domingo, 6 de agosto de 2006

Historias de unos guantes

Esta semana tuve que ordenar mis haberes en vestuario con miras al tan mentado viaje. Descubrí que visto menos de un 15% de la ropa que tengo (particularmente en el departamento poleras), que mis chalecos en su mayoría dan la impresión de ser refugiados del closet de un anciano, y que ya era hora de deshacerse de todos esos pares de calcetines con hoyos insalvables. También descubrí que tengo seis pares de guantes de arquero, y que había llegado el momento de decirles adiós.

Pero no sin antes fotografiarlos uno por uno y contar su historia.

No son ni con mucho todos los guantes que he usado en mi vida. El antecedente prehistórico son unos guantes sin marca, mezcla de tela con gomas rugosas adheridas a las palmas. Me los regalaba mi padrino para mis cumpleaños que pasábamos de vacaciones en el Sur. La tradición se instauró en Valdivia. Corría el año 90.
Y fue mi padrino también quien me proveyó con mis tres primero pares. El primero de niños, el segundo venía con el kit de Navarro Montoya, arquero de mi amado Boca por esos años y cuya camiseta aún conservo, y el tercero ya mi primer par de guantes "adultos". En la foto se aprecian el primero y el tercero. El par de Navarro Montoya lo perdí prestándolos en el colegio a alguien con la mano más chica con yo, cuando estaba en segundo medio.
Sí, los blancos me quedabn grandes, nunca tan agromegálico. Y también, los guantes Navarro Montoya (que tenían las iniciales C.F.N.M.) eran ligeramente más grandes que los Reusch junior que salen acá. Y sí, Reusch era mi marca por aquellos años. En mi mundo sólo existían Reusch y Uhlsport y si bien soñaba con tener unos guantes Uhlsport, era profundamente feliz de tener esos, mis guantes Reusch (que, pensándolo bien, costaban lo mismo o más de lo que cuestan ahora y 15 años de inflación más atrás...woah).

Vinieron los años de depresión y durante todo ese tiempo (fines del '97 a mediados del 2002) no me puse al arco ni soñe fútbol, comí fútbol ni nada. Tomé harta Coca-cola eso sí y comí más de la cuenta mientras mi metabolismo ralentizado por los antidepresivos acumulaba kilos y kilos de grasa. Cuando todo quedó atrás, habiendo interrumpido mi tratamiento y con mi cuerpo volviendo a su ritmo normal, coincidió con la llamada de mi amigo Gonzalo, que por esos años también pesaba más de lo que pesa ahora, y la posibilidad de saltar a la cancha. Sólo que no tenía guantes.

Fiebre de mundial y yo con mi camiseta roja de Inglaterra. Ofertas al por mayor en todos lados de productos deportivos miles. Por muchos descuentos que hubiera y muy corto de plata que estuviera, no quería usar guantes Nike ni Puma ni Adidas, ni nada muy "de masas". Así es opté por algo tan poco "de masas" como la Umbro.

Con estos guantes (que salieron muy baratos y que eran notoriamente más grandes que mi mano, lo que me hacía salir a contar centros como catcher de baseball) jugué todo un año en las ásperas superficies de Pepe Vila, hice mi debut no-oficial con Lingüística Fútbol Club (en baby, Campus San Joaquín, mi primer gol en contra fue un autogol de Domingo Román), parché un par de veces a Profecía, el equipo de Fire en la LigaOriente y tantos pero tantos otros hitos. Con ellos tuve la mejor atajada de mi vida. Un recuerdo: Atardecer en Campus Oriente y un baby que ganamos 3-1 con Profecía. Jugaba Nico Stindt, Alvaro Pizarro, Roberto "Fire" Ángel, y el jugador conocido como "Juanito" en punta. Arbitraba Pablo Acuña, con quien nos saludamos, habiéndonos conocido hace poco, y, como auténticos arqueros que somos, hablamos de guantes. Conversación que retomaríamos de cuando en vez y que, ahora que lo pienso, no he sostenido con nadie más en mi vida.
Pero un año jugando en Pepe Vila ( o cuatro partidos siquiera) acaban con cualquier par de guantes, y cuando llegó el recambio no tuve la suerte de encontrar mis lindos-baratos-y-poco-populares Umbro. Tuve que tranzar y comprar un par Adidas, habiendo jurado jamás usar Nike, habiendo conocido a un personaje muy desagradable que vestía Nike por eso años (además era la marca de los arqueros de Colo-Colo). Y el modelo de la Copa de Campeones, la verdad, no estaba nada mal.
Con ellos conocí la amarga experiencia de tener equipo propio en la Liga Oriente, había comenzado a pololear hace poco y no supe balancear el amor y el fútbol, lo que redundó en que sufriera por amor y por fútbol. La cúspide de la experiencia fue haber peleado y terminado con mi novia el día en que fuimos goleados en un partido que se jugó para que no nos pasaran walk-over y que terminó porque un pelotazo de Pablo Vergara directo a mi nariz me dejó tirado sangrando. Worst Day Ever. No me acuerdo de la fecha, pero era Viernes. El observador atento de la foto descubrirá lo roídos que están, y sí, esas manchas en los dedos del guante izquierdo son el memento de ese día máldito. En un ataque de romanticisimo prometí no lavar nunca esas manchas de sangre. Sigh, to be young and in love, ¿o no?

Corría el año 2003. Se venía el clásico de Letras, por primera vez con versión Inglesas vs. Hispánicas, versión de la que yo mismo había sido instigador y que me dejó sin jugar al arco de LFC, cuando por primera vez estaba en condiciones de ser el arquero de Lingüística en un clásico, razón por la que me había unido al equipo en primer lugar, e iba a pasar el clásico en otro arco. De cualquier forma, no tenía guantes...ese par Adidas fue el que menos me duró en tiempo, pero tuvo la mayor densidad de partidos en la mayor variedad de canchas.
Queriendo renovar mis ensangrentados guantes, opté por el mismo modelo. El problema fue que el modelo no lo habían renovado, sino actualizado. Veáse foto. Con estos gané ese primer clásico, un reñido 1-0 con el personaje indeseable de los guantes Nike en el otro arco. La final del cuadrangular ese año la perdimos contra Literatura 1-2. Inglesas metía un sólo gol y listo. Siempre (cfr. infra). El desgaste físico hizo el resto. Terminé el match a punto de vomitar, deshidratado y casi incapaz de pararme. ¿El culpable? El choripán que me fue servido entre ambos partidos...
No fueron muy afortunados esos guantes, con ellos perdí al año siguiente mi primer clásico Lingüísitica-Literatura...con ellos les dí el pasé corto a Trujillo que terminó con el gol que nos dió vuelta el resultado...1-2 ante las dos personas que fueron a ver el clásico menos glamoroso de la historia.


Y luego, el sueño...
Año 2004 Se acercaba EL Clásico de Letras. Lingüística con nueva indumentaria se enfrenta a la última alineación de Literatura con miembros clásicos. Acuña, Cussen y co. vs. the all-new, all-different LFC, en nuestro primer partido sin los clásicos Román y Gonzalez. Nuestro primer clásico con público y euforia. Pifia en contra y todo. Me faltaban los puros guantes.
Habiendo encontrado LA tienda en Santiago con amplía variedad en guantes Uhlsport, me lancé en pos del sueño de mi infancia. De todos los tamaños, precios y necesidades...casi todo el catálogo Uhlsport frente a mis ojos...y yo que sólo podía elegir uno. Opté por este modelo, ancho y ajustado de largo, no se parecen a nada que manefacturen las marcas que se dedican a hacar botines y camisetas. El sueño de mi vida.
Y el clásico lo ganamos. 2-0. Inapelable y reñido. Y yo que sentía mis guantes, completamente nuevos, como si fueran parte de mi mano, como si hubieramos estado destinados o llevaramos años jugando juntos. Un sueño.
Con estos guantes gané al año siguiente el clásico Inglesas-Hispánicas (2-2, 2-1 en penales) Y el último de mis clásicos de Letras (1-0). Con ellos jugué las dos mejores temporadas de LFC en futbolito, la 2004 con una racha de 5 partidos sin recibir un gol y la 2005 en que tuvimos el mejor rendimiento general del año, perdiendo sólo en la liguilla final. Si bien ya se ha resecado su goma y podría usarlos hasta deshacerlos, preferí despedirme de ellos, inmaculados.

En parte también porque mi padre un día aparece con un regalo para mí: un par de guantes Puma, del modelo más usado por el torneo local. Nunca fui un chico puma y no eran mi diseño favorito ni nada, pero aprecie el gesto. Aparte era el modelo que usaba Johny Herrera Y combinan con mi polera de LFC. Siguen siendo mis guantes y me los llevo a Estados Unidos, con las esperanzas de encontrar un arco bajo el cual ponerme y continuar esta saga. No tiene un récord muy bonito. Todas esas derrotas en fútbol (mi primera vez en arco grande) un par de triunfos en futbolito San Joaquín. Son los guantes que no jugaran clásicos ni harán mucha historia. Local al menos.

My very first pair of soccer gloves.

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