jueves, 17 de mayo de 2007

Mi abuelo

Mi abuelo paterno es una figura controversial.
Quizás no tanto, pero es una gran línea para empezar a hablar de él.

A mi mi abuelo me llegó siempre filtrado por la óptica de mi padre. Por el contraste entre los dos, porque los dos llevan el mismo nombre. Porque los tres llevamos el mismo nombre. Mi abuelo como una figura de pasividad extrema, de calculo metódico y excesivo. Mi abuelo como contador, mi padre como gastador.

No son cosas que uno aprecie de niño. Son cosas que se aprecian con el tiempo.

De preocupaciones excesivas, apenas me acuerdo de la última vez que vi a mi abuelo relajado. Sin embargo, con los años también, entendí el ritmo detrás de todo esto.

Ahora mi abuela está enferma y mi abuelo vive con eso siempre. Con la metodicidad estoica de toda su vida, la misma que le ha dado algo de fundamentos a una familia imposiblemente porosa en sus pilares, mi abuelo va y pone la cara y saca adelante todo. Como la paradojal tortuga contra la liebre.



Y a mí me da gusto.

Me da gusto porque toda esa previsión que parecía excesiva todos estos años, porque todo ese afán de no precipitarse está dando frutos. La vida se nos puede ir a todos mañana bajo una tormenta eléctrica, pero mi abuelo siempre ha tenido la capacidad de apostar optimistamente contra la tormenta, contra ese azar al que otros nos entregamos cuando falta voluntad. Y a mí me enorgullecese ver lo que hace por mi abuela y lo que ha hecho por todos nosotros, siempre. Contra viento y marea.

No todo en esta vida puede ser relámpagos y genialidad y despliegues intempestivos e imprevisibles. Se necesita una cuota de calma, de seguridad y previsión en las cosas. La única esperanza que tengo de llevar eso en algún lugar dentro de mí está en ser nieto de mi abuelo, de quien, como mi padre, llevo el nombre.

Es una buena esperanza. Y es un gran orgullo.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS, ABUELO!!

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