viernes, 20 de octubre de 2006

Interludio

"Cuando era un estudiante de pregrado en Nueva York, solía deleitarme en la arrogancia y la pompa de haber leído el Ulysses de Joyce y regocijarme en su complejidad. Un día tomé el metro y me atreví a entablar conversación con un hombre que lo estaba leyendo, con la seguridad de que alguien que lee el Ulysses en el metro no te va a acuchillar ni escupir, ni nada. El tipo resultó ser un trabajador de la construcción que, sencillamente, se encontró con el libro en un estante y decidió hojearlo. Lo leía entusiasmado porque lo encontraba entretenido, poco y nada sabía él sobre la crítica e historia del libro, sencillamente lo disfrutaba. Eso me demostró la clase de libro que el Ulysses es y puso mi ego universitario en su lugar".

Las palabras pertenecen a mi profesor Marten y vienen de la clase de hoy a las 8. Cierta o no, esta anécdota contiene, oculta y desparramada por todo su interior, todo lo que creo cierto sobre la lectura, la crítica literaria y las auténticas razones de porque estudio lo que estudio y hago lo que hago.




Y ahora, continuamos con nuestra programación habitual

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