viernes, 11 de mayo de 2007

El día de la Langosta

Querido Diario,

Hoy me levanté pasado el mediodia, tras una noche de lectura gratificante (ayer llegó mi prestamo interbibliotecario con el segundo volumen de Peanuts completo). Decidí ser delicado y esperar, darme tiempo para darte todo lo que tengo y, por ende, caminar a paso lento hoy. Ducha relajante, un poco de orden en la pieza, respiro profundo. Me conecto a AIM para ver si alguno de mis amigos yankees tenía algún panorama medianamente interesante, cuando empiezo a ver los mensajes de "ausente" de la inmensa mayoría, y la sinapsis de todo un cerebro convulsionándose me dice:

¡HOY ES EL DIA DE LA LANGOSTA!!!


Y después: Mierda, me lo perdí.


El día de la Langosta (que antecede al concierto de primavera acá en Union) es el almuerzo al aire libre en que cada alumno de Union tiene una langosta para sí solito. Desde que Sebastián y Cristóbal me habían mostrado las fotos (uno y no el otro, no recuerdo cuál) que había esperado este día. Y me lo había perdido. Eran las 4 de la tarde, estabamos más cerca de la cena que del almuerzo bajo ciertos estándares yankees. Desilusionado de mi mismo, partí a Reamer a comprar una pizza de masa delgada y un jugo para pasar mis penas (y nutrir mi sistema, por la pasada). Cuando...

¡EL DIA DE LA LANGOSTA NO HABIA TERMINADO!!!

Así mismito, todavían quedaban largas colas y todo el mundo iba y venia por el Jardín, de lo más campante. Amina estaba comiendo adentro, tranquila, pero casi todo el resto del mundo estaba al aire libre. Desde Ryan (con su papá, de visita) hasta Cara, Wesley y la panda de Contemporary South Asian Writers*.
Ahora, la verdadera felicidad suele llegar en los detalles inesperados, y así fue. Porque la langosta estaba bien, gracias (me sigue gustando más la jaiba, pese a que comer langosta es más entretenido) pero había Choclo. Sí, Choclo en corontas, pequeñitas, deliciosas, como no comía desde al menos un año y medio...
Me senté en un rinconcito jutno a un montón de plantas, Nashab, Darcy, y otra gente y después de comer vino la vida social, donde sólo faltó una parte importante de los Ozoners para decir que estaban todos (los que me importan, se entiende). Todo grato, tudo bonito.

Pero, faltaba algo más.

A eso de las 5.45 de la tarde partí a buscar mi helado (la cola para la langosta seguía igual de larga que cuando yo llegué. Algunos individuos ya tenían cara de estar yendo por su segundo e ilegítimo crustáceo) y ante las diversas alternativas que habían en la heladera, elegí un vanilla-chocolate que de vainilla no tenía mucho y que era, en otras palabras, un vulgar chocolito.

Y ahí, bajo un sol que aún calentaba pero que estaba en el principio de su lenta caída, sentí la velocidad de las cosas. El sol de primavera, el chocolito, y yo. Como estar en la Andes en un entretiempo olvidado hace 16 a;os. La gente moviéndose, yendo de aquí para allá sin levantar la cabeza, en busca de una langosta, una servilleta o del asiento que ya va a empezar el segundo tiempo. Y yo medio suspendido en el tiempo, estático, feliz.



Uno se guarda el adjetivo 'excelso' para momentos como este.




*(N. del E. : La "panda de Contemporary South Asian Writers" no es otra cosa que los 4 compañeros de clases de [El Autor], que suelen tener una dinámica más bien chistosa producto de pasar tanto tiempo juntos a la semana. En estricto rigor, "la panda" son sólo [El Autor] y 3 compañeros más porque hay una que ya no va nunca. El lector apreciará pues, que la enumeración :"Cara, Wesley, y la panda" es una de las exageraciones típicas en la prosa de [El Autor], que perfectamente pudo haber descrito la escena diciendo "Cara, Wesley y Mike".)

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