miércoles, 16 de noviembre de 2011

DIEZ - El Napoleón de Notting Hill

The human race, to which so many of my readers belong, has been playing at children's games from the beginning, and will probably do it till the end, which is a nuisance for the few people who grow up.

Es una gran primera frase, una que dice de inmediato con qué clase de libro estamos lidiando. En promedio (según la edición) después de leer esa línea te esperan 300 o 400 páginas de aventuras, metáforas, esbozos teológicos, y muchísimas frases increíbles, a tal punto que una vez terminada, cuesta recordar que todo empezó con una sonrisa ante esa primera frase.

Uno de los libros definitivos de mi vida, del tipo que me llevaría a la isla desierta o al sarcófago. Chesterton escribe un futuro alternativo, 80 años después del 1904 donde está publicando, donde en realidad todo es igual a su era, con algunos pequeños cambios en el sistema político. La historia sigue al más excéntrico e iluso de los reyes de Inglaterra (electos al azar en este futuro) y sus medidas para reencantar al ciudadano común con la vida.


Esta es la novela de la lista que me hizo llorar. De emoción, de bien escrita que está. Una de tres en toda mi vida y mi más o menos amplia experiencia lectora. La quise leer desde mi primer día en la Universidad, pero estaba pedida, y estuvo pedida todo el semestre. Ese primer día me llevé otra de Chesterton a casa, y fue recién en mis vacaciones de invierno del año siguiente que pude sacarla y leerla. Después me compré la onerosa edición en español (particularmente onerosa para mis ingresos de esos días) y fui muy, muy feliz, devorándola una tarde de lluvia. Esta abajo, en la bodega. La voy a ir a buscar en cuanto termine de escribir esto




Por qué es la número 10: Por que el diez es el armador de juego, el genio y figura, quien controla los ritmos y determina todo lo que pasa en el ataque de un equipo. Porque Maradona nos enseño que diez es de D10S y Chesterton es un tipo no sólo vinculado con lo divino teológicamente sino con Maradona en tanto máximos exponentes de un arte. El mismo Borges decía que toda su escritura en prosa la había aprendido de Chesterton. Seguro que mentía, pero elijo creerle.

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