domingo, 15 de julio de 2007

Películas para el Verano I - Hoy: Tranformers

Me dió pudor lingüístico titular este post "Summer Blockbusters I", pero la idea se entiende igual. Comenzamos la revisión a las películas configuradas exclusivamente para matar el calor en el hemisferio Norte, también conocidas como las películas de "las vacaciones de invierno" por allá abajo, con Transformers - la película.
(En algún post más personal quizás relate mi experiencia de llegar a ver la película, que no está excenta de cierto contenido anecdótico.)


Habiendo escuchado todo tipo de comentarios y medio obligado por esa compulsión de haber visto los dibujos animados en su momento, empecé a ver la película sin mayor expectativa que la de pasar un buen rato. Es, después de todo, lo que uno ha de exigirle a una película con robots gigantes.

Y mientras los robots gigantes están en pantalla, está todo bien con el mundo.

El resto de la película es un tremendo comercial para alistarse en el ejército de los Estados Unidos del Norte de México y el Sur de Canadá. Sí, si estás por salir del colegio y no tienes claro tu futuro o sencillamente no tienes los recursos para realizar tus sueños, el Ejército Americano te invita a unirte a sus filas a luchar contra los Decepticons.

Los humanos están de más en una película mal actuada al punto de lo inverosímil desde Jon Voight hasta Megan Fox que cada vez que está en pantalla exhibe una sonrisa media pornoide, como si cada cuadro pudiera ser usado en un calendario de taller mecánico. Estaba yo más preparado para que los robots me hicieran recuperar la incredulidad, pero fueron los humanos los que terminaron amargando el show. Eso y el guión de comercial para las fuerzas armadas, claro.

Lo bueno son, ya está dicho, los robots. Es una película de robots gigantes y como tal cumple con creces. El momento en que en un plano frontal Barricade-el-robot pasa a ser Barricade-el-auto empieza a hacer sentir que la plata está bien gastada. La obligatoria gran batalla gran al final de todo no arruga al punto que uno recuerda que en los dibujados animados NUNCA las peleas fueron tan buenas.

Y si usted va a verla con el espíritu de compararla con los dibujos animados de su infancia o adolescencia, no es mucho lo que va a ganar la verdad. No duele tanto que Bumblebee no sea un Volskwagen como la triste encarnación robótica de Soundwave, que era tan estiloso cuando era una radio de patotero en los 80s. Deje la nostalgia de lado y anímese a ver secuencias increíbles de robots en constante mocha.

Si usted no tiene ganas de ver un comercial de dos horas o si usted sencillamente está harto de los estadounidenses y su máldito complejo de mesías, no vaya al cine a menos que pretenda tirarle botellas a la pantalla, arriesgándose con ello a ser expulsado del recinto y hasta pasar un rato en la comisaría. Si usted gusta de ver robots gigantes peleando y gusta del abuso de la imagen de la mina rica por amor a tener una mina rica en pantalla, vaya al cine que no se arrepentirá. Yo fui a ver robots y lo pasé bien mientras los robots estaban en pantalla. Habría sido bueno que no hubiera habido humanos.

Ni diálogo.





Mañana: Harry Potter y la Orden del Pájaro que canta hasta morir sólo para renacer de las cenizas.

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