sábado, 28 de octubre de 2006

De la discriminación, el racismo y otras hierbas...

El año pasado un estudiante de Union se postulaba a un cargo en el consejo de estudiantes. Dicho estudiante resultaba ser negro y gay, algo que le resultó insoportable a algunos sectores de la comunidad, lo que redundó en que dicho estudiante recibiera amenazas de muerte en su e-mail. Esto causó la natural indignación del grueso de la comunidad universitaria, la que no tardó en manifestar su repudio con actos y demases...esta historia me fue transmitida por Sebastián, mi predecesor, un poco a propósito de cómo comportarme con los temas de raza y género por acá, los que, según me señaló, habían quedado muy tensos después de todo esto.

Resulta que volvió a pasar.

Resulta que este año el mismo inviduo se volvió a postular, recibió las mismas y más amenazas , una de las cuales hasta le daba fecha de muerte (día en el que, aparentemente, se escucharon disparos en los sectores aledaños al campus), esta vez las amenazas extendiéndose a otro estudiante, también gay, sólo que latino. Una vez más, minorías dentro de las minorías....esta vez las manifestaciones de repudio (como la del Viernes pasado) fueron más grandes, la indignación mayor, el nuevo presidente de Union dando cuenta de las medidas tomadas, la prensa local y de cable (CBS) por acá, el archivo criminal abierto, no sospechen de nadie porque todos pueden ser interrogados, y así sucesivamente...

Lo más impactante es la sensación de derrota que vive esta comunidad. Desde la ira de mi queridísima profesora Doyle contra la administración por haber intentado manejar esto entre gallos y medianoche, no haber llamado al FBI en vez de a la "corrupta policía de Schenectady que se demora 45 minutos en cubrir un aviso de contrabando de drogas y que soborna a sus informantes con cocaína", hasta la pena e ira generalizada de quienes forman sienten buena parte de las personas al hablar del tema, pasando por la peor manifestación de todas: el miedo.

Porque acá el miedo se palpa, se percibe alrededor y para mí que me asumo absolutamente ajeno, foráneo, al tema del racismo (que por mucho que uno le intente encontrar una conexión en Chile, sabemos que lo nuestro es distinto: clasistas y nacionalistas a morir, lo somos, pero no realmente racistas) me choca literal y literariamente: es un sentir la opresión física de una emoción que embarga a casi todos a mi alrededor. Esta comunidad se siente violada, y lo peor de todo es que sienten que hay "alguien" "ahí" como un epítome del odio y la violencia personal...

Y no sólo digo "epítome" porque amo las palabras de origen griego, sino también porque quien quiera que sea que mande estos correos y difunda estas amenazas resulta ser apenas algo más que la personificación extrema de cierto sentir. Por pura coincidencia, discutiendo "Women in Love" y "Ulysses" en clases el otro día, mi profesor Marten comentó todo lo imbricada que está la homofobia en el sentir de esta universidad, mientras nos contaba de un alumno suyo de hace unos años, tipo de buena educación, estudiante de Literatura, familia bien, que ahora está en cárcel porque con un grupo de amigos mató a un homosexual a golpes durante unas vacaciones...

Así están las cosas, los estudiantes amenazados han decidido que no pueden más y se han ido de la universidad, la comunidad hace eventos y se promete no olvidarse de todo tan rápido como el año pasado, los más viejos se indignan más, los más jóvenes miran con cara un poco confundida...se hacen llamados a la tolerancia, la apertura, e incluso a conocer un mundo nuevo, por ejemplo, atreviéndose a salir del campus y caminar por las calles de Schenectady. Mi profesor Marten, de nuevo, nos comentaba que antes les daba a los alumnos de primer año una tarea que involucraba caminar hasta la biblioteca pública (sí, esa desde donde logré hacer mis primeros llamados a casa, hace ya una pequeña eternidad atrás) y que dejó de hacerlo tras la constante y temerosa negativa de los niños a aventurarse por las calles del pueblo. La noción de "nosotros los de Union" y "ustedes el resto" es extremadamente fuerte cuando "el resto" viene del pueblo mismo...

Y en medio de todo este ir y venir de reacciones, todas muy válidas, todas muy entendibles, lo que más me choca, lo que más me niego a aprobar, aquí, ahora, siempre, es esa constante corriente de "no toleramos a los intolerantes", "expulsemos a los que quieren expulsar a nuestras minorías", "odiamos a los que odian", etcétera, etcétera. Tras este tipo de absolutismos, que presuponen una condición de bien y mal, se esconden las raíces que suelen germinar en gente recibiendo amenazas de muerte. Se me dirá que en esta vida uno tiene que tener alguna noción de lo que es bueno y lo que es malo, y que no se puede ir por ahí sin un buen set de valores y condiciones que nos permitan juzgar y condenar actos como este...y la verdad es que lo único que puedo decir es que las nociones de lo bueno y lo malo no son más que subjetividades coordinadas en un intento de ofrecer algo estable en un mundo que no es estable, y que me rehúso a creer que la solución para el odio sea encerrar a la gente o mandarla lejos. Quien exilia está destinado a caer a manos de sus exiliados, y la única forma de contrarrestar los actos de odio es con apertura. Eso de poner la otra mejilla fue de las pocas cosas sensatas que nos dejo Jesús: poner la otra mejilla e integrar al otro, entender porque anda golpeando mejillas y ayudarlo a descubrir la belleza en las mejillas no golpeadas, agregaría este cronista.

Bueno, ahora los libero del espantoso movimiento de mis alegorías...
(CASI tan espantoso como mis movimientos de baile.....DETALLES MÁS ADELANTE)

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