martes, 15 de noviembre de 2011

Pasión de multitudes, pasión de uno.

No me pregunte por el título, fue algo que pensé en la tarde cuando, en medio de mi maratón de la traducción, hice la nota mental de escribir esto.

Estaba yo en medio de mi maratón de la traducción cuando me distraje con un rebote de links que me llevó medio a medio a esta lista de las 100 mejores primeras líneas de novela. Hice clíck campante, esperando encontrarme con el Mejor Comienzo de una Novela en la Historia, es decir, la línea inicial de Dickens para "Historia de dos Ciudades en su justo número uno. Al no verla en el número uno bajé la vista y la pantalla en desesperación y pánico al bajar y bajar (en parte fue culpa del formato de la página) hasta que la encontré, saludándome desde el puesto número 9. Top ten, pero apenitas.

Por alguna razón que no alcanzo ni quiero alcanzar a explicarme esto me shockeó profundamente. Medio aturdido, empecé a leer las demás (hice la nota mental de leer a Pynchon, a quien tengo postergado de años) y fue cuando vi el comienzo de Pride & Prejudice de la señora Jane Austen que me empezó a salir el humo de Frankenstein Junior por los oídos. No es una mala línea, al contrario, pero siempre he tenido un recelo especial con la sobrevalorada escritura de la señora Austen. Habiendo pasado relativamente sin pena ni gloria, la muchacha fue redescubierta por un movimiento femenista que la ensartó y la subió a una bandera de lucha sin importar que su desarrollo de argumentos sea más bien básico y que no escriba ni tan bien como para ocultarlo. Como una Corín Tellado desplazada en el tiempo, en el lugar preciso en el momento justo, Austen siempre se me ha antojado como un invento. Y esto me afecta visceralmente, me di cuenta hoy.

Afortunadamente, palié esta impresión con los comentarios derivados de esta en twitter y de ahí pasé a otras cosas, pero en este, el día del fútbol, que por ser de selección no me importa mucho, me encontré liberando o canalizando todas mis pasiones en la vieja y querida pasión literaria. Que sí, ciertamente es para compartirla, pero parte de un punto tan personal que no puede sentirse sino irrestrictamente íntima y privada, a pesar de ser tan abierta. En esa dicotomía se forjan las mejores pasiones.

Curiosamente, y siguiendo con la numerología del mes y del día, de la lista de frases tengo once favoritas. Once que juegan en un 4-3-3 que se ordena así:

Historia de dos Ciudades


Versos Satánicos        Lord Jim          Ulysses        El Buen Soldado


Aventuras de Huckleberry Finn      El Extranjero

El Napoléon de Notting Hill


El viaje del Explorador del Amanecer           Don Quijote              Matadero 5


Con cada uno de ellos (y de ellas) tengo una relación especial. Cada uno guarda una historia, una circunstancia, parte de mí. No están dispuestos casualmente en la cancha. Ulysses es un central casi impasable y si logras superarlo seguro que Lord Jim lo cubre y te corta de inmediato. Por las bandas corren endemoniadamente Changez y Edward Ashburnham (¡a pesar de que ambos tienen problemas cardíacos en sus respectivas novelas!). Y nadie, nadie-nadie podría ser el armador de mi equipo sino el Gordo Chesterton con su Napoleón de Notting Hill. El fútbol de Maradona en su mejor momento tenía chispazos de Chesterton: sensato, refrescante, sorprendente dentro de lo cotidiano al punto de hacer de la sorpresa algo cotidiano. 
Mi trío de ataque es veloz, porque siempre me han gustado los equipos que juegan con tres en punta a alta velocidad.

Los detalles vienen ahora, más adelante.

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