viernes, 22 de septiembre de 2006

Apuntes para la decadencia del Imperio romano

UNO. La metáfora y obvia comparación entre los Estados Unidos y el Imperio de Julio Cesar, Heliogábalo y tantos otros salió más de una vez en las conversaciones pre-viaje. Quizás la más notable fue con Pablo Acuña, quien me recordó a John Lennon explicando su mudanza a Nueva York en los siguientes términos: si estuviéramos en los tiempos del Imperio, sería como ir a Roma. Pablo cerró la referencia a Lennon con un "y mira como le fue".

DOS. Bueno, yo no vivo en Roma pero definitivamente estoy en la zona de Lazio (sin artículo para evitar la avalancha de chistes). ¿Se percibe algo del imperio por acá? Sí, se percibe: por acá los romanos están felices, gordos, musculosos y contentos y creen que este es el mejor lugar para vivir. También hay una serie de tribus nómadas bárbaras que han migrado y conversan en sus extrañas lenguas. Es más, he venido a esta tierra, reclutado por una institución educativa que quiere que yo le enseñe una de las lenguas a sus ciudadanos romanos. Gustoso de estar cerca del imperio y poder observarlo desde adentro es que escribo estas líneas.

TRES. ¿Se cae el imperio? Desde que los aviones de Attila el Huno impactaran contra el World Trade Center a todos nos bajó esa sensación de que el imperio estaba medio tambaleante, las campañas de las legiones en el Oriente Medio no hicieron más que ratificar esto, si bien estos movimientos no son más que meras escaramuzas geopolíticas, un poco destinadas a recordarle al mundo que el poder aún no se nos va más hacia el Oriente todavía.

CUATRO. Porque no deja de ser curioso el movimiento migratorio del poder imperial desde los tiempos del divino Julio. Primero Roma, después el sacrosanto Imperio Austro-Húngaro, después el amigo Bonaparte, luego la Britannia de la Regina Victoria (RV, sin parentezco), y ahora sus antiguas colonias (si alguno todavía se espanta cuando escucha a los norteamericanos hablar de sí mismos como lo mejor del mundo o estar bénditos por Dios o qué se yo, sírvase leer CUALQUIER novela de la época en que Inglaterra era imperio y encontrar el mismo discurso en la voz de sus tatarabuelos). Asumimos todos que después o a)le toca a China (que en efecto era medio imperio desde antes que a Nerón se le ocurriera quemar unas cuantas propiedades) o b)dará la vuelta y caerá en Roma (y no voy a entrar aquí a debatir las cualidades para el buen gobierno de los italianos, PERO es cosas de ver cuantos primeros ministros han tenido en los últimos 50 años - pista : más de 30).

CINCO. Volviendo al cuento de la decadencia, más que los aviones haciendo caer el templo de Jupiter, o cualquier falla administrativa, uno no puede dejar de pensar que este imperio en particular conocerá su fin a manos de estos ostrogodos que vienen desde más allá del Río Grande y que ya tienen medio subyugado al país. Bastará con que les diga que en tres semanas me he perdido una vez y encontré mi camino gracias a un letrero que estaba sólo en español. O que todos esos maravillosos productos importados que en Chile ostentan el inglés como un símbolo de clase (o de sumisión a la clase) y el orgullo de la etiqueta con las mínimas instrucciones traducidas por la importadora, acá tienen todo su envase rotulado en los dos idiomas: el inglés como latín clásico y el español como lengua vernácula.

SEIS. El otro día había un perro, se presume con rabia, suelto por acá. El tipo que lo buscaba vociferaba algo que sonaba más o menos como "Io lo ví que sescondio, estaba hidden por acá. Elpeyyo tenia abia. Otaba puma po la oca. Foam in its mouth". Capté lo que quería decir más por su inmediata traducción al inglés que por el así llamado español. Juro que artículaba fonemas que ninguna variante del español latinoamericano conoce. Ahí fue cuando empecé a captar por donde venía la mano.

SIETE. El broche de oro fue llegar a casa el otro día y encontrarme con un cartel "PONTE HYPER". Diossanto, pensé, ni acá logro deshacerme de la cancioncita esa. Pero la verdad era para promocionar una fiesta "celebrating the latino heritage" (súper latino, como apreciarán). Cerré la puerta de casa deseándo que alguno de ustedes estuviera acá para decirle: "viste, somos unos auténticos bárbaros germanos". Esa sensación especial de ser pasiva parte de una línea en un libro de historia: recordé leer cuando chico mis textos de colegio diciendo "El imperio romano de oriente entró en franca decadencia tras ser saqueado por múltiples invasiones germanas y perder su lengua". LV como cronista de la decadenia de este imperio que me acoge tan bien.

OCHO. Porque nadie dijo que la decadencia tenía que ser aburrida (sírvase consultar a Los Auténticos Decadentes sino, que con el paso del tiempo se me aparecen tanto más auténticos en su decadencia), seguro que las chicas del imperio romano también creían en los mágicos efectos secundarios del consumo gradual de la cocaína para mantenerse esbeltas, y a quién le cabe dudas que los gladiadores empezaban y terminaban sus fiestas completamente desnudos. Lo estmoas pasando muy bien, ea ea ea e. ¿o no?

NUEVE. Porque tampoco es para tomarselo taaan a la tremenda (famosas últimas palabras). El proceso está ahí, lento, semi-invisible, de una transparencia media vizcosa, como un ponche mal preparado. Sigo viviendo a escasas millas del Guggenheim, del Museo de Arte Moderno, del Smithsonian. Sigo viviendo a media hora de un museo muy x que resulta albergar buena parte de la producción de Monet...la cultura está aquí, para quien quiera saqueársela, cual televisor post-Katrina.

DIEZ. Todavía no estoy seguro porque escribí esto. Quizás para sacarme algunas impresiones de encima, nada más. No creo que hagan mucho sentido y temo suenen profundamente exageradas. Acabo de llegar de la casa de un profesor que decidió hacer su clase ahí hoy en la noche en lo que es una maravilla de hogar a la orilla del río Mohawk. Nada de decadente y mucho de magia en discutir un libro bien escrito, durante dos horas con el mejor café (el único bueno) que he probado por acá y un té aún mejor y galletas y civilización...pero la idea me queda dando vueltas, tras estas semanas de conocer gente, de ver distintas perspectivas, de poner ideas a pruebas...algo no se siente bien bajo la fachada y el lindísimo antejardín de esta capital imperial. Algo que uno intuye y puede ver que David Lynch intuye en sus películas. Quedará para el futuro saber cómo termina todo esto. Pero de que no le queda tanta cuerda, no le queda tanta cuerda. Es un hecho.

LV 55 - Camino a los 100 posts - 96

PS-And now for something completely different: Agradezco todos los posteos y sólo quiero decir respecto a los comentarios en la última entrada que mi amigo, mi mejor amigo por ya 13 años, Gonzalo tiene un gusto impecable en música (nunca desoye la voz de Fresán) y es una de las personas más influyentes en mi vida cultural. Sin embargo, ve televisión como los italianos juegan al fútbol. Me imagino que el hecho de que eso se pueda leer como un halago o un insulto lo explica todo. Gracias.

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