camiseta aún conservo, y el tercero ya mi primer par de guantes "adultos". En la foto se aprecian el primero y el tercero. El par de Navarro Montoya lo perdí prestándolos en el colegio a alguien con la mano más chica con yo, cuando estaba en segundo medio.
Sí, los blancos me quedabn grandes, nunca tan agromegálico. Y también, los guantes Navarro Montoya (que tenían las iniciales C.F.N.M.) eran ligeramente más grandes que los Reusch junior que salen acá. Y sí, Reusch era mi marca por aquellos años. En mi mundo sólo existían Reusch y Uhlsport y si bien soñaba con tener unos guantes Uhlsport, era profundamente feliz de tener esos, mis guantes Reusch (que, pensándolo bien, costaban lo mismo o más de lo que cuestan ahora y 15 años de inflación más atrás...woah).

Vinieron los años de depresión y durante todo ese tiempo (fines del '97 a mediados del 2002) no me puse al arco ni soñe fútbol, comí fútbol ni nada. Tomé harta Coca-cola eso sí y comí más de la cuenta mientras mi metabolismo ralentizado por los antidepresivos acumulaba kilos y kilos de grasa. Cuando todo quedó atrás, habiendo interrumpido mi tratamiento y con mi cuerpo volviendo a su ritmo normal, coincidió con la llamada de mi amigo Gonzalo, que por esos años también pesaba más de lo que pesa ahora, y la posibilidad de saltar a la cancha. Sólo que no tenía guantes.

Fiebre de mundial y yo con mi camiseta roja de Inglaterra. Ofertas al por mayor en todos lados de productos deportivos miles. Por muchos descuentos que hubiera y muy corto de plata que estuviera, no quería usar guantes Nike ni Puma ni Adidas, ni nada muy "de masas". Así es opté por algo tan poco "de masas" como la Umbro.

Con estos guantes (que salieron muy baratos y que eran notoriamente más grandes que mi mano, lo que me hacía salir a contar centros como catcher de baseball) jugué todo un año en las ásperas superficies de Pepe Vila, hice mi debut no-oficial con Lingüística Fútbol Club (en baby, Campus San Joaquín, mi primer gol en contra fue un autogol de Domingo Román), parché un par de veces a Profecía, el equipo de Fire en la LigaOriente y tantos pero tantos otros hitos. Con ellos tuve la mejor atajada de mi vida. Un recuerdo: Atardecer en Campus Oriente y un baby que ganamos 3-1 con Profecía. Jugaba Nico Stindt, Alvaro Pizarro, Roberto "Fire" Ángel, y el jugador conocido como "Juanito" en punta. Arbitraba Pablo Acuña, con quien nos saludamos, habiéndonos conocido hace poco, y, como auténticos arqueros que somos, hablamos de guantes. Conversación que retomaríamos de cuando en vez y que, ahora que lo pienso, no he sostenido con nadie más en mi vida.
Pero un año jugando en Pepe Vila ( o cuatro partidos siquiera) acaban con cualquier par de guantes, y cuando llegó el recambio no tuve la suerte de encontrar mis lindos-baratos-y-poco-populares Umbro. Tuve que tranzar y comprar un par Adidas, habiendo jurado jamás usar Nike, habiendo conocido a un personaje muy desagradable que vestía Nike por eso años (además era la marca de los arqueros de Colo-Colo). Y el modelo de la Copa de Campeones, la verdad, no estaba nada mal.
Con ellos conocí la amarga experiencia de tener equipo propio en la Liga Oriente, había comenzado a pololear hace poco y no supe balancear el amor y el fútbol, lo que redundó en que sufriera por amor y por fútbol. La cúspide de la experiencia fue haber peleado y terminado con mi novia el día en que fuimos goleados en un partido que se jugó para que no nos pasaran walk-over y que terminó porque un pelotazo de Pablo Vergara directo a mi nariz me dejó tirado sangrando. Worst Day Ever. No me acuerdo de la fecha, pero era Viernes. El observador atento de la foto descubrirá lo roídos que están, y sí, esas manchas en los dedos del guante izquierdo son el memento de ese día máldito. En un ataque de romanticisimo prometí no lavar nunca esas manchas de sangre. Sigh, to be young and in love, ¿o no?

Corría el año 2003. Se venía el clásico de Letras, por primera vez con versión Inglesas vs. Hispánicas, versión de la que yo mismo había sido instigador y que me dejó sin jugar al arco de LFC, cuando por primera vez estaba en condiciones de ser el arquero de Lingüística en un clásico, razón por la que me había unido al equipo en primer lugar, e iba a pasar el clásico en otro arco. De cualquier forma, no tenía guantes...ese par Adidas fue el que menos me duró en tiempo, pero tuvo la mayor densidad de partidos en la mayor variedad de canchas.
Queriendo renovar mis ensangrentados guantes, opté por el mismo modelo. El problema fue que el modelo no lo habían renovado, sino actualizado. Veáse foto. Con estos gané ese primer clásico, un reñido 1-0 con el personaje indeseable de los guantes Nike en el otro arco. La final del cuadrangular ese año la perdimos contra Literatura 1-2. Inglesas metía un sólo gol y listo. Siempre (cfr. infra). El desgaste físico hizo el resto. Terminé el match a punto de vomitar, deshidratado y casi incapaz de pararme. ¿El culpable? El choripán que me fue servido entre ambos partidos...
No fueron muy afortunados esos guantes, con ellos perdí al año siguiente mi primer clásico Lingüísitica-Literatura...con ellos les dí el pasé corto a Trujillo que terminó con el gol que nos dió vuelta el resultado...1-2 ante las dos personas que fueron a ver el clásico menos glamoroso de la historia.


Y luego, el sueño...
Año 2004 Se acercaba EL Clásico de Letras. Lingüística con nueva indumentaria se enfrenta a la última alineación de Literatura con miembros clásicos. Acuña, Cussen y co. vs. the all-new, all-different LFC, en nuestro primer partido sin los clásicos Román y Gonzalez. Nuestro primer clásico con público y euforia. Pifia en contra y todo. Me faltaban los puros guantes.
Habiendo encontrado LA tienda en Santiago con amplía variedad en guantes Uhlsport, me lancé en pos del sueño de mi infancia. De todos los tamaños, precios y necesidades...casi todo el catálogo Uhlsport frente a mis ojos...y yo que sólo podía elegir uno. Opté por este modelo, ancho y ajustado de largo, no se parecen a nada que manefacturen las marcas que se dedican a hacar botines y camisetas. El sueño de mi vida.
Y el clásico lo ganamos. 2-0. Inapelable y reñido. Y yo que sentía mis guantes, completamente nuevos, como si fueran parte de mi mano, como si hubieramos estado destinados o llevaramos años jugando juntos. Un sueño.
Con estos guantes gané al año siguiente el clásico Inglesas-Hispánicas (2-2, 2-1 en penales) Y el último de mis clásicos de Letras (1-0). Con ellos jugué las dos mejores temporadas de LFC en futbolito, la 2004 con una racha de 5 partidos sin recibir un gol y la 2005 en que tuvimos el mejor rendimiento general del año, perdiendo sólo en la liguilla final. Si bien ya se ha resecado su goma y podría usarlos hasta deshacerlos, preferí despedirme de ellos, inmaculados.

En parte también porque mi padre un día aparece con un regalo para mí: un par de guantes Puma, del modelo más usado por el torneo local. Nunca fui un chico puma y no eran mi diseño favorito ni nada, pero aprecie el gesto. Aparte era el modelo que usaba Johny Herrera Y combinan con mi polera de LFC. Siguen siendo mis guantes y me los llevo a Estados Unidos, con las esperanzas de encontrar un arco bajo el cual ponerme y continuar esta saga. No tiene un récord muy bonito. Todas esas derrotas en fútbol (mi primera vez en arco grande) un par de triunfos en futbolito San Joaquín. Son los guantes que no jugaran clásicos ni harán mucha historia. Local al menos.

My very first pair of soccer gloves.

jueves, 3 de agosto de 2006

Cine y comics : ohh dale Supermán

DISCLAIMER: Dentro de esas oposiciones binarias fundamentales elijo dulce antes que salado, La U antes que el colo, Boca antes que River, Marvel antes que DC, y Batman antes que Superman, siempre.

Este Domingo tuve la ocasión de sorprenderme gratamente con "Superman Returns". Sorprenderme porque nunca le he tenido mucha fe al boy-scout del pijama celeste, porque tenía un récord de dos buenas/dos muy malas en su pasar por el cine, y porque había escuchado opiniones diversas que me hacían pensar que la película podría no gustarme. Mal que mal, no contento con ser de los que prefieren a Batman por sobre Superman, y hasta a cualquier héroe Marvel (Captain America inclusive), soy de los que cree que lo más interesante de toda la mitología Superman es Lex Luthor, este humano que osa enfrentarse al chico del aviso de pasta de dientes con superpoderes. Esperaba malas actuaciones, motivos clichés y un personaje con tantos handicaps que nada ni nadie podría salvarlo.

Pero no contaba con Bryan Singer.

El director que se las ingenió para presentarle al mundo la franquicia X-Men (labor más que titánica) se las ingenia para librar al hombre de acero de la pesada mochila que la habían dejado dos películas malísimas, unas series de televisión abominables, y dos décadas de ausencia de la pantalla grande. Y lo hace empezando con una secuencia de créditos rimbombante, reciclando lo mejor del soundtrack de John Williams, llevando la historia (con ciertos puntos bajos, eso sí) por aguas un poco inquietas, hasta el buen puerto-objetivo final de toda esta empresa: limpiar la alicaída imagen del kriptoniano. A base de explorar las debilidades y tocar sútilmente la moralidad del todopoderoso alienígena, el director consigue dar una imagen que dista del Superman que todo lo hace fácil y bien. Conservando eso sí su ética de scout, a este Superman las cosas se le complican con una verosimilítud que da gusto.

Lo ayudan un buen Kevin Spacey, que destaca dentro de un cast flojo por lo general, pero que no destiñe (Superman siempre requirió de muchísimo menos talento actoral que Batman, y por lo mismo no se resiente su ausencia en esta versión. ), un set de efectos especiales a veces demasiado CGI, un presupuesto millonario, una utilización del sentido del humor sútil y con tacto (mineral precioso por estos días)e, insisto, el sustrato de la que es una de las mejores bandas sonoras compuestas por John Williams (en mi modesta opinión, sólo superada por su set para la trilogía de Indiana Jones). ¿Fallan cosas? Fallan, sin duda. Singer duda a la hora de apretar el acelerador y uno siente que se le escapó una gran película de la menos, quedándose conforme con entregar un buen blockbuster. Y sí, el superbebé es algo chanta (como personaje, no como recurso argumental, donde sí aparece como un elemento de tensión justo y preciso) y la película se alarga a ratos, queriendo complacer a todo el mundo.

Un poco como el mismo Superman, ¿no?

El súperheroe que puede hacerlo todo, que podría erradicar el hambre del mundo y parar todas las guerras, y que sin embargo prefiere detener robos en una simple ciudad, es digno merecedor de una película para comer palomitas de maíz y tomar bebida en vaso grande, si usted quiere pensar, haga el ejercicio en su casa después del cine y encontrará motivos para pensar; si usted quiere entretenerse, no piense.

Confieso que la película me ganó en parte por mis bajas expectativas previas, entré a verla muy crítico y esperándome infinitamente menos. Pero también resulta ser un blockbuster sólido, particularmente para los pequeños. Una película para llevar al sobrino, hermano menor, o incluso hijo y presentarle, de una forma decente, al más grande de los íconos del comic.

De cosas como está es que Singer ha salvado a Superman.