sábado, 13 de noviembre de 2010

El calor de la mañana.

Anoche fue una de esas noches que, sin mediar sustancia alguna mediante, parecen haber sido vividas por otra persona. Es de conocimiento público que durante los ritos de iniciación de ciertos rituales tibetanos involucran que el adepto pase por una serie de situaciones en las que experiencia como su corporeidad es desmembrada y luego devorada por demonios de la peor calaña, mientras su yo interior contempla todo esto sin inmutarse al ver el carnoso espectáculo. Más o menos así fue mi noche, supongo. En retrospectiva, claro, así es que asumo que la prueba no está superada y me sigue dando asco el espectáculo aquél.

Sin orden en particular alguno, la noche que pasó involucró encontrarse inesperadamente con el Under the Iron Sea de Keane, disco y banda a los que me consideraba inmunes, escribir un cuento cortito que se llama "Respuesta al Mail Más Largo del Mundo" y que me dejó contento, la verdad, sentí que había algo parecido a mi voz por ahí; intentar volver a ver The End of the Affair para descubrirme incapaz de ver más allá de los primeros diez minutos; y una serie de reflexiones y eventos, todos medios trágicos en su humanamente desalineada manera.

Cuando salió el Circo Beat de Fito Paez me pareció que era una muy buena pieza de música. En retrospectiva lo sigue siento, aunque debo decir que Buena Parte de la gracia del disco está en esucharlo de corrido (detalles en el post anterior y más adelante), las canciones sueltas sencillamente no se sienten igual de intensas. Me acuerdo de haberlo comentado con mi amigo Andrés, quién por ese entonces tenía un interés en la música y no dos grados académicos en el tema aún. Teníamos quince, mal que mal. A Andrés, alías Yosi, le gustaba mucho Soy un Hippie y le cargaba Nada del Mundo Real. A mí me pasaba un poco al revés. Nada del Mundo Real, mi querido lector, las hace de contrapunto al disco entero, que se da por terminado en la canción anterior, en la mismísima maniobra que A Day in the Life hace con el Sgt. Pepper, sólo que aquí tiene otras connotaciones. Puede ser la línea que le da al nombre o puede ser que la imagen del final de todas las cosas en el séptimo libro de Narnia está siempre muy presente en mi cabeza, pero la canción siempre me dejó un gustillo platónico-cósmico de lo más delicioso. Me dejo otra cosa, también, una pequeña línea, Fito iniciando una enumeración del susodicho mundo real con

"El calor    de la mañana"


Signo que vino a quedar sellado en mi mente como esa tibieza del sol matinal, esa que dados mis hábitos me es más bien exótica y suele significar que pasé otra noche sin dormir. Pensarla es pensarme llegando a la casa de mis papás, es el momento en que puedo dejar de hacer las cosas despacito porque están todos despiertos, es una suerte de refugio pequeño y efímero, como el momento en que la luz de la mañana aún no es la luz del día como tal.


Hoy desperté y lo sentí. Un poquito. Lo justo y necesario. Me di cuenta que la persona que fui anoche ya no es más y me preguntó qué habrá sido de él. Todavía tiembla algo en mi pecho al recordarlo, así es que podemos asumir que quedan un par de noches de exorcismo más.
Mientras tanto, aprovecho el calorcito aquél. Respiro hondo. Y sonrío.
El plan del día es aprovechar las escasas horas de luz para caminar, escribir y poner los pies en la tierra. Quién sabe qué clase de demonios pueden venir esta noche, así es que mejor será aprovechar el día.

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