domingo, 6 de mayo de 2007

The Tender Trap

No, no es el amor de Frank Sinatra. Supongo que es mi amor, un poco. Mi amor por los libros, claro.

También el consumismo, el marketing y las estrategias que sí funcionan.

Después de ver Spider-man 3 partí a Borders a comprar un libro sobre el que tengo que hacer una presentación esta semana. Como es mi costumbre, decidí sentarme a leer algo, porque si hay algo que voy a echar de menos cuando vuelva a Chile es poder sentarme a leer en las librerías. Es más, es algo sin lo que francamente no creo que pueda pasar mucho rato. Es de esos esenciales culturales raros. Es mi esencial cultural. (Bueno, eso y tener un buen número de comics en los estantes de las librerías).

Tomé mi libro, me fui a la sección de comics y mientras pensaba qué leer, me acordé mágica y misteriosamente del librito de David Lynch sobre la meditación y las ideas que había leído hace un par de semanas. Quise efectuar mi clásico experimento de abrirlo y leer una frase al azar (me tocó cuando habla de Carretera Pérdida, el juicio a O.J. Simpson y la fuga psicogénica) cuando abajo de él noté un libro recopilatorio de entrevistas a Al Pacino. Pensé que NUNCA había leído una entrevista a Al Pacino y lo tomé y me senté a leer.

45 minutos después levanté mi cabeza y pensé que era Hora de Tomar Una Decisión: o me venía en el bus de las 8 hacia el campus o esperaba Una Hora Más y me quedaba leyendo un libro de entrevistas. La idea de leer un libro de entrevistas a un actor me habría sonado más o menos escabrosa en condiciones normales, pero no era, obviamente, el caso. A lo largo de 26 años, Lawrence Grobel fue entrevistando en distintas ocasiones a Pacino, quien siempre ha sido renuente a la prensa y los medios, y el tono de las preguntas y respuestas va documentando no sólo a Al Pacino en su discurrir, sino también la amistad que se genera entre actor y periodista, los pequeños guiños, el paso del tiempo (algunas preguntas se repiten una y otra vez, recibiendo respuestas oblicuas, reflejando el cambio interior de Pacino y el estado del mundo a la vez).

Es, en resumen, un libro delicioso.

Una hora después no lo había terminado y sí había decidido que no podría quedarme leyendo una hora más (aparte, me senté lo suficientemente cerca de la sección de niños para que ya me tuvieran un poco harto el abrir y cerrar de libros musicales y el infaltable séquito de adultos payaseándole a sus desinteresados niños, apretando botones y demases. -Nota aparte para la señora que le dijo a su hijo que no le llevaría nada de los Power Rangers a casa porque no se aprendía nada leyendo a los Power Rangers...) así es que llegó la hora de decirle adiós a Grobel y Pacino. Mala hora. Cómo decirle adiós si recién estaban comentando El Padrino III.


Lo pensé, lo miré, lo contemplé. Y ahora mismo escribo contemplando la copia que está sobre el escritorio, en la repisita arriba del notebook.




Sí, mientras pasaba por caja sonaba en mi cabeza "The Tender Trap". Me había dejado atrapar, caminando conscientemente hacia la trampa que supone usar un libro de carnada para que lo mastiques todo lo que quieras, a sabiendas de que tienes que comprarlo para tragarlo.



Hace un par de semanas había leído el librito de Lynch completo y escapado. Un mes y medio antes había leído un par de vólumenes de comics, saliendo de la librería sólo con un café (para el frío y para sencillar para el bus de vuelta).


Hoy no.

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